Protestan los empresarios menos panistas y más al centro

ALVARO CEPEDA NERI

Desde el salinismo (y vamos para 24 años) la derechización presidencial, donde radica el centro de gravedad del quehacer político, administrativo y económico, los empresarios y sus socios: comerciantes, patrones, inversionistas nativos y extranjeros, etc., han aumentado sus protestas respecto a la conducción del país y su Nación, ya que las políticas públicas, de cortísimo plazo, y que no han ido más allá de las narices de esos cuatro montados en la silla presidencial, dejaron como saldo un retroceso en todos los órdenes con más empobrecimiento y alzas de precios y menos empleo y consumo.

En fin, un deterioro generalizado que concluye en el intencional abandono de la educación (en manos de doña Perfecta Elba Esther Gordillo y sus secuaces) sobre todo la gratuita y pública, atacada su laicidad para llevar agua al molino de los colegios privados y el cultivo de la religiosidad preferencial, con base a que “todos los caminos conducen a Roma”, es decir, al Vaticano.

Encabezados por Carlos Slim, quien guardó silencio cuando el salinato del que fue parido gracias a la tramposa privatización de Telmex, los empresarios que pescan en el capitalismo a la mexicana (de botín y rapiña, para decirlo con Max Weber) han alzado cada vez más la voz para protestar y criticar las políticas públicas.

Primero de la derecha pseudopriísta de Salinas y Zedillo (de un PRI que se empezó a desdibujar desde Echeverría), hoy de la derecha clavada de Fox y Calderón, quien de plano se hundió en el fracaso foxista y ya no quiere el queso de la ratonera, sino salir de ella así sea cuando cumpla cuatro años y constitucionalmente sea posible accionar lo de la presidencia sustituta para concluir el sexenio.

Acaban de irse a la yugular del mal gobierno con resacas de Calderón, ya que insisten en reprocharle que las políticas públicas no estimulan el crecimiento económico y por lo contrario, tras la estupidez calderonista y de Ebrard, de cancelar toda actividad económica a raíz de la epidemia de gripe, acabaron por darle la puntilla a la crisis y ésta se transformó en un desastre nacional.

El país está en quiebra y minado por el desempleo masivo, pobreza, enfermedades, falta de cupo en las escuelas de estudios superiores, narcotráfico, narcopolítica, militarismo y el total relajamiento de la política, lo que ha generado reales y posibles explosiones sociales. A tal grado que los empresarios reunidos en Monterrey han alertado (y ellos mismos con el miedo reflejado en sus declaraciones) sobre estos peligros.

El campo está parado. La industria casi paralizada. El consumo a la baja. La inflación al alza. Los servicios a la mitad de sus quehaceres. Los salarios de hambre. Y no se ve que con el calderonismo en retirada, las cosas vayan a empezar a tomar una modesta reactivación. El abismo está a la vista y la desesperación social anuncia brotes guerrilleros para recibir el 2010, aniversario de las revoluciones de Independencia y de la lucha antiporfirista, cuyo factor común fue la rebelión contra el mal gobierno.

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