Amy Goodman
Dinamarca es el país del reconocido escritor de libros infantiles Hans Christian Andersen. Copenhague está lleno de lugares históricos en los que Andersen vivió y escribió. La Sirenita es uno de sus cuentos más famosos y fue publicado en 1837, el mismo año en que se publicó El traje nuevo del emperador.
Mientras la cumbre de Naciones Unidas sobre el cambio climático, denominada COP 15, ingresa en su última semana y más de 100 líderes mundiales llegan a la ciudad en medio de crecientes protestas, la idea de que surja un acuerdo vinculante de esta conferencia parece cada vez más un cuento de hadas.
La realidad es más cruda. Las negociaciones han fracasado varias veces, con divisiones entre el norte global, o los países industrializados, y el sur global. Estados Unidos lidera a los países del norte. Es el mayor contaminador del mundo en términos históricos y lidera la lista en cuanto a emisiones de carbono per cápita. Entre las naciones del sur hay varios grupos, como los países menos desarrollados o PMD, las naciones africanas y los países de la Alianza de Pequeños Estados Insulares (APEI). Se trata de lugares donde millones de personas viven en constante peligro, afectadas de manera directa por el cambio climático y teniendo que lidiar con sus efectos, desde ciclones hasta sequías, erosión e inundaciones. Tuvalu, cerca de Fiji, y otras naciones insulares, por ejemplo, están preocupadas de que el creciente aumento del nivel del mar borre a sus países del mapa.
Nuevos conceptos sobre esta crisis están surgiendo en la COP 15. La gente habla de justicia climática, de deuda climática y de refugiados climáticos. La científica y activista india Vandana Shiva fue una de las oradoras de la manifestación por justicia climática realizada el sábado en Copenhague, en donde participaron 100 mil personas. Después de su discurso le pedí que respondiera al negociador sobre clima de Estados Unidos, Jonathan Pershing, quien dijo que el gobierno de Barack Obama está dispuesto a pagar la parte que le corresponde, pero agregó que los donantes "no tienen fondos ilimitados para desembolsar". Shiva respondió: "Creo que es hora de que Estados Unidos deje de verse a sí mismo como donante y comience a reconocerse como contaminador; un contaminador debe pagar una compensación por los daños y debe pagar su deuda ecológica. No se trata de caridad. Se trata de justicia".
Shiva continuó diciendo: “Un refugiado climático es alguien que fue arrancado de su hogar, de la tierra que es su sustento, por la inestabilidad climática. Podría tratarse de personas que han tenido que dejar su agricultura debido a la sequía prolongada. Podría tratarse de comunidades en los Himalayas que están teniendo que abandonar sus aldeas, ya sea debido a que las inundaciones repentinas están haciendo desaparecer sus aldeas o a que las corrientes de agua están desapareciendo (…) Podría tratarse de las víctimas de un ciclón, 30 mil en una oportunidad, 100 mil en otra. Nunca regresan a su lugar”.
Tanto dentro como fuera de la cumbre hay una gran diversidad de organizaciones no gubernamentales, desde delegaciones de pueblos indígenas hasta grupos ambientalistas y de jóvenes. Sus esfuerzos, de diverso tipo pero coordinados, han consolidado un nuevo movimiento, uno por la justicia climática. Hay amplio consenso entre las organizaciones no gubernamentales (ONG) y el sur global de que cualquier acuerdo que surja del proceso de la ONU debe ser "justo, ambicioso y vinculante".
Según informan desde Naciones Unidas, el propio Bella Center, donde se está desarrollando la cumbre, tiene su capacidad sobrepasada. Miles de personas hacen cola todos los días en el frío, esperando en vano ingresar a al Centro de la Bestia. Miles más, de las ONG, están teniendo el acceso restringido, aparentemente para dejar lugar a los jefes de Estado que están de visita, sus séquitos y sus guardias de seguridad.
Fuera de la conferencia, Copenhague sufre una represión policial sin precedentes, con la mayor y más cara operación de seguridad en la historia de Dinamarca. Más de mil 200 personas fueron arrestadas el fin de semana, y en el momento en que se publica esta columna se están denunciando los arrestos selectivos de organizadores de las protestas y redadas policiales en los espacios de convergencia de protesta pública. Las tácticas policiales de mano dura le dan otro significado a la COP 15.
