Enrique Cisneros Luján
Entre compañeros es necesario hablarse con la verdad y más en momentos decisivos, por ello externamos estos puntos de vista.
Sin negar la importancia del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) en las luchas de pueblo mexicano, sería faltar a la verdad afirmar que antes del 11 de octubre, el SME mantuvo una acción política acorde con las exigencias del momento histórico.
Quienes están en la lucha cotidiana saben que el SME se movilizaba realmente antes de sus revisiones de contrato colectivo y el resto del año sólo lo hacían “comisiones”, por llamarle de alguna manera; además, desde luego, la solidaridad que aportaban a algunas luchas “en especie”. En el momento en que se negociaban y firmaban las nuevas condiciones del contrato, el SME se desmovilizaba.
En la política mexicana esto no sólo es atribuible al SME, es una práctica de la mayoría de las organizaciones (sobre todo las grandes y poderosas) y que consiste en movilizar para tener fuerza a la hora de las negociaciones. Esto ha impedido avanzar en procesos unitarios y dar respuestas que tengan continuidad.
Así, SUTAUR-100, cuando tuvo fuerza hizo su trabajo aislado y sólo se vinculó con otras organizaciones cuando ya tenía encima la represión. EL EZLN y la Otra, igualmente trabajan para organizar actos de apoyo a Chiapas, pero no hay disponibilidad de hacerlo de manera franca para intentar buscar esa unidad que pregonó Marcos en los noventas donde decía: juntémonos a partir de los acuerdos y luego vemos las diferencias.
Lo mismo sucede con los movimientos que encabeza López Obrador: movilizó a millones contra el desafuero, negoció y desmovilizó. Algo semejante hizo después del fraude del 2006, aunque sin haber negociado, reculó cuando consideró que el pueblo lo podía rebasar.
Fue distinta la lucha que encabezó el CGH en la UNAM hace 10 años. Se levantó el movimiento y cuando trató de ser negociado con rectoría por los “moderados” del PRD, las bases los rebasaron, los repudiaron y siguieron adelante. Por ello, a pesar de la entrada de la PFP, la UNAM sigue siendo pública y gratuita.
El SME tiene muy poco margen de negociación. El gobierno se fue con todo para amarrar el super negocio que le representa a los accionistas privados (sobre todo españoles) el control de la electricidad, incluyendo el recibir casi de manera gratuita los miles de kilómetros de fibra óptica. Ojalá esto lo entiendan los dirigentes que siguen alentando en las bases la esperanza de que una resolución judicial pueda cambiar los acontecimientos.
El gobierno ya está en el punto de hacer lo que hizo con el SUTAUR-100: buscar un pretexto para “ilegalizar” el movimiento y encarcelar al comité ejecutivo. El supuesto atropellamiento de algunos policías en las protestas del día 11 así lo evidencian.
Ante esto, o la dirección del SME da un paso adelante y le quita al movimiento la camisa de fuerza de la protesta dizque pacífica y se abre para que la movilización vaya más allá de las demandas (válidas) del SME, o la historia volverá a repetirse, llamando a manifestaciones, alentando expectativas legaloides y hasta jurídicas en los trabajadores, conduciendo a los inconformes a un nuevo fracaso que en este caso puede abrir las puertas de manera definitiva al fascismo.
No hay vuelta de hoja: o se dan pasos hacia adelante, dejando que el pueblo realmente se organice, desencadenando su fuerza, o habrá una y otra manifestación gigante pero sólo para el anecdotario.
En el boletín del SME del 13 de noviembre afirman: “ solo nos queda decirles, nosotros no vamos a cejar en la lucha, vamos a ir hasta las últimas consecuencias. Es ese nuestro compromiso de clase frente a ustedes, y como trabajadores, sabremos honrar nuestra palabra. Hermanos, compañeros, camaradas: debemos convertir la rabia, el enojo y la impotencia en organización superior, en proyectos unitarios y convergentes, en labrar la unidad de todos sin distingos de ninguna naturaleza, para enfrentar a nuestros enemigos de clase, porque más temprano que tarde habremos de vencer. Próximas jornadas están por venir y de nuevo ahí nos encontraremos, como siempre lo sabemos hacer, con orgullo y dignidad proletaria y con nuestra convicción clasista y combativa”
Ojalá, así suceda. No hay otro camino.
