Siempre los sábados... pero nunca en domingo

Álvaro Cepeda Neri

El autoritarismo presidencial a la mexicana y más cuando sus actos sigilosos, conspiraciones y abusos del poder han de tener lugar conforme a la Razón de Estado (que tanto le achacan, como principio teórico, a quien en una de sus facetas fue el maestro de ese poder autocrático en su obra El Príncipe; mientras su mejor característica fue como pensador democrático-republican: Nicolás Maquiavelo), de Guadalupe Victoria a Calderón, siempre con tendencias autoritarias, por lo general ha dado sus coletazos en las madrugadas del final de la semana (éstas terminan, contra lo que se cree, el sábado y comienzan los domingos) en el ya clásico “sabadazo”.

Así sucedió lo que todavía no termina, que fue el golpe sorpresa, tramado en la oscuridad de los pasillos de Los Pinos, y tan en secreto que por ninguna parte se filtró lo que iba a suceder, aunque había síntomas y hechos de que Calderón y Lozano Alarcón estaban preparando algo contra la cúpula sindical y los trabajadores de Luz y Fuerza del Centro.

Esta mecha prendida apenas comienza su recorrido a lo que puede ser el estallido de una bomba social, como no se veía desde el golpismo de Díaz Ordaz en 1968 o, más remotamente, las consecuencias del Golpe de Estado y Razón de Estado del alcohólico Victoriano Huerta. Esto no es una exageración. Y como en el beisbol, no se vayan que esto apenas comienza.

El caso es que las mañas autoritarias del presidencialismo, y ahora con los dizque “buenos” (para nada) panistas, esa “mano negra” lleva visos de seguir los pasos del golpismo de Victoriano Huerta, con este “sabadazo” contra los electricistas, a los que agarró desprevenidos (lo cual pone de relieve la incapacidad de sus dirigentes, que estaban durmiendo en su corrupción, mientras el abuso del poder hacía de las suyas).

La preferencia por los “sabadazos” no es por la película aquella de Nunca en domingo y que es la historia-guión de una mujer dedicada al amor libre y al mejor postor, con Melina Mercuri) y de pegajosa música, a la que un galán quiere retirar de la prostitución impartiéndole cursos sobre el pensamiento de Aristóteles (el Estagirita).

Los presidentes a la mexicana (de nuestra “bárbara democracia, como en maravilloso ensayo la analizó José Revueltas) no es que sepan algo de Aristóteles, pero sí son la prostitución autocrática, ya que un individuo en el poder, y más con el apoyo de los militantes, es capaz de tomar decisiones de dictador.

Calderón es la síntesis de Álvaro Uribe y Hugo Chávez, pues los presidentes sudamericanos abiertamente actúan autoritariamente; mientras Calderón, con disfraz demócrata, actúa en sigilo, rechazando convencer y negociar. Seguirán los “sabadazos”. Cada final de semana, en Los Pinos, traman cómo ejecutar abusos... pero nunca en domingo ni en lunes, porque los “lunes ni las gallinas ponen” ni los albañiles trabajan por una larga tradición. Católico que es Calderón no respeta el sábado de los judíos (el “sabbath”, ni el domingo de su religión). Así que siempre en sábado... y nunca en domingo.

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