Contra las mujeres los abusos políticos y religiosos

Álvaro Cepeda Neri

En nuestro país las mujeres están sobreviviendo, no sólo al feroz machismo que alimentó, con más barbarie, el mestizaje del español y el gachupinismo con los pueblos colaboracionistas, como los tlaxcaltecas, los aztecas y el resto de las tribus que poblaban el territorio, en la medida que se expandía la Conquista y se implantó, para durar tres siglos, la Colonia.

Después nada se corrigió y el machismo ha perdurado hasta nuestros días, tras el triunfo del patriarcado que ha mantenido en segundo plano a la mujer en cualquiera de sus situaciones. Muchas, actualmente, han logrado superar ese y otros yugos que les ha valido, en gran parte, las brutales embestidas que van desde homicidios, maltratos, abandono con la carga de los hijos, incumplimiento de las resoluciones judiciales para el pago de la manutención familiar, desconfianza en los cargos laborales, su uso para que trabajen candidaturas a cargos de elección popular, y luego hacerlas renunciar a favor de hombres y etcétera, etcétera.

Los últimos días hemos visto cómo 17 entidades (la última con el cínico y doble cara de Fidel Herrera, en Veracruz) han aprobado draconianas leyes penales contra el aborto, apoyadas e impulsadas por el PAN y una fracción del PRI alentada por el desprecio a la mujer por parte de su presidenta: Beatriz Paredes, en una complicidad política y machista (ver la acertada columna de Ciro Gómez Leyva: El macho que Beatriz Paredes lleva dentro, Milenio: 6/X/09).

Y en el colmo de esos disparates del abuso del poder político, la bendición del poder religioso católico, para que ambos, como no lo pueden prohibir, lo sancionen con penas de cárcel, internadas en sanatorios psiquiátricos y los sacerdotes amenazando con la excomunión y no poder entrar al paraíso, para irse derechito al infierno. (Esto, claro, en caso de que tales hipótesis metafísicas sean ciertas).

A finales del zedillismo, durante el foxismo y hoy en el calderonismo, los llamados feminicidios o sean los violentos homicidios de mujeres, precedidos de torturas y violaciones sexuales, han tenido un aumento pavoroso. Van ya, en todo el país, más de cuatro mil mujeres asesinadas (de las que se tiene información).

Se han coludido los poderes religiosos, políticos y perversos del machismo, para lo que es, también, un ataque convertido y permitido e incluso alentado por religiosos (que siguen con el mito de Eva la pecadora), políticos, empresarios y gobernantes. Pero los funcionarios minimizan esa barbarie, cuyo salvajismo tiene en nuestro país un ambiente de pánico entre las mujeres que no saben qué hacer, en el contexto de más de 18 mil homicidios por el narcotráfico y sus sicarios contra militares, paramilitares, policías y escuadrones de la muerte.

Los jueces también están participando en esa lucha en contra de las mujeres. Y éstas sufren, además, el acoso en su diario convivir en un mundo machista, donde los poderes religiosos y políticos amparan a los que eliminan, golpean, violan y amenazan a las mujeres.

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