Al finalizar la marcha del sábado, el arzobispo sudafricano Desmond Tutu habló en una vigilia por los niños, organizada por el grupo Avaaz.org : “El cambio climático ya es una grave crisis hoy en día. Pero podemos hacer algo al respecto. Si no lo hacemos… si no lo hacemos, no habrá mundo para dejarles a ustedes, esta generación. Ustedes no tendrán un mundo. Se estarán ahogando. Se estarán quemando en la sequía. No habrá alimentos. Habrá inundaciones. Solamente tenemos un mundo. Si lo arruinamos, no hay otro. Y quienes piensan que los ricos van a escapar, ¡ja, ja, ja! O nadamos o nos hundimos juntos”.
Luego le pregunté al arzobispo Tutu si pensaba que el presidente Barack Obama estaba avanzando en propuestas para solucionar el cambio climático. Respondió: "Esperemos que sí. Su elección le dio mucha esperanza al mundo. El otro día dije que ahora él tiene un Premio Nobel; debe hacerle honor a su premio". El propio arzobispo Desmond Tutu ganó el Premio Nobel de la Paz.
La semana pasada, mientras la estatua de hielo del oso polar se derretía en el centro de la ciudad, revelando poco a poco el esqueleto de dinosaurio que estaba oculto dentro, una pequeña réplica de hielo de la famosa estatua La Sirenita de Copenhague se derretía frente al Bella Center. Ahora ya no queda nada de ella. Obama está haciendo su segundo intento de ganar un premio en Copenhague, luego de la vergüenza de los fallidos Juegos Olímpicos de Chicago. A menos que utilice la nueva definición de la Agencia de Protección Ambiental, de que el dióxido de carbono es una amenaza a la salud pública, para lograr un acuerdo justo, ambicioso y vinculante quizá veamos la obra de Hans Christian Andersen El traje nuevo del emperador representada en el escenario mundial.
(Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna)
© 2009 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Dinamarca es el país del reconocido escritor de libros infantiles Hans Christian Andersen. Copenhague está lleno de lugares históricos en los que Andersen vivió y escribió. La Sirenita es uno de sus cuentos más famosos y fue publicado en 1837, el mismo año en que se publicó El traje nuevo del emperador.
Mientras la cumbre de Naciones Unidas sobre el cambio climático, denominada COP 15, ingresa en su última semana y más de 100 líderes mundiales llegan a la ciudad en medio de crecientes protestas, la idea de que surja un acuerdo vinculante de esta conferencia parece cada vez más un cuento de hadas.
La realidad es más cruda. Las negociaciones han fracasado varias veces, con divisiones entre el norte global, o los países industrializados, y el sur global. Estados Unidos lidera a los países del norte. Es el mayor contaminador del mundo en términos históricos y lidera la lista en cuanto a emisiones de carbono per cápita. Entre las naciones del sur hay varios grupos, como los países menos desarrollados o PMD, las naciones africanas y los países de la Alianza de Pequeños Estados Insulares (APEI). Se trata de lugares donde millones de personas viven en constante peligro, afectadas de manera directa por el cambio climático y teniendo que lidiar con sus efectos, desde ciclones hasta sequías, erosión e inundaciones. Tuvalu, cerca de Fiji, y otras naciones insulares, por ejemplo, están preocupadas de que el creciente aumento del nivel del mar borre a sus países del mapa.
Nuevos conceptos sobre esta crisis están surgiendo en la COP 15. La gente habla de justicia climática, de deuda climática y de refugiados climáticos. La científica y activista india Vandana Shiva fue una de las oradoras de la manifestación por justicia climática realizada el sábado en Copenhague, en donde participaron 100 mil personas. Después de su discurso le pedí que respondiera al negociador sobre clima de Estados Unidos, Jonathan Pershing, quien dijo que el gobierno de Barack Obama está dispuesto a pagar la parte que le corresponde, pero agregó que los donantes "no tienen fondos ilimitados para desembolsar". Shiva respondió: "Creo que es hora de que Estados Unidos deje de verse a sí mismo como donante y comience a reconocerse como contaminador; un contaminador debe pagar una compensación por los daños y debe pagar su deuda ecológica. No se trata de caridad. Se trata de justicia".
