Álvaro Cepeda Neri / Conjeturas
El conflicto político que tiene como contendientes directos al calderonismo y los electricistas, por la todavía en el aire (la resolución todavía puede ser favorable a los trabajadores) liquidación a todo vapor de la empresa pública Luz y Fuerza del Centro, no parece tener final en la medida que los empleados que no quieren la indemnización y que son más de 20 mil, con su dirigencia sindical, están decididos a continuar en su lucha.
Esto debido a que la precipitada medida (el madruguete calderonista amparado en “el que madruga Dios lo ayuda” y los panista gobiernan con padresnuestros que ya fueron desechados como recursos políticos desde que el monje Savonarola lo intentó contra los Medici, según lo analiza Nicolás Maquiavelo) se llevó a cabo sobre notorias inconstitucionalidades.
Otras organizaciones se han sumado a los electricistas y convocan a un paro nacional de sus respectivas actividades a las que quieren encadenar el apoyo popular con un apagón. Es el “Día D” de esos trabajadores que, expulsados de sus fuentes de labores, van perdiendo, pero están empeñados en remontar el madruguete.
Ya que en principio han obtenido un amparo provisional que aunque luego sea cancelado, tienen dos instancias más, entre ellas, la resolución de la Suprema Corte. Y una fracción de senadores y diputados federales exploran la posibilidad de interponer una queja constitucional, ya que es atribución exclusiva del Congreso General liquidar a la empresa.
Los electricistas tienen una larga tradición de lucha y resistencia y hay condiciones, además, de inconformidad social contra el calderonismo, como para que las protestas sociales, amparadas en el Artículo 9 constitucional, lleguen a tener éxito en el paro nacional que llevarán a cabo.
Hay repudio contra la élite gobernante que se acentúa todavía más con los ya aprobados aumentos de impuestos y la creación de otros, en donde los trabajadores de todo el país, los empleados privados y un gran sector de la empobrecida clase media, han de pagarlos, mientras los ricos, millonarios y multimillonarios han quedado al margen o pagarán tan poco que la carga fiscal del próximo año la llevará el grueso de la población.
Y esa población, que es pueblo, apoyará el paro nacional, con lo cual el acto pone en jaque al presidencialismo que de por sí atraviesa una crisis de pronóstico reservado. Los electricistas se han coordinado con el resto de los trabajadores y por todo el territorio han de irrumpir protestas en apoyo a la mal hecha liquidación de Luz y Fuerza del Centro.
No hubo en la decisión de Calderón y Lozano Alarcón, un sustento legal ni menos un ejercicio del poder ajeno al abuso autoritario. Así que el conflicto está tomando mayor tensión e involucrando a la sociedad que quiere cobrar facturas porque también sufre ese autoritarismo ya que, como en 1810 y 1910, el mal gobierno panista no gobierna ni administra en beneficio del pueblo. Y éste parece ya no querer soportar calladamente y sale a la calle a protestar.
El conflicto político que tiene como contendientes directos al calderonismo y los electricistas, por la todavía en el aire (la resolución todavía puede ser favorable a los trabajadores) liquidación a todo vapor de la empresa pública Luz y Fuerza del Centro, no parece tener final en la medida que los empleados que no quieren la indemnización y que son más de 20 mil, con su dirigencia sindical, están decididos a continuar en su lucha.
Esto debido a que la precipitada medida (el madruguete calderonista amparado en “el que madruga Dios lo ayuda” y los panista gobiernan con padresnuestros que ya fueron desechados como recursos políticos desde que el monje Savonarola lo intentó contra los Medici, según lo analiza Nicolás Maquiavelo) se llevó a cabo sobre notorias inconstitucionalidades.
Otras organizaciones se han sumado a los electricistas y convocan a un paro nacional de sus respectivas actividades a las que quieren encadenar el apoyo popular con un apagón. Es el “Día D” de esos trabajadores que, expulsados de sus fuentes de labores, van perdiendo, pero están empeñados en remontar el madruguete.
Ya que en principio han obtenido un amparo provisional que aunque luego sea cancelado, tienen dos instancias más, entre ellas, la resolución de la Suprema Corte. Y una fracción de senadores y diputados federales exploran la posibilidad de interponer una queja constitucional, ya que es atribución exclusiva del Congreso General liquidar a la empresa.
Los electricistas tienen una larga tradición de lucha y resistencia y hay condiciones, además, de inconformidad social contra el calderonismo, como para que las protestas sociales, amparadas en el Artículo 9 constitucional, lleguen a tener éxito en el paro nacional que llevarán a cabo.
Hay repudio contra la élite gobernante que se acentúa todavía más con los ya aprobados aumentos de impuestos y la creación de otros, en donde los trabajadores de todo el país, los empleados privados y un gran sector de la empobrecida clase media, han de pagarlos, mientras los ricos, millonarios y multimillonarios han quedado al margen o pagarán tan poco que la carga fiscal del próximo año la llevará el grueso de la población.
Y esa población, que es pueblo, apoyará el paro nacional, con lo cual el acto pone en jaque al presidencialismo que de por sí atraviesa una crisis de pronóstico reservado. Los electricistas se han coordinado con el resto de los trabajadores y por todo el territorio han de irrumpir protestas en apoyo a la mal hecha liquidación de Luz y Fuerza del Centro.
No hubo en la decisión de Calderón y Lozano Alarcón, un sustento legal ni menos un ejercicio del poder ajeno al abuso autoritario. Así que el conflicto está tomando mayor tensión e involucrando a la sociedad que quiere cobrar facturas porque también sufre ese autoritarismo ya que, como en 1810 y 1910, el mal gobierno panista no gobierna ni administra en beneficio del pueblo. Y éste parece ya no querer soportar calladamente y sale a la calle a protestar.
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