Recesión y desempleo

Rogelio Ramírez de la O

Si el cambio en el Producto Interno Bruto (PIB) se mide como lo hace oficialmente el INEG, comparándolo con el del mismo periodo del año anterior, la recesión no terminó en el tercer trimestre ni terminará en el cuarto.

Eso no invalida que el nivel de actividad del tercer trimestre esté arriba del nivel en el segundo, como lo indica el gobierno, en 2.7%, pero entonces la caída anual seguirá siendo superior a 4%.

Para empleados y empresarios angustiados por las difíciles condiciones económicas, estos anuncios sólo causan mayor pérdida de credibilidad al gobierno, sobre todo insistir en que aquí terminó la recesión.

Siguiendo una máxima de operadores del mercado, no es la caída lo que mata, sino lo que está en el suelo. El PIB en el primer semestre cayó 9.2%, mucho más que en 1995 (6.2%) que hasta ahora tenía el récord de las recesiones. Una caída así no pasa sin dejar pérdidas permanentes. Aun si el crecimiento retornara a su tasa histórica, tanto el producto como el empleo y el ingreso ya están en niveles 10% menores.

Por ello la insistencia de algunos, incluyéndome, en que el gobierno mejor redujera su gasto burocrático y no aumentara los impuestos. Un ejemplo lo tenemos en el escenario casi aterrador de desempleo y subempleo.

En los tres trimestres hasta junio de 2009, según el INEG, la población empleada cayó en 281 mil, por cierto, menos de lo que lo había hecho hasta marzo (710 mil). Pareciera como si el empleo se hubiera recuperado en el segundo trimestre.

La explicación reside en que de la población empleada, los que trabajan menos de 35 horas por semana, aumentaron en 2.2 millones. Y quienes no son económicamente activos pero están disponibles para el trabajo aumentaron en 732 mil. Finalmente, los subempleados aumentaron en 1.9 millones. La suma de pérdida de empleos y subempleados en estas varias categorías aumentó en 5.1 millones, dentro de una población económicamente activa de 45.7 millones. No hay duda del desplome no sólo del empleo, sino de las condiciones sociales de la mayoría.

Como al caer las ventas las empresas despiden personal o reducen las horas de trabajo de los contratados, aprenden a hacer más con menos. Los que mantienen su empleo se esmeran y realizan tareas que antes no realizaban, lo que cancela la necesidad de nuevas contrataciones en el nuevo ciclo.

Para que las empresas contraten más personal sus ventas necesitarían aumentar mucho, pues antes cualquier aumento modesto lo enfrentarán con el personal ya existente.

Así, una vez que hay un rebote como el actual, que en la jerga del mercado se llama el rebote de un gato muerto, en 2010 el nivel de actividad, aun superior al de 2009, probablemente no tendrá un alza que siquiera valga la pena mencionar, pues los mayores impuestos y precios públicos se van a encargar de quitar más poder de compra a consumidores y empresas.

De ahí que la confianza del consumidor, en la misma semana del anuncio gubernamental, cayera 6.1%, a su nivel más bajo en la historia del índice. Y el subíndice sobre posibilidades de la familia de adquirir algún bien grande también está en su nivel más bajo. Cómo no, si por meses se les bombardeó con noticias de un gran boquete fiscal y luego perdieron empleo y sus impuestos aumentaron.

Es natural que a empresarios o gobierno, al sentir que llevamos mucho tiempo abajo, les parezca casi cualquier movimiento como un alza. Pero deberían cuidar que sus anuncios estén avalados cuando menos por las cifras del INEG, ya sea de confianza, empleo o compras de las familias.

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