Shiva continuó diciendo: “Un refugiado climático es alguien que fue arrancado de su hogar, de la tierra que es su sustento, por la inestabilidad climática. Podría tratarse de personas que han tenido que dejar su agricultura debido a la sequía prolongada. Podría tratarse de comunidades en los Himalayas que están teniendo que abandonar sus aldeas, ya sea debido a que las inundaciones repentinas están haciendo desaparecer sus aldeas o a que las corrientes de agua están desapareciendo (…) Podría tratarse de las víctimas de un ciclón, 30 mil en una oportunidad, 100 mil en otra. Nunca regresan a su lugar”.
Tanto dentro como fuera de la cumbre hay una gran diversidad de organizaciones no gubernamentales, desde delegaciones de pueblos indígenas hasta grupos ambientalistas y de jóvenes. Sus esfuerzos, de diverso tipo pero coordinados, han consolidado un nuevo movimiento, uno por la justicia climática. Hay amplio consenso entre las organizaciones no gubernamentales (ONG) y el sur global de que cualquier acuerdo que surja del proceso de la ONU debe ser "justo, ambicioso y vinculante".
Según informan desde Naciones Unidas, el propio Bella Center, donde se está desarrollando la cumbre, tiene su capacidad sobrepasada. Miles de personas hacen cola todos los días en el frío, esperando en vano ingresar a al Centro de la Bestia. Miles más, de las ONG, están teniendo el acceso restringido, aparentemente para dejar lugar a los jefes de Estado que están de visita, sus séquitos y sus guardias de seguridad.
Fuera de la conferencia, Copenhague sufre una represión policial sin precedentes, con la mayor y más cara operación de seguridad en la historia de Dinamarca. Más de mil 200 personas fueron arrestadas el fin de semana, y en el momento en que se publica esta columna se están denunciando los arrestos selectivos de organizadores de las protestas y redadas policiales en los espacios de convergencia de protesta pública. Las tácticas policiales de mano dura le dan otro significado a la COP 15.
Al finalizar la marcha del sábado, el arzobispo sudafricano Desmond Tutu habló en una vigilia por los niños, organizada por el grupo Avaaz.org : “El cambio climático ya es una grave crisis hoy en día. Pero podemos hacer algo al respecto. Si no lo hacemos… si no lo hacemos, no habrá mundo para dejarles a ustedes, esta generación. Ustedes no tendrán un mundo. Se estarán ahogando. Se estarán quemando en la sequía. No habrá alimentos. Habrá inundaciones. Solamente tenemos un mundo. Si lo arruinamos, no hay otro. Y quienes piensan que los ricos van a escapar, ¡ja, ja, ja! O nadamos o nos hundimos juntos”.
Luego le pregunté al arzobispo Tutu si pensaba que el presidente Barack Obama estaba avanzando en propuestas para solucionar el cambio climático. Respondió: "Esperemos que sí. Su elección le dio mucha esperanza al mundo. El otro día dije que ahora él tiene un Premio Nobel; debe hacerle honor a su premio". El propio arzobispo Desmond Tutu ganó el Premio Nobel de la Paz.
La semana pasada, mientras la estatua de hielo del oso polar se derretía en el centro de la ciudad, revelando poco a poco el esqueleto de dinosaurio que estaba oculto dentro, una pequeña réplica de hielo de la famosa estatua La Sirenita de Copenhague se derretía frente al Bella Center. Ahora ya no queda nada de ella. Obama está haciendo su segundo intento de ganar un premio en Copenhague, luego de la vergüenza de los fallidos Juegos Olímpicos de Chicago. A menos que utilice la nueva definición de la Agencia de Protección Ambiental, de que el dióxido de carbono es una amenaza a la salud pública, para lograr un acuerdo justo, ambicioso y vinculante quizá veamos la obra de Hans Christian Andersen El traje nuevo del emperador representada en el escenario mundial.
(Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna)
© 2009 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
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