Francisco Rodríguez
ENTUSIASMADO, CUAL SI se tratara de un chiquillo que acabara de conocer el Epcot Center de Disneyworld, el analista político describía a través de la radio cómo es que la SS de Genaro García Luna puede tener acceso ¡a las cuentas bancarias, a los trámites migratorios! del ciudadano que se le antoje o le pegue la gana. Este escribidor escuchaba y pensaba a un tiempo en el mítico Martin Niemöller: “Cuando los nazis vinieron por los comunistas / me quedé callado…”
El furor del intelectual iba in crescendo al relatar cómo desde una sala ubicada en un nuevo edificio de la Avenida Constituyentes de la capital nacional, podía observarse un vehículo que en ese mismo estuviese ingresando al Distrito Federal por la autopista que lo une con Cuernavaca… y cómo, en un acercamiento, podía tomarse nota de los números de las placas del auto… y, cada vez más eufórico, cómo es que con un simple click a la computadora conectada “al servidor más grande del país” –no es Calderón, por supuesto, sino un artilugio electrónico--, aparecían en monitores el nombre del propietario del automóvil y sus cuentas bancarias, entre otros datos. Niemöller volvió a mi cabeza: “… Cuando encerraron a los socialdemócratas / permanecí en silencio; / yo no era socialdemócrata…”.
También entusiasmado, platicó al conductor José Cárdenas que él mismo, a petición expresa, había sido objeto de una indagatoria como la que, supuestamente, habrán de practicarse a los sospechosos de ser criminales, y narró que en pantallas habían aparecido todas las ocasiones en las que ha salido e ingresado del país, y que como es un globertrotter… “Cuando llegaron por los sindicalistas / no dije nada; / yo no era sindicalista...”
¿Es exacta la crónica del comentarista radiofónico y columnista del diario Excélsior, Leo Zuckerman? De ser así, ¿debe embriagarnos de felicidad el hecho de que en México haya, desde ya, un centro de “inteligencia” o espionaje que invada la privacidad y ponga en manos de la (fallida) Administración datos tan personales como los estados de cuenta bancarios, sin que medie autorización judicial? “… Cuando vinieron por los judíos / No pronuncié palabra; / yo no era judío”.
Sucedía esto la tarde-noche del martes 24, hace un par de días, justo después de que fuese inaugurada, por la mañana, la nueva instalación desde la que se vigilará a toda la ciudadanía –ya sabemos de qué datos podrán hacerse las policías de la SS de Genaro García Luna--, tenga o no qué ver con el crimen.
Pocas horas después, también, de que desde la Secretaría de Gobernación de la malograda Administración se diera a conocer que la empresa holandesa Smartmatic International Holding se adjudicó un contrato por 299 millones 476 mil 100 pesos para dotar a México de equipo especializado para obtener información biométrica, con base en la cual será expedida la cédula de identidad ciudadana. “… Cuando vinieron por mí / no quedaba nadie para decir algo.”
Ni más ni menos que Smartmatic, empresa que está bajo un par de investigaciones del FBI por una supuesta evasión fiscal en los Estados Unidos, lo mismo que por presuntos sobornos en Venezuela.
¿A esta empresa le entregaremos nuestros datos personales? ¿Para que, como ya hacen los bancos, sean puestos en manos de la policía política de la SS?
Hablaba Zuckerman, también, horas después de que aparecieran publicados los resultados de una averiguación previa sobre delitos de espionaje que involucran a buena parte de la llamada “clase” política.
Entrometerse en las vidas privadas está de moda.
Y a algunos les causa júbilo. Como si estuvieran, dijo Zuckerman, en el escenario de la teleserie 24.
Muy grave el estado policiaco que ya se vive en el país, ¿o no?
Índice Flamígero: A escasos días de que se cumpla el tercer aniversario de su ocupación de Los Pinos, el señor Felipe Calderón dijo ayer que ya “es hora de enderezar el rumbo”. Sin comentarios.
