Confluencia de varias crisis

Rogelio Ramírez de la O

A la memoria de Gabi Mendívil

La crisis económica ya dio origen a una social y ambas pueden generar una crisis política.

La crisis económica se ve en la caída de las ventas, de la recaudación, de la inversión extranjera directa y del índice de confianza del consumidor del Inegi, éste último en su nivel más bajo desde que hay índice.

La social surge del alto nivel de desempleo y se manifiesta en la reducción del consumo familiar forzada por la pérdida de ingreso. Cifras apabullantes son que la pobreza alimentaria aumentó en sólo dos años en 5 millones de personas; y que 7 millones que pertenecían a la clase media hoy viven con no más de 1,600 pesos al mes.

Hay otros 7 millones de jóvenes que no estudian ni trabajan, según el rector José Narro Robles.

Según la política convencional estos problemas han sido y seguirán siendo administrados por el sistema político y las instituciones, entre ellos los programas sociales, las oportunidades de alternancia electoral y la comunicación de los medios masivos, en donde se enfatice que “el país va bien”. Según esto, la recuperación llegará en 2010 y las crisis se contendrán.

Pero este razonamiento probablemente resulte equivocado si la crisis económica genera suficientes problemas financieros. Dichos problemas ya comenzaron. Por ejemplo, la caída de la recaudación que obliga a un mayor endeudamiento público; la necesidad que argumenta el gobierno de utilizar la reserva estratégica del Seguro Social para cubrir obligaciones; o la creciente cartera vencida de los bancos.

Los bancos comerciales registran un aumento acelerado de cartera vencida en las tarjetas de crédito. Ahí el índice de morosidad del sistema es casi 10%, indicativo de crisis, sobre todo después de que se deshicieron de mucha cartera mala. Bancos ligados a cadenas comerciales, como Wal-Mart o Bancoppel tienen cartera vencida alarmante de 25% y 18% respectivamente.

La cartera vencida hipotecaria también saltó 48% en el año a octubre, como era lógico con tanta pérdida de empleo.

Y los créditos empresariales vencidos saltaron 38%, indicando crecientes problemas financieros.

Si estas varias crisis avanzan, causarían una crisis política, porque este gobierno ha fincado la gobernabilidad en repartir dinero a los gobiernos estatales, comprando con ello el apoyo del PRI. Pero al bajar la recaudación por la caída de la producción petrolera y por la recesión, la gobernabilidad queda sin sustento. Además, varios elementos de esa crisis política están ya dados, en la pérdida de credibilidad de instituciones; por ejemplo la Comisión Federal de Telecomunicaciones, según lo señaló recientemente la prensa. O bien en la imposibilidad de garantizar seguridad en muchas zonas donde el crimen organizado reemplaza a la autoridad y cobra contribuciones con extorsión.

Otra faceta de lo mismo es el desplome de 16 puntos porcentuales en el nivel de aprobación de Felipe Calderón y la aprobación tan baja para su gestión económica, en donde sólo tiene 20%; o de empleo (26%).

No es claro cómo este gobierno puede evitar que las varias crisis confluyan y se conviertan en un problema mayor. Pero si ni siquiera intenta una reorganización a fondo de su equipo, lo que veremos en 2010-11 será un gran descalabro. Este descalabro sería después de masivo endeudamiento público, la salida de López Portillo y Salinas, al no poder enfrentar un desplome con realismo. Pero a esos presidentes la crisis les vino al final del sexenio; a Calderón le llegaría mucho antes.

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