Entre compañeros es necesario hablarse con la verdad y más en momentos decisivos, por ello externamos estos puntos de vista.
Sin negar la importancia del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) en las luchas de pueblo mexicano, sería faltar a la verdad afirmar que antes del 11 de octubre, el SME mantuvo una acción política acorde con las exigencias del momento histórico.
Quienes están en la lucha cotidiana saben que el SME se movilizaba realmente antes de sus revisiones de contrato colectivo y el resto del año sólo lo hacían “comisiones”, por llamarle de alguna manera; además, desde luego, la solidaridad que aportaban a algunas luchas “en especie”. En el momento en que se negociaban y firmaban las nuevas condiciones del contrato, el SME se desmovilizaba.
En la política mexicana esto no sólo es atribuible al SME, es una práctica de la mayoría de las organizaciones (sobre todo las grandes y poderosas) y que consiste en movilizar para tener fuerza a la hora de las negociaciones. Esto ha impedido avanzar en procesos unitarios y dar respuestas que tengan continuidad.
Así, SUTAUR-100, cuando tuvo fuerza hizo su trabajo aislado y sólo se vinculó con otras organizaciones cuando ya tenía encima la represión. EL EZLN y la Otra, igualmente trabajan para organizar actos de apoyo a Chiapas, pero no hay disponibilidad de hacerlo de manera franca para intentar buscar esa unidad que pregonó Marcos en los noventas donde decía: juntémonos a partir de los acuerdos y luego vemos las diferencias.
Lo mismo sucede con los movimientos que encabeza López Obrador: movilizó a millones contra el desafuero, negoció y desmovilizó. Algo semejante hizo después del fraude del 2006, aunque sin haber negociado, reculó cuando consideró que el pueblo lo podía rebasar.
Fue distinta la lucha que encabezó el CGH en la UNAM hace 10 años. Se levantó el movimiento y cuando trató de ser negociado con rectoría por los “moderados” del PRD, las bases los rebasaron, los repudiaron y siguieron adelante. Por ello, a pesar de la entrada de la PFP, la UNAM sigue siendo pública y gratuita.
El SME tiene muy poco margen de negociación. El gobierno se fue con todo para amarrar el super negocio que le representa a los accionistas privados (sobre todo españoles) el control de la electricidad, incluyendo el recibir casi de manera gratuita los miles de kilómetros de fibra óptica. Ojalá esto lo entiendan los dirigentes que siguen alentando en las bases la esperanza de que una resolución judicial pueda cambiar los acontecimientos.
El gobierno ya está en el punto de hacer lo que hizo con el SUTAUR-100: buscar un pretexto para “ilegalizar” el movimiento y encarcelar al comité ejecutivo. El supuesto atropellamiento de algunos policías en las protestas del día 11 así lo evidencian.
Ante esto, o la dirección del SME da un paso adelante y le quita al movimiento la camisa de fuerza de la protesta dizque pacífica y se abre para que la movilización vaya más allá de las demandas (válidas) del SME, o la historia volverá a repetirse, llamando a manifestaciones, alentando expectativas legaloides y hasta jurídicas en los trabajadores, conduciendo a los inconformes a un nuevo fracaso que en este caso puede abrir las puertas de manera definitiva al fascismo.
No hay vuelta de hoja: o se dan pasos hacia adelante, dejando que el pueblo realmente se organice, desencadenando su fuerza, o habrá una y otra manifestación gigante pero sólo para el anecdotario.
En el boletín del SME del 13 de noviembre afirman: “ solo nos queda decirles, nosotros no vamos a cejar en la lucha, vamos a ir hasta las últimas consecuencias. Es ese nuestro compromiso de clase frente a ustedes, y como trabajadores, sabremos honrar nuestra palabra. Hermanos, compañeros, camaradas: debemos convertir la rabia, el enojo y la impotencia en organización superior, en proyectos unitarios y convergentes, en labrar la unidad de todos sin distingos de ninguna naturaleza, para enfrentar a nuestros enemigos de clase, porque más temprano que tarde habremos de vencer. Próximas jornadas están por venir y de nuevo ahí nos encontraremos, como siempre lo sabemos hacer, con orgullo y dignidad proletaria y con nuestra convicción clasista y combativa”
Ojalá, así suceda. No hay otro camino.
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