Eduardo Ibarra Aguirre
El titular del Ejecutivo federal arriba a la mitad del camino, que no pocos mexicanos perciben y, sobre todo, viven como largo, prolongado.
Seguramente la tentación del festejo en grande y ruidosamente secundado por el duopolio de la televisión y el oligopolio de la radio --aliados leales y eficaces de Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa , pero sumamente costosos para el erario, la democracia y la República-- , no será superada y los ciudadanos lo padecerán, una parte, y la otra lo gozará, la mayoría se mantendrá al margen como siempre.
Sólo que la terca y compleja realidad no se ajusta a las percepciones dominantes en Los Pinos y que con esfuerzo y torpeza divulgan y defienden los componentes del grupo gobernante.
Allí está el caso más escandaloso por su dosis de intolerancia. El de un gris secretario de Desarrollo Social, quien posee entre otros el principal mérito de ser amigo de Calderón Hinojosa, regañando a Joseph Eugene Stiglitz para que antes de opinar “lea un poquito sobre México”. Y sólo porque el premio Nobel de Economía, dijo lo que muchos mexicanos saben y más todavía padecen: El desempeño que el gobierno ha tenido para enfrentar la recesión “ha sido uno de los peores del mundo”. Y el costo social fue dado a conocer por la Comisión Económica para América Latina, existen 41 millones de mexicanos pobres y aquí fue donde se agudizó más el problema que en cualquier país del subcontinente. Por lo demás, Ernesto Javier Cordero Arroyo ignoró que su jefe citaba como teórico al estadunidense.
El mismo miércoles 18, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico pronosticó que para el primer semestre de 2010 el desempleo alcanzará un nivel de 6.5 por ciento, y seguramente Cyrille Schwellnusel no pretendió evidenciar al que ya no se presenta como “gobierno del empleo”. Y sus voceros no lo regañaron.
Tampoco desmintieron a Pricewaterhouse Coopers por ubicar a México, el mismo día, en el sitio número cinco entre 54 países desarrollados y en vías de desarrollo en que se cometen un mayor número de fraudes económicos y delitos financieros. La consultoría empresarial atribuyó a la recesión el incremento azteca.
El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática desmintió, el viernes 20, al jefe de “uno de los mejores equipos de economistas del mundo” al informar que en el tercer trimestre de 2009 la economía se contrajo 6.2 por ciento, con respecto al mismo periodo del año anterior –que es como se miden estos asuntos y durante dos trimestres consecutivos, antes de cantar victoria y declarar el fin de la recesión--, con lo que se acumularon cuatro trimestres continuos de caída y la economía regresó al tamaño que tenía en junio de 2006. De esa dimensión es el desastre auspiciado por un gobierno que se negó sistemáticamente a aplicar políticas contracíclicas y se abocó a pronunciar discursos sobre “lo fascinante” de los grandes desafíos, “el catarrito” y otras sandeces.
Por otra parte, se reportó que hasta el sábado 21, enseguida del arrebato revolucionario del michoacano de Morelia, que en poco menos de tres años fueron ejecutados 16 mil 500 personas. Y por si no fuera suficiente, la Corte Interamericana de Derechos Humanos sentenció, en el caso conocido como Campo Algodonero, de Ciudad Juárez, Chihuahua, que “ El Estado mexicano ha dejado de perseguir el feminicidio”. Y Calderón y sus hombres y mujeres guardan silencio.
Para cerrar el desolador panorama de la víspera de la fiesta presidencial, Fitch Ratings, una de las calificadoras de deuda más influyentes del mundo, bajó un nivel la calificación de la deuda de México. Por fortuna “no es el fin del mundo”, aclaró el siempre oportuno Miguel Mancera Aguayo , director del Banco de México durante 16 años.
Perdón, pero ¿qué festejarán?
El titular del Ejecutivo federal arriba a la mitad del camino, que no pocos mexicanos perciben y, sobre todo, viven como largo, prolongado.
Seguramente la tentación del festejo en grande y ruidosamente secundado por el duopolio de la televisión y el oligopolio de la radio --aliados leales y eficaces de Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa , pero sumamente costosos para el erario, la democracia y la República-- , no será superada y los ciudadanos lo padecerán, una parte, y la otra lo gozará, la mayoría se mantendrá al margen como siempre.
Sólo que la terca y compleja realidad no se ajusta a las percepciones dominantes en Los Pinos y que con esfuerzo y torpeza divulgan y defienden los componentes del grupo gobernante.
Allí está el caso más escandaloso por su dosis de intolerancia. El de un gris secretario de Desarrollo Social, quien posee entre otros el principal mérito de ser amigo de Calderón Hinojosa, regañando a Joseph Eugene Stiglitz para que antes de opinar “lea un poquito sobre México”. Y sólo porque el premio Nobel de Economía, dijo lo que muchos mexicanos saben y más todavía padecen: El desempeño que el gobierno ha tenido para enfrentar la recesión “ha sido uno de los peores del mundo”. Y el costo social fue dado a conocer por la Comisión Económica para América Latina, existen 41 millones de mexicanos pobres y aquí fue donde se agudizó más el problema que en cualquier país del subcontinente. Por lo demás, Ernesto Javier Cordero Arroyo ignoró que su jefe citaba como teórico al estadunidense.
El mismo miércoles 18, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico pronosticó que para el primer semestre de 2010 el desempleo alcanzará un nivel de 6.5 por ciento, y seguramente Cyrille Schwellnusel no pretendió evidenciar al que ya no se presenta como “gobierno del empleo”. Y sus voceros no lo regañaron.
Tampoco desmintieron a Pricewaterhouse Coopers por ubicar a México, el mismo día, en el sitio número cinco entre 54 países desarrollados y en vías de desarrollo en que se cometen un mayor número de fraudes económicos y delitos financieros. La consultoría empresarial atribuyó a la recesión el incremento azteca.
El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática desmintió, el viernes 20, al jefe de “uno de los mejores equipos de economistas del mundo” al informar que en el tercer trimestre de 2009 la economía se contrajo 6.2 por ciento, con respecto al mismo periodo del año anterior –que es como se miden estos asuntos y durante dos trimestres consecutivos, antes de cantar victoria y declarar el fin de la recesión--, con lo que se acumularon cuatro trimestres continuos de caída y la economía regresó al tamaño que tenía en junio de 2006. De esa dimensión es el desastre auspiciado por un gobierno que se negó sistemáticamente a aplicar políticas contracíclicas y se abocó a pronunciar discursos sobre “lo fascinante” de los grandes desafíos, “el catarrito” y otras sandeces.
Por otra parte, se reportó que hasta el sábado 21, enseguida del arrebato revolucionario del michoacano de Morelia, que en poco menos de tres años fueron ejecutados 16 mil 500 personas. Y por si no fuera suficiente, la Corte Interamericana de Derechos Humanos sentenció, en el caso conocido como Campo Algodonero, de Ciudad Juárez, Chihuahua, que “ El Estado mexicano ha dejado de perseguir el feminicidio”. Y Calderón y sus hombres y mujeres guardan silencio.
Para cerrar el desolador panorama de la víspera de la fiesta presidencial, Fitch Ratings, una de las calificadoras de deuda más influyentes del mundo, bajó un nivel la calificación de la deuda de México. Por fortuna “no es el fin del mundo”, aclaró el siempre oportuno Miguel Mancera Aguayo , director del Banco de México durante 16 años.
Perdón, pero ¿qué festejarán?
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