Cardenales y obispos, protegidos por el Papa y Calderón, buscan recuperar privilegios en México

Pedro Echeverría V.

1. Hace unos días, en su homilía dominical, el cardenal Rivera Carrera aseguró que “la cultura moderna, además de atacar a la familia con la poligamia y el adulterio, hoy la agrede en su esencia por la equiparación de las uniones homosexuales con el matrimonio entre el hombre y la mujer, hasta el punto de permitir la adopción de niños y niñas en el seno de esas uniones. La Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede, en modo alguno, llevar a la legalización de las uniones homosexuales. El bien común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de la familia, célula primaria de la sociedad”. El arzobispo de México, cardenal con una enorme presencia, está a la cabeza del alto clero mexicano que ha sido acusado de protector de pederastas, de estar aliado al gobierno panista y a poderosos empresarios.

2. Desde que el presidente Carlos Salinas le otorgó todos los derechos al clero en 1992 y estableció totales relaciones con el Estado Vaticano, la poderosa jerarquía eclesiástica no ha descansado en la búsqueda de la recuperación de su dominación arrebatada a mediados del siglo XIX por las fuerzas liberales juaristas. El clero, los militares y los sectores de derecha impulsaron una guerra contra la Reforma liberal (1858/60), luego aprovecharon los privilegios de los 35 años (1876/1911) de la dictadura porfirista y en 1926 lanzó una Guerra Cristera contra el gobierno de la revolución y la Constitución de la República. Es por esa terrible historia, en la que el clero ha estado siempre aliado a las clases explotadoras y opresoras, por la que hay que tener mucho cuidado en sus intervenciones y su fortalecimiento. El PAN y el PRI neoliberales han apoyado su fortalecimiento.

3. No me metería a discutir el significado ideológico o filosófico de las religiones porque pienso como Marx que es simplemente “el opio del pueblo”. La palabra “opio” no es despectiva ni agresiva, pues el opio sólo es una droga analgésica narcótica que “se extrae de las cabezas verdes de la adormilera” (planta similar a la amapola). Parecería que la religión sólo adormece, da protección y descanso a la gente humilde en esta putrefacta sociedad capitalista que mata de hambre, enloquece a la persona y la arrincona negándole todas las salidas. ¿Cómo los humildes pueden huir de la opresión y sus penalidades si no cuentan con otras propuestas, con ideas liberadoras que las ayuden a despertar? Por eso el alto clero, a través de los siglos, se ha aprovechado de esa bondad y desesperación humana, para prometerles el cielo como salvación ante sus sufrimientos en la tierra.

4. ¿Qué pueden hacer los millones de familias que durante días y semanas no han tenido que comer, no les ha salido un trabajo, han visto enfermarse gravemente a sus hijos, etcétera y de pronto, sin poderse explicar racionalmente el por qué de las cosas, “como un milagro”, obtienen un ingreso económico, comen y sus hijos moribundos salvan su vida? ¿Cuántas millones de promesas se hacen a cualquier santo, a cualquier Dios, en los momentos de mayor desesperación que sirven de alivio, de descanso, de “colchón”, para que la gente más pobre y más honesta no tenga que darse con la pared? Por eso pienso que mientras exista el capitalismo, la explotación, la opresión y la miseria, la gran mayoría de la población tendrá que encontrar un lugar para desahogar sus penas y sus sufrimientos. Parece que la religión ayuda es fundamental para dormir el alma. El pueblo parece necesitarla.

5. El problema no es la religión como ideología porque en última instancia hay una enorme cantidad de ideologías y religiones en el mundo y cada quien puede adoptar la que quiera. El problema surge cuando las personas o grupos las interpretan para beneficio de sus intereses personales y se aprovechan de la gente honesta que los siguen. Todavía se puede hablar en México de alto clero o gran jerarquía eclesiástica que forma parte de la clase dominante y de los sectores minoritarios que determinan acerca de las políticas de Estado; pero también de clero bajo que es la gran masa de sacerdotes o curas de pueblos y pequeñas ciudades ligados directamente a los problemas de la población tales como miseria y pobreza, defensa de derechos indígenas, campesinos y sectores marginados. Sus ideologías suelen oponerse en los momentos en que la población se manifiesta.

6. La alta jerarquía católica en México, formada por los delegados papales, cardenales y arzobispos de casi todas las grandes capitales de los estados de la República, mantiene un papel determinante en las políticas de cada entidad. Todos los políticos de alto nivel deben lograr “la bendición” de esos jerarcas para obtener algún cargo de elección, de lo contrario su partido será castigado desde el púlpito y las sacristías de la iglesias. El clero –como los fuertes partidos y organizaciones empresariales hace alta política desde la cúspide del poder para conservar los privilegios que durante siglos ha tenido. Cuando desde el púlpito condena el aborto o su legalización, cuando combate a los homosexuales prohibiendo que pudieran formar una propia familia con hijos adoptados o cuando llama a sus feligreses a no votar por partidos no religiosos, están interviniendo directamente en política.

7. En los dos últimos años el alto clero, mediante un arreglo o acuerdo con el gobierno del PAN y los líderes del PRI han logrado echar abajo en 18 estados -de los 32 en que se divide el país- de las medidas avanzadas que años antes se habían logrado en materia de aborto y sociedades de convivencia. No se han podido imponer en la Ciudad de México donde desde hace 12 años gobierno el PRD. Es el motivo por el cual el Cardenal Norberto Rivera va ahora con toda su fuerza después de varios ensayos provocadores que ha preparado contra los gobiernos del PRD y López Obrador. Lo que el clero busca es recuperar el mayor poder posible en estos momentos en que el gobierno de la derecha panista, apuntalado por el ejército, demuestra tener fuerza. La pregunta sería: ¿Tendrán los ciudadanos del DF la fuerza para confrontar a los mercaderes de la iglesia?

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