ENTUSIASMADO, CUAL SI se tratara de un chiquillo que acabara de conocer el Epcot Center de Disneyworld, el analista político describía a través de la radio cómo es que la SS de Genaro García Luna puede tener acceso ¡a las cuentas bancarias, a los trámites migratorios! del ciudadano que se le antoje o le pegue la gana. Este escribidor escuchaba y pensaba a un tiempo en el mítico Martin Niemöller: “Cuando los nazis vinieron por los comunistas / me quedé callado…”
El furor del intelectual iba in crescendo al relatar cómo desde una sala ubicada en un nuevo edificio de la Avenida Constituyentes de la capital nacional, podía observarse un vehículo que en ese mismo estuviese ingresando al Distrito Federal por la autopista que lo une con Cuernavaca… y cómo, en un acercamiento, podía tomarse nota de los números de las placas del auto… y, cada vez más eufórico, cómo es que con un simple click a la computadora conectada “al servidor más grande del país” –no es Calderón, por supuesto, sino un artilugio electrónico--, aparecían en monitores el nombre del propietario del automóvil y sus cuentas bancarias, entre otros datos. Niemöller volvió a mi cabeza: “… Cuando encerraron a los socialdemócratas / permanecí en silencio; / yo no era socialdemócrata…”.
También entusiasmado, platicó al conductor José Cárdenas que él mismo, a petición expresa, había sido objeto de una indagatoria como la que, supuestamente, habrán de practicarse a los sospechosos de ser criminales, y narró que en pantallas habían aparecido todas las ocasiones en las que ha salido e ingresado del país, y que como es un globertrotter… “Cuando llegaron por los sindicalistas / no dije nada; / yo no era sindicalista...”
¿Es exacta la crónica del comentarista radiofónico y columnista del diario Excélsior, Leo Zuckerman? De ser así, ¿debe embriagarnos de felicidad el hecho de que en México haya, desde ya, un centro de “inteligencia” o espionaje que invada la privacidad y ponga en manos de la (fallida) Administración datos tan personales como los estados de cuenta bancarios, sin que medie autorización judicial? “… Cuando vinieron por los judíos / No pronuncié palabra; / yo no era judío”.
Sucedía esto la tarde-noche del martes 24, hace un par de días, justo después de que fuese inaugurada, por la mañana, la nueva instalación desde la que se vigilará a toda la ciudadanía –ya sabemos de qué datos podrán hacerse las policías de la SS de Genaro García Luna--, tenga o no qué ver con el crimen.
Pocas horas después, también, de que desde la Secretaría de Gobernación de la malograda Administración se diera a conocer que la empresa holandesa Smartmatic International Holding se adjudicó un contrato por 299 millones 476 mil 100 pesos para dotar a México de equipo especializado para obtener información biométrica, con base en la cual será expedida la cédula de identidad ciudadana. “… Cuando vinieron por mí / no quedaba nadie para decir algo.”
Ni más ni menos que Smartmatic, empresa que está bajo un par de investigaciones del FBI por una supuesta evasión fiscal en los Estados Unidos, lo mismo que por presuntos sobornos en Venezuela.
¿A esta empresa le entregaremos nuestros datos personales? ¿Para que, como ya hacen los bancos, sean puestos en manos de la policía política de la SS?
Hablaba Zuckerman, también, horas después de que aparecieran publicados los resultados de una averiguación previa sobre delitos de espionaje que involucran a buena parte de la llamada “clase” política.
Entrometerse en las vidas privadas está de moda.
Y a algunos les causa júbilo. Como si estuvieran, dijo Zuckerman, en el escenario de la teleserie 24.
Muy grave el estado policiaco que ya se vive en el país, ¿o no?
Índice Flamígero: A escasos días de que se cumpla el tercer aniversario de su ocupación de Los Pinos, el señor Felipe Calderón dijo ayer que ya “es hora de enderezar el rumbo”. Sin comentarios.
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