Eduardo Cervantes
Del jueves al domingo próximo se efectuará en Oaxtepec el XII Congreso Nacional del PRD. Sus dirigentes hablan de refundación, no habrá tal. La respiración artificial no funciona con cadáveres.
Se dirá que el PRD existe, lo cual es inobjetable. Sin embargo su razón de ser, la del origen, la que convocó y reunió en su momento a casi toda la izquierda política, social y cultural de México ya sucumbió. Hoy el PRD sólo conserva las siglas.
De instrumento de lucha de los trabajadores y el pueblo para la transformación del país, gradualmente se fue sumando, por la vía electoral, a las reglas del juego del sistema y de su clase política, promotores del proyecto oligárquico imperante.
Ello sucedió así, porque el control del partido fue quedando en manos de una cofradía burocrática, coloquialmente conocida como Los chuchos, la cual regenteó hábilmente el sistema de cuotas de poder para ganar (legal o ilegalmente) la mayor parte de los cargos y candidaturas, convertidos en el fin supremo del partido.
En ese tortuoso y contradictorio camino, se abandonó el compromiso con la lucha social y las tareas de construcción partidaria como la formación política, el desarrollo organizativo y el debate programático; se convirtió la legalidad interna en letra muerta y se gobernaron y gobiernan estados y municipios (con algunas excepciones notables) sin identidad ni proyecto de izquierda.
El último saldo de esta hecatombe provocada por dirigentes extraviados e irresponsables (habrá que añadir en honor a la verdad que aquí caben todos los grupos de presión internos, no sólo Los chuchos) fue que el PRD obtuvo apenas el 12.2% de los votos en las elecciones de julio pasado.
A pesar del montaje de un Congreso Nacional de apariencias, es un hecho que las desviaciones cristalizadas, junto con los intereses y compromisos adquiridos por los que mandan en el partido, hacen inviable cualquier cambio de calidad. Y es que el PRD dejó de ser…
Del jueves al domingo próximo se efectuará en Oaxtepec el XII Congreso Nacional del PRD. Sus dirigentes hablan de refundación, no habrá tal. La respiración artificial no funciona con cadáveres.
Se dirá que el PRD existe, lo cual es inobjetable. Sin embargo su razón de ser, la del origen, la que convocó y reunió en su momento a casi toda la izquierda política, social y cultural de México ya sucumbió. Hoy el PRD sólo conserva las siglas.
De instrumento de lucha de los trabajadores y el pueblo para la transformación del país, gradualmente se fue sumando, por la vía electoral, a las reglas del juego del sistema y de su clase política, promotores del proyecto oligárquico imperante.
Ello sucedió así, porque el control del partido fue quedando en manos de una cofradía burocrática, coloquialmente conocida como Los chuchos, la cual regenteó hábilmente el sistema de cuotas de poder para ganar (legal o ilegalmente) la mayor parte de los cargos y candidaturas, convertidos en el fin supremo del partido.
En ese tortuoso y contradictorio camino, se abandonó el compromiso con la lucha social y las tareas de construcción partidaria como la formación política, el desarrollo organizativo y el debate programático; se convirtió la legalidad interna en letra muerta y se gobernaron y gobiernan estados y municipios (con algunas excepciones notables) sin identidad ni proyecto de izquierda.
El último saldo de esta hecatombe provocada por dirigentes extraviados e irresponsables (habrá que añadir en honor a la verdad que aquí caben todos los grupos de presión internos, no sólo Los chuchos) fue que el PRD obtuvo apenas el 12.2% de los votos en las elecciones de julio pasado.
A pesar del montaje de un Congreso Nacional de apariencias, es un hecho que las desviaciones cristalizadas, junto con los intereses y compromisos adquiridos por los que mandan en el partido, hacen inviable cualquier cambio de calidad. Y es que el PRD dejó de ser…
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