La bolerista antifeminista y antiaborto del PRI

Álvaro Cepeda Neri

A los mediocres politiqueros y politiqueras les ha dado (a López Portillo le gustaba ponerse romanticón escuchando al piano y la guitarra al ya jubilado de la grilla, Alejandro Carrillo Castro) por dedicarse a la bohemia que es más bien pretexto para beber hasta alcoholizarse.

Muchos tienen el síndrome de Victoriano Huerta, el golpista que mandó matar a Madero y Pino Suárez (y a cientos más, en su locura de poder) y son como él, alcohólicos y no precisamente anónimos. Tan es así que cuando inició Calderón su forzado sexenio, escribían su apellido separando la última sílaba: Calde-rón. Otros columnistas se refieren a Los Pinos como Los Vinos, en alusión a las bohemias que ameniza el ex baterista del grupo Timbiriche, Max (Maximiliano) Cortázar.

El mismo Carlos Castillo Peraza, que tanto protegió a Calderón y tantas oportunidades le facilitó, en varios documentos que han salido a la luz pública (el libro Secuestrados, de Julio Scherer García y el reciente número de Proceso: 18/X/09) hace alusión a las bacanales calderonistas. Y cómo a sus amigos, ahora en los principales cargos (como Lozano Alarcón, quien también ameniza las bohemias como pianista) les gusta empinar el codo.

Existen otros bohemios de la grilla, como la presidenta del PRI, doña Beatriz Paredes Rangel, compositora de boleros que incluso ha hecho presentaciones públicas. El cantante Rodrigo de la Cadena (en el programa Distinto amanecer que dirige Manuel Pallares) mencionó que en su página de Internet tiene un video cantando a dúo con la Paredes e interpretando canciones de ésta dedicadas al amor.

Tanto que necesita a las mujeres (ya son más de 55 millones) como votantes, pero la Paredes, que en sus boleros homenajea a la mujer, en los hechos y respecto al problema del aborto, las deja amparadas como legisladora que es, no obstante que ese derecho y reclamo femenino son traicionados por las presiones de sectores religiosos, para impedir que decidan abortar o mantener su embarazo.

La presidenta del PRI quiere quedar bien con Dios y con el Diablo, ya que por una parte se opone al feminismo, para congraciarse con el clero político y, por la otra, quiere el apoyo de las mujeres para su partido, pero las desampara en su lucha por conquistar el derecho a decidir sobre las consecuencias de sus relaciones sexuales.

En sus boleros (bastante malos, por cierto) la señora Paredes ensalza a las mujeres, para las cuales compone y canta (no tiene tampoco voz para eso) con gran pasión. Pero, cuando le preguntaron si acordaría con los diputados priístas apoyar en ese renglón a las mexicanas, muy masculinamente contestó que cada uno de ellos haría lo que quisiera.

Falta que la Paredes (¡que aspira a ser candidata presidencial!) nos salga con una canción antiaborto para que su singular antifeminismo se muestre también en sus incursiones en la bohemia. Ya Ciro Gómez Leyva, columnista del periódico Milenio, por esa actitud, titula su comentario al respecto: El macho que lleva dentro Beatriz Paredes. Y no lo dijo al tanteo.

Comentarios