Gerardo Fernández Casanova
“Que el fraude electoral jamás se olvide”
Finalmente, el gran atraco acaeció. El contubernio de panistas y priístas en las cámaras de diputados y senadores, con su acompañamiento de verdes y panales, confirmaron sus vocaciones de palafreneros de los potentados y sepultureros del bienestar social. Simulando una fachada de pena por la adopción de decisiones dolorosas, aduciendo que son indispensables y anunciadas como el mal menor, se sirvieron con la cuchara grande para asestar la puñalada de aumentar un punto porcentual al IVA y de dos por ciento al Impuesto sobre la Renta.
Total ¿Qué tanto es tantito? En ese tema, el debate se redujo a la simple abstención de los priístas, sabedores de que el PAN con el Verde hacían mayoría suficiente para la aprobación; con ello se hacen la ilusión de salvar la cara ante el electorado. Por su parte, la oposición de izquierda sólo pudo manifestar su desacuerdo en aguerridos discursos escasamente difundidos por los medios dominantes del espectro informativo.
Hubo jaleo, ese sí importante, en lo tocante a la modificación del régimen de consolidación fiscal, cuya vigencia ha permitido a los grandes consorcios empresariales eludir el pago del ISR, al grado de contribuir en apenas un 1.7% de sus utilidades, además de permitir que sea diferido su pago por varios años. El tal Calderón rompió el encanto y, sin decirlo, asumió el discurso de López Obrador que, desde hace años, viene señalando el injusto privilegio de que gozan tales consorcios. Calderón se quejó ante los empresarios por su falta de solidaridad y no tuvo que ir muy lejos para recibir respuesta de sus verdaderos patrones y, con la cola entre las patas, enmendar su propia plana y recular en lo dicho. ¿Qué le dijeron? Ya se lo puede usted imaginar. Simplemente le recordaron que su ilegitimidad sólo está soportada en el apoyo de esos grandes consorcios. Confirmo que el fraude electoral jamás deberá olvidarse.
Pero además se filtraron al público otras informaciones que, generalmente, habían sido guardadas con gran celo, por aquello de no dar pie a mayores protestas populares. Uno de los principales voceros del empresariado, presidente de la Coparmex, anunció que una modificación al régimen de prebendas actual sería llevado a la corte que juzga sobre la protección de inversiones en la que, a no dudarlo, el Gobierno de México sería condenado a pagar los daños causados a los inversionistas, con el añadido de una cuantiosa multa. Amenazó, además, con una lluvia de amparos y con la retirada de los capitales foráneos. Con eso tienen bastante. La “soberanía nacional” no resistió el chantaje.
Es preciso hacer una clara lectura de lo que sucede en la realidad mexicana. El grueso de la población paga los privilegios de unos cuantos; lo hace en dos formas: una por el aumento en los impuestos y, la otra, por la merma en los servicios que el estado debe brindar a la población. Los excedentes petroleros, cuando los hubo, fueron engullidos por ese mismo sector privilegiado; ahora que no los hay, se reemplazan con el aumento en las contribuciones de la mayoría. El modelo económico vigente, surgido de recetas ajenas al interés nacional, encajona y cancela las fuerzas productivas locales en exclusivo beneficio de las del gran capital internacional. La pobreza se incrementa y la clase media, otrora pujante, languidece ante al peligro de extinción. Hasta ahora ha podido más el chantaje de los poderosos, que el reclamo popular desarticulado. Hasta ahora. ¿Hasta cuándo?
El Sindicato Mexicano de Electricistas convoca a un primer paro nacional para el próximo 11 de noviembre, preparatorio del emplazamiento a una huelga nacional. El Movimiento en Defensa de la Economía Popular está sumado. Los estudiantes despiertan de su modorra y se están movilizando. Las organizaciones campesinas, sin distingo de preferencias partidarias, se han adherido. Andrés Manuel López Obrador respalda incondicionalmente y evita el papel protagónico, al efecto de eliminar causales de división. La izquierda hace un esfuerzo por volverse a aglutinar para dar la batalla.
Hay que luchar para eliminar el aumento en los impuestos, pero principalmente para echar al maldito impuesto: Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa. ¡Ya es hora!
“Que el fraude electoral jamás se olvide”
Finalmente, el gran atraco acaeció. El contubernio de panistas y priístas en las cámaras de diputados y senadores, con su acompañamiento de verdes y panales, confirmaron sus vocaciones de palafreneros de los potentados y sepultureros del bienestar social. Simulando una fachada de pena por la adopción de decisiones dolorosas, aduciendo que son indispensables y anunciadas como el mal menor, se sirvieron con la cuchara grande para asestar la puñalada de aumentar un punto porcentual al IVA y de dos por ciento al Impuesto sobre la Renta.
Total ¿Qué tanto es tantito? En ese tema, el debate se redujo a la simple abstención de los priístas, sabedores de que el PAN con el Verde hacían mayoría suficiente para la aprobación; con ello se hacen la ilusión de salvar la cara ante el electorado. Por su parte, la oposición de izquierda sólo pudo manifestar su desacuerdo en aguerridos discursos escasamente difundidos por los medios dominantes del espectro informativo.
Hubo jaleo, ese sí importante, en lo tocante a la modificación del régimen de consolidación fiscal, cuya vigencia ha permitido a los grandes consorcios empresariales eludir el pago del ISR, al grado de contribuir en apenas un 1.7% de sus utilidades, además de permitir que sea diferido su pago por varios años. El tal Calderón rompió el encanto y, sin decirlo, asumió el discurso de López Obrador que, desde hace años, viene señalando el injusto privilegio de que gozan tales consorcios. Calderón se quejó ante los empresarios por su falta de solidaridad y no tuvo que ir muy lejos para recibir respuesta de sus verdaderos patrones y, con la cola entre las patas, enmendar su propia plana y recular en lo dicho. ¿Qué le dijeron? Ya se lo puede usted imaginar. Simplemente le recordaron que su ilegitimidad sólo está soportada en el apoyo de esos grandes consorcios. Confirmo que el fraude electoral jamás deberá olvidarse.
Pero además se filtraron al público otras informaciones que, generalmente, habían sido guardadas con gran celo, por aquello de no dar pie a mayores protestas populares. Uno de los principales voceros del empresariado, presidente de la Coparmex, anunció que una modificación al régimen de prebendas actual sería llevado a la corte que juzga sobre la protección de inversiones en la que, a no dudarlo, el Gobierno de México sería condenado a pagar los daños causados a los inversionistas, con el añadido de una cuantiosa multa. Amenazó, además, con una lluvia de amparos y con la retirada de los capitales foráneos. Con eso tienen bastante. La “soberanía nacional” no resistió el chantaje.
Es preciso hacer una clara lectura de lo que sucede en la realidad mexicana. El grueso de la población paga los privilegios de unos cuantos; lo hace en dos formas: una por el aumento en los impuestos y, la otra, por la merma en los servicios que el estado debe brindar a la población. Los excedentes petroleros, cuando los hubo, fueron engullidos por ese mismo sector privilegiado; ahora que no los hay, se reemplazan con el aumento en las contribuciones de la mayoría. El modelo económico vigente, surgido de recetas ajenas al interés nacional, encajona y cancela las fuerzas productivas locales en exclusivo beneficio de las del gran capital internacional. La pobreza se incrementa y la clase media, otrora pujante, languidece ante al peligro de extinción. Hasta ahora ha podido más el chantaje de los poderosos, que el reclamo popular desarticulado. Hasta ahora. ¿Hasta cuándo?
El Sindicato Mexicano de Electricistas convoca a un primer paro nacional para el próximo 11 de noviembre, preparatorio del emplazamiento a una huelga nacional. El Movimiento en Defensa de la Economía Popular está sumado. Los estudiantes despiertan de su modorra y se están movilizando. Las organizaciones campesinas, sin distingo de preferencias partidarias, se han adherido. Andrés Manuel López Obrador respalda incondicionalmente y evita el papel protagónico, al efecto de eliminar causales de división. La izquierda hace un esfuerzo por volverse a aglutinar para dar la batalla.
Hay que luchar para eliminar el aumento en los impuestos, pero principalmente para echar al maldito impuesto: Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa. ¡Ya es hora!
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