¿De quién es el dinero para los subsidios, Sr. Ebrard?

Álvaro Cepeda Neri

Nuestros desgobernantes, por su deformación antidemocrática (ya que apenas a regañadientes la conciben como el día de ir a las urnas, para después hacer autoritariamente lo que se les pega la autocrática gana), en sus peroratas les da por creerse la personificación del Estado (al estilo del rey absolutista Luis XIV, de cuando la Francia prerrevolucionaria de 1789, quien cínicamente declaró: “El Estado soy yo”).

Y constantemente, en sus declaraciones se comportan como si fueran los propietarios de los cargos y los dineros que recaudan, pues las contribuciones e impuestos son el saqueo a la sociedad, al pueblo.

El señor Ebrard Casaubón, que cuando su ahora asesor Manuel Camacho era la “estrella” fugaz del salinismo, creyendo que éste sería el sucesor, pregonaba que su máxima aspiración era llegar a ser secretario de Relaciones Exteriores (pues apenas si cursó cortísima licenciatura en esa materia, en los cursos de verano de El Colegio de México, institución casi “patito” porque la mayoría de sus profesores e investigadores se dedican a la “grilla” asesorando al que les llega al precio). Pero dio un vuelco su destino inmediato cuando él y otros se fueron a la Corriente Democrática, con el grueso de los que renunciaron al PRI, encabezados por Cárdenas y Muñoz-Ledo.

Después Ebrad se volvió el Juanito de López Obrador cuando éste brillaba y más cuando lo convenció de que lo dejara como sucesor en la Jefatura del Distrito Federal. Luego, como “Juanito” se ha venido rebelando al tabasqueño, al grado de que ya pactó Ebrard con el calderonismo y aspira a tomar por asalto la candidatura de uno de los tres o cuatro PRD que existen, azuzado por Los Chuchos, para la disputa ya en marcha de la presidencia de la República, ya que el sexenio de Calderón se redujo a un trienio.

Pues bien, por más populista que quiera ser, Marcelo Luis (lo igualaron con la pareja aquella de Tin-tán y Marcelo, cuando éstos eran comediantes, al apodarle El carnal Marcelo), para obtener dinero (para su campaña, como Peña Nieto) ha estado aumentando el predial, el agua, el transporte público y acaba de anunciar que el pasaje por persona en el Metro será de tres pesos.

Pero lo anunció como amenaza, ya que dijo (nótese lo de “su” como si fuera el propietario), que “su gobierno” subsidiaría el costo real. Nunca se refirió a que con el mismo dinero que le quita a los defeños (más el que recibe, muy mermado por fugas a los bolsillos vía la corrupción, por comisiones de los 384 obras que viene realizando la administración defeña), es con lo que los funcionarios subsidian los servicios que prestan como parte de su obligación de brindarlos a los habitantes, en este caso, de la ciudad de México.

Que se sepa ningún gobernante y menos los malos gobernantes dan de su dinero para los subsidios; al contrario, saquean las arcas del pueblo. Así que no debe adornarse Ebrard de que va a subsidiar el precio por boleto del Metro. Una cosa es Juan Domínguez y muy otra no me chin...

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