Álvaro Cepeda Neri
Cada año la Academia Sueca premia, cada vez con más descaro (para favorecer intereses) respecto de las medallas a los bienhechores de la paz y de literatura; no así con las distinciones en Economía (Elinor Ostrom y Oliver Williamson); Química (Carol Greider, Jack Szostak y Elizabetrh Blankburn); y Física (Charles Kao, George Smith y Willard Boyle).
Todo ellos, como propone Immanuel Kant: ciudadanos del mundo, como se declararon los Estoicos, en la Atenas gloriosa que culminó su grandeza política, filosófica, literaria, política y en escultura, con el genio democrático de Pericles que nos hace vibrar en las páginas supremas del gran Tucídides, autor de La guerra del Peloponeso.
Bajemos ahora de esas nubes de la historia reciente y antigua, al golpe calderonista a los electricistas con la violentísima requisa militar a sus instalaciones, y la puesta en marcha (cuando menos con mucha saliva de Lozano Alarcón, Gómez Mont, la Kessel y sobre todo Calderón) de su liquidación como empresa.
Mientras tanto, esto está generando más conflictos políticos que son problemas que se acumulan a las puertas del presidencialismo panista sin resolver, lo que bien puede prender la mecha de la bomba social que representan la pobreza, el desempleo, la inseguridad en grado de terrorismo, las sólo diez o 15 millones de vacunas contra la gripe que dejan fuera a casi 100 millones de mexicanos y el hambre que ya recorre el país.
Atrás, adelante y en medio del asunto está el fabuloso y multimillonario negocio de la fibra óptica para las comunicaciones y por cuyo invento fueron premiados Charles Kao (con su ayudante George Hocklam), de Gran Bretaña, quienes hace medio siglo adelantaron la posibilidad de usar fibra óptica.
Ésta crea “verdaderas autopistas de la información entre ciudadanos (con fibras de sílice) y continentes, por las que circulan a la vez millones de conversaciones telefónicas, cantidades enormes de datos y todo a una velocidad equivalente a miles de millones de informaciones... las comunicaciones ópticas requieren, pues, de la digitalización de la información” (nota del reportero director del Centro de Nanomateriales, en Nueva York, para El País: 14/X/09).
La fibra óptica está por introducirse en nuestro país y es negocio de los panistas, que no quieren compartir con el sector público y mucho menos con Luz y Fuerza del Centro; paraestatal que Calderón, con el clásico manotazo autoritario a la Victoriano Huerta (el alcohólico militaroide del Golpe de Estado en 1913), ordenó liquidar y echar a la calle a casi 50 mil trabajadores a los que les darán si aceptan la carnada, cuando mucho 300 mil pesos a cada uno.
Dos foxistas amigos de Calderón tienen la autorización para ser los únicos que hagan el negocio de la fibra óptica y para esto desde Los Pinos el pianista secretario del Trabajo, Lozano Alarcón, y el “señor presidente” Calderón, con soldados de Genaro García Luna disfrazados de policías (poder tras el trono y aspirante a sucesor) se fueron encima de los electricistas.
Cada año la Academia Sueca premia, cada vez con más descaro (para favorecer intereses) respecto de las medallas a los bienhechores de la paz y de literatura; no así con las distinciones en Economía (Elinor Ostrom y Oliver Williamson); Química (Carol Greider, Jack Szostak y Elizabetrh Blankburn); y Física (Charles Kao, George Smith y Willard Boyle).
Todo ellos, como propone Immanuel Kant: ciudadanos del mundo, como se declararon los Estoicos, en la Atenas gloriosa que culminó su grandeza política, filosófica, literaria, política y en escultura, con el genio democrático de Pericles que nos hace vibrar en las páginas supremas del gran Tucídides, autor de La guerra del Peloponeso.
Bajemos ahora de esas nubes de la historia reciente y antigua, al golpe calderonista a los electricistas con la violentísima requisa militar a sus instalaciones, y la puesta en marcha (cuando menos con mucha saliva de Lozano Alarcón, Gómez Mont, la Kessel y sobre todo Calderón) de su liquidación como empresa.
Mientras tanto, esto está generando más conflictos políticos que son problemas que se acumulan a las puertas del presidencialismo panista sin resolver, lo que bien puede prender la mecha de la bomba social que representan la pobreza, el desempleo, la inseguridad en grado de terrorismo, las sólo diez o 15 millones de vacunas contra la gripe que dejan fuera a casi 100 millones de mexicanos y el hambre que ya recorre el país.
Atrás, adelante y en medio del asunto está el fabuloso y multimillonario negocio de la fibra óptica para las comunicaciones y por cuyo invento fueron premiados Charles Kao (con su ayudante George Hocklam), de Gran Bretaña, quienes hace medio siglo adelantaron la posibilidad de usar fibra óptica.
Ésta crea “verdaderas autopistas de la información entre ciudadanos (con fibras de sílice) y continentes, por las que circulan a la vez millones de conversaciones telefónicas, cantidades enormes de datos y todo a una velocidad equivalente a miles de millones de informaciones... las comunicaciones ópticas requieren, pues, de la digitalización de la información” (nota del reportero director del Centro de Nanomateriales, en Nueva York, para El País: 14/X/09).
La fibra óptica está por introducirse en nuestro país y es negocio de los panistas, que no quieren compartir con el sector público y mucho menos con Luz y Fuerza del Centro; paraestatal que Calderón, con el clásico manotazo autoritario a la Victoriano Huerta (el alcohólico militaroide del Golpe de Estado en 1913), ordenó liquidar y echar a la calle a casi 50 mil trabajadores a los que les darán si aceptan la carnada, cuando mucho 300 mil pesos a cada uno.
Dos foxistas amigos de Calderón tienen la autorización para ser los únicos que hagan el negocio de la fibra óptica y para esto desde Los Pinos el pianista secretario del Trabajo, Lozano Alarcón, y el “señor presidente” Calderón, con soldados de Genaro García Luna disfrazados de policías (poder tras el trono y aspirante a sucesor) se fueron encima de los electricistas.
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