Manual privatizador

Alejandro Encinas Nájera

Ni siquiera de imaginación e innovación puede presumir el calderonismo. El atraco perpetrado a Luz y Fuerza y a los trabajadores ha seguido al pie de la letra una añeja receta privatizadora:

1. Autosabotaje: Descapitaliza a la empresa pública en cuestión. Estrangula su presupuesto, no inviertas en nuevas tecnologías y nombra a administradores corruptos e incompetentes.

2. Construcción del consenso: Echa a andar a los medios oficialistas para que la “opinión pública” te respalde. Utiliza adjetivos como ineficiente, premoderno y obsoleto. El truco es repetirlos hasta el cansancio para que pasen como una “verdad” aceptada por “todos”.

3. Estigmatización del adversario: Alguien tiene que pagar los platos rotos y desde luego no serás tú. Culpa a los trabajadores del mal servicio. Emprende una serie de acusaciones: que los sindicatos son la paria, el parásito que impide el avance del país; que sus prestaciones son onerosas; que son flojos y que no trabajan. El chiste es canalizar el odio colectivo hacia ellos.

4. Desmantela las resistencias: A estas alturas sólo resta desarmar el último eslabón: los trabajadores de la empresa. De un plumazo liquídalos y luego divídelos. Esto lo puedes hacer a través del otorgamiento de altas indemnizaciones a cuenta de los contribuyentes. A los que sigan en pie de lucha, llámalos rijosos, radicales y violentos. Esto te servirá para justificar posteriores medidas represivas.

5. Golpe sorpresivo: Aprovecha una coyuntura idónea, como por ejemplo, un sábado en el que la selección de tu país calificó al Mundial. En pleno festejo, toma las instalaciones por medio de la fuerza, emplea actos intimidatorios, esparce el miedo y luego da un mensaje de paz a la Nación.

¡Felicidades! Has llegado a la fase culminante de tu proyecto, con la salvedad de que has reactivado y articulado a las resistencias del país. Como hace mucho tiempo no se veía, hoy los estudiantes marchan codo a codo con los obreros.

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