Rogelio Ramírez de la O
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Casi todos los países recuperaron algo de su nivel de actividad en el segundo trimestre, dando esperanzas de una recuperación. Pero para ello sus gobiernos y bancos centrales hicieron a un lado el equilibrio de las finanzas públicas y sus teorías ortodoxas, sin lo cual no hubieran podido lograr apoyos a sus economías.
Eventualmente estos apoyos tienen que ser retirados. Si los retiran y la economía aún no se recupera, podría haber una segunda caída. Si se tardan demasiado en retirarlos podría haber pérdida de confianza en sus bonos gubernamentales y causar un salto en las tasas de interés y nuevos momentos de pánico.
No hay teoría infalible que indique que hay que hacer una cosa u otra, sólo el buen juicio de las autoridades.
La teoría anterior, incluyendo la hipótesis del mercado eficiente y las reformas del Consenso de Washington, demostró ser obsoleta. Quienes tomen ahora decisiones responsables tienen que usar su cerebro. De antemano saben que aun en el mejor de los casos la economía mundial ya no volverá a funcionar como lo había hecho hasta 2007.
En contraste con la mayoría de países, en México el gobierno sigue obsesionado con el equilibrio de las finanzas públicas y por eso intenta subir impuestos. Y no aumentó la inversión pública para suavizar la caída de actividad. Simplemente espera hacer los menores gastos posibles, aumentar lo que pueda el ingreso público y esperar a que Estados Unidos saque a México del hoyo.
Por eso en 2009 la economía mexicana está cayendo más de 10% cuando en Estados Unidos sólo caerá entre 2% y 3%. Pero más delicado aún es que la recuperación estadounidense no garantiza nada.
Para empezar, la recuperación de los resultados de empresas y por ello de la bolsa ha sido por fuertes recortes de gastos, pero con márgenes de utilidad castigados. Éstos no se pueden recuperar cuando el consumidor estadounidense no está gastando y de ahí que las ventas de empresas sigan cayendo.
Para México será imposible recuperar el nivel de actividad de 2008 en menos de tres años. Eso significa que este sexenio ya se perdió para el crecimiento y el empleo.
Las empresas no podrán recuperar su nivel de inversión y por ello seguirán siendo desplazadas de los mercados, incluyendo el mexicano, por empresas de otros países que sí tienen el apoyo de sus gobiernos. Este apoyo en su mayoría no es con subsidios, sino con inversión pública para apuntalar la demanda. Será inevitable que despidan más trabajadores, pues la caída de su producción sigue superando a la caída de las horas-hombre trabajadas.
Con esta política el gobierno reducirá su inversión en 2010, aunque su retórica indique lo contrario. Si no hizo las inversiones cuando tuvo un aumento espectacular de ingreso petrolero, menos las va a hacer ahora; no importa lo que diga el Congreso.
El año 2010 será así para que el Congreso, los partidos y el gobierno sólo se dediquen a administrar una crisis para la que no ven salidas obvias bajo la política económica oficial, que ya sabemos que es obsoleta pero que el Congreso no podrá cambiar. En el mejor escenario, que la economía estadounidense se recupere con lentitud, México tendrá muy bajo crecimiento y mal ambiente para los negocios; a estados y municipios les faltarán recursos; y las carteras vencidas de los bancos crecerán.
En un escenario menos optimista, que la economía estadounidense siga enfrentando problemas, México sufriría más choques a la confianza, inestabilidad financiera y agravamiento de las condiciones sociales.
rograo@gmail.com
Analista económico
* Fuente: El Universal
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Casi todos los países recuperaron algo de su nivel de actividad en el segundo trimestre, dando esperanzas de una recuperación. Pero para ello sus gobiernos y bancos centrales hicieron a un lado el equilibrio de las finanzas públicas y sus teorías ortodoxas, sin lo cual no hubieran podido lograr apoyos a sus economías.
Eventualmente estos apoyos tienen que ser retirados. Si los retiran y la economía aún no se recupera, podría haber una segunda caída. Si se tardan demasiado en retirarlos podría haber pérdida de confianza en sus bonos gubernamentales y causar un salto en las tasas de interés y nuevos momentos de pánico.
No hay teoría infalible que indique que hay que hacer una cosa u otra, sólo el buen juicio de las autoridades.
La teoría anterior, incluyendo la hipótesis del mercado eficiente y las reformas del Consenso de Washington, demostró ser obsoleta. Quienes tomen ahora decisiones responsables tienen que usar su cerebro. De antemano saben que aun en el mejor de los casos la economía mundial ya no volverá a funcionar como lo había hecho hasta 2007.
En contraste con la mayoría de países, en México el gobierno sigue obsesionado con el equilibrio de las finanzas públicas y por eso intenta subir impuestos. Y no aumentó la inversión pública para suavizar la caída de actividad. Simplemente espera hacer los menores gastos posibles, aumentar lo que pueda el ingreso público y esperar a que Estados Unidos saque a México del hoyo.
Por eso en 2009 la economía mexicana está cayendo más de 10% cuando en Estados Unidos sólo caerá entre 2% y 3%. Pero más delicado aún es que la recuperación estadounidense no garantiza nada.
Para empezar, la recuperación de los resultados de empresas y por ello de la bolsa ha sido por fuertes recortes de gastos, pero con márgenes de utilidad castigados. Éstos no se pueden recuperar cuando el consumidor estadounidense no está gastando y de ahí que las ventas de empresas sigan cayendo.
Para México será imposible recuperar el nivel de actividad de 2008 en menos de tres años. Eso significa que este sexenio ya se perdió para el crecimiento y el empleo.
Las empresas no podrán recuperar su nivel de inversión y por ello seguirán siendo desplazadas de los mercados, incluyendo el mexicano, por empresas de otros países que sí tienen el apoyo de sus gobiernos. Este apoyo en su mayoría no es con subsidios, sino con inversión pública para apuntalar la demanda. Será inevitable que despidan más trabajadores, pues la caída de su producción sigue superando a la caída de las horas-hombre trabajadas.
Con esta política el gobierno reducirá su inversión en 2010, aunque su retórica indique lo contrario. Si no hizo las inversiones cuando tuvo un aumento espectacular de ingreso petrolero, menos las va a hacer ahora; no importa lo que diga el Congreso.
El año 2010 será así para que el Congreso, los partidos y el gobierno sólo se dediquen a administrar una crisis para la que no ven salidas obvias bajo la política económica oficial, que ya sabemos que es obsoleta pero que el Congreso no podrá cambiar. En el mejor escenario, que la economía estadounidense se recupere con lentitud, México tendrá muy bajo crecimiento y mal ambiente para los negocios; a estados y municipios les faltarán recursos; y las carteras vencidas de los bancos crecerán.
En un escenario menos optimista, que la economía estadounidense siga enