¿Recesión o requesón?

Francisco Rodríguez

¡QUE SUENEN LAS fanfarrias! Por decreto, el ocupante de Los Pinos ha declarado el fin de la recesión económica. ¿Quiere decir esto que ha aumentado la producción de bienes y servicios? ¿Que el consumo se ha incrementado y que hoy se venden como pan caliente automóviles y viviendas? ¿Que los desempleados han vuelto a encontrar un salario remunerador a cambio del alquiler de su fuerza de trabajo? No, obviamente.

La mente del señor Felipe Calderón es prodigiosa. Posee la capacidad de crear escenarios fantásticos o bien del todo fantasiosos. “Catarritos” económicos, cuando el país está tendido en una camilla de la sala de urgencias demandando una intervención quirúrgica a cargo de manos expertas. “Fin de la recesión”, cuando la nación toda está sumida en una depresión ya no sólo de liquidez, incluso emocional.

Pero demos por buena la inventiva política del michoacano. Hagámosle creer que, otra vez, nos dora la píldora o que, sin siquiera chistar, nos tragamos fácilmente sus palabras.

Preguntémosle entonces ¿qué ha hecho su requetefallida Administración para ayudar al país a salir de la recesión? ¿Cuál de sus programas anticíclicos fue el atinado? ¿Acaso aquél de hace poco más de un año que consistía en “congelar” el precio de los tés en bolsita, al que tanta propaganda hicieran los plumíferos de siempre? ¿A lo mejor el de la deschatarrización vehicular, a cambio del equivalente a mil chinchurrientos dólares?

Todo lo contrario. Al señor Calderón y al cerrado grupito de funcionarios tóxicos que todavía le aguantan sus berrinches y rabietas –la mayoría está en espera de que le pidan la renuncia, pues ya no soportan la muy comentada “mecha corta”--, todo se les ha ido en hablar y sólo hablar. También en estorbar. Incluso hasta en contribuir al caos que, pese a lo apenas declarado, aún se vive aquí.

Por rencores personales, por ejemplo, mantienen acorralado al principal inversionista mexicano, Carlos Slim, quien desde el más reciente febrero –justo después de sus pronósticos realistas, que provocaron la ira de Calderón-- no ha levantado una sola torre de su vasta red de telefonía celular. Si ha concretado algunos nuevos negocios, tal es porque estaban en vías de cristalizar antes de que fuese injuriado por personajes tan atípicos como el secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón. Slim, por eso, se ha ido poco a poco con su música –y su dinero— a otras partes.

La pírrica Administración calderonista, además, ha contribuido apenas a engrosar las filas del desempleo, enviando a la calle a decenas de miles de electricistas con la controvertida extinción de Luz y Fuerza.

¿Es por ello que –otra vez fanfarrias-- ha terminado la recesión?

Creo que lo entendimos mal. Creo que el único que sí lo entendió al momento fue uno de los twitteros más populares de la red mexicana, @elnaquito, quien apenas terminando el partido futbolero de la mañana de este jueves, se fue a “echar unos tlacoyos” para quitarse el mal sabor de boca que le provocara el adverso resultado, y se encontró con la muy desagradable noticia de que “la seño de los tlacoyos le copio la frase al Calderón... dice que ya no hay requesón”.

Y no. No hay.

Índice Flamígero: Dice don Emilio Treviño, con respecto al escuadronero edil en Nuevo León, Mauricio Fernández, “creo que pocos analistas han señalado la gravedad por la actuación abierta de un Estado criminal sin caretas. Y creo que nadie ha exigido (como deberíamos) la destitución y el encarcelamiento de Mauricio Fernández por organizar y ordenar asesinatos. ¿Qué nos está sucediendo? Es común que un criminal delinca, ¿pero… la “autoridad” delinquiendo? Mauricio Fernández representa al Estado. Y cuando un Estado se convierte en criminal no tiene razón de ser. Y a un Estado criminal vamos llegando con ese presidente municipal asesino. Ese señor tiene que ser encarcelado por ordenar homicidios. Es un criminal. ¿Por qué nadie lo llama así? Es un asesino, es un delincuente. Está organizando grupos criminales para organizar asesinatos. No hay ninguna diferencia entre él y los criminales a los que dice perseguir. Me extraña por qué en la prensa nadie se refiera a Mauricio Fernández como lo que es: un asesino, un criminal. Y un criminal confeso. En una sociedad civilizada, ya se habría destituido al funcionario que confiesa organizar escuadrones de la muerte. Tenemos el caso español de los “Gal”, constituidos para cazar etarras. Criminales en el poder como Mauricio Fernández han empezado a eliminar a supuestos secuestradores. Después irán por los disidentes políticos. Ante esa amenaza, los disidentes se prevendrán y acudirán a la autodefensa por la fuerza, ¿o qué? ¿No los están obligando a ello?”

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