Privilegiados

Francisco Rodríguez

Lo imposible es el fantasma de los tímidos y el refugio de los cobardes

Napoleón

LOS VERDADEROS MIMADOS
no son los trabajadores. Quienes de verdad gozan de prebendas inalcanzables están ubicados en el sector financiero gubernamental, en el Poder Judicial y, entre otros, en la misma Presidencia de la República.

Si todo resulta cual constitucionalmente está escrito, el señor Felipe Calderón se irá a su casa gozando con una pensión vitalicia equivalente a su actual salario, además de otros privilegios a cargo del erario público: oficinas, escoltas, personal administrativo, todo tipo de gastos que de ello derivan y que sumados redondean la cifra de 60 millones de pesos al año.

Más de una docena de ex ministros de la Corte cobran también su salario íntegro y otras muchas sinecuras, entre ellos aquellos once que integraban al máximo tribunal cuando, de un plumazo, lo desapareció Ernesto Zedillo, al inicio de su gestión, varios de los cuales apenas llevaban uno o dos años en el cargo de altos juzgadores. Vale sumar a todos ellos la prestación de vehículo y conductor del mismo.

Es en el sector financiero –Banco de México, Hacienda, Nacional Financiera, Bancomext, Banobras, entre otros-- donde las prestaciones son de órdago.

No son pocos quienes dentro de esa casta privilegiada han llevado a cabo sus estudios de maestría y doctorado en el extranjero, merced a sustanciosas becas que, por ejemplo, el Banco de México les otorga con verdadera displicencia.
Se jubilan, además, con pocos años de servicio a la Patria (jejeje).

Ahí está el escandaloso caso de José Ángel Gurría, quien además de sus actuales emolumentos cual cabeza del organismo multilateral para la Cooperación y el Desarrollo con sede en París –among all places--, percibe su “jubilación”, obtenida a los cuarenta y tantos años, de ex director de Nacional Financiera.

Caso también paradigmático es el de Agustín Carstens. A su actual salario de secretario de Hacienda, suma otro idéntico en monto, cual jubilado del Banco de México organismo “autónomo” que, paradójicamente, ahora aspira a presidir a partir del próximo diciembre. Si ya está “jubilado”, ¿cómo es que piensa regresar ahí? ¿Se puede? ¿Se vale?

Carstens, por supuesto, es otro de los no pocos beneficiados con becas de Banxico. Gracias a la prodigalidad de la institución realizó maestría y doctorado.

Y con su jubilación asegurada –tras 15 años de entrega a la causa-- de más de 10 mil dólares mensuales, Carstens hizo maletas y se fue a Washington a desparramar sabiduría en el Fondo Monetario Internacional donde representó a Costa Rica, El Salvador, España, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua y Venezuela, ante la dirección ejecutiva de ese otro organismo multilateral, donde evidentemente cobraba estipendios en divisas estadounidenses.

Es el caso, casi idéntico, de Francisco Gil Díaz. Jubilado de Banxico, fue secretario de Hacienda. Y entrambos, alto directivo de empresas privadas, lo mismo que ahora.

Hay más jubilados del Banco de México de “renombre”.
El ex presidente Miguel de la Madrid está también entre ellos. Suma la pensión del Banco Central a la de ex presidente. Y claro, también fue becario. Gracias al organismo público realizó una maestría en la escuela de Administración Pública de Harvard.

Ernesto Zedillo, quien también laboró en Banco de México, ha dicho haber renunciado a su pensión de ex presidente, pero nada ha dicho sobre aquella a la que “tiene derecho” por parte del organismo en donde llegó a manejar aquel fideicomiso de coberturas bancarias –una suerte de Fobaproa para ricos, creado a partir de las constantes devaluaciones de la moneda nacional.

Ahí están algunos de los muchos verdaderos privilegiados de nuestro país.
La aristocracia salarial que se codea con la empresarial y financiera. La que aparece en las revistas del corazón reseñando sus viajes, sus bodas, sus bautizos y demás saraos.

Los privilegios, dicen los diccionarios, no son derechos. Etimológicamente provienen de ley privada, fuera del alcance de la ley pública.

Todos ellos pueden ser erradicados de la misma forma arbitraria en la que fueron otorgados.

¿Se atreve señor Felipe Calderón?

Índice Flamígero: Los grandes empresarios del país también gozan de privilegios. Estudios recientes demuestran que 400 grupos empresariales que operan en México solamente pagaron en 2008 una carga de ISR de 1.7%, en promedio. Se entiende, por tal, que capitostes como Claudio X. González –interlocutor de Los Pinos para todo asunto financiero, económico y ¡electoral!--, apruebe que se cargue el 2% de impuesto a todo consumo… a cambio de que no se toquen sus privilegios, claro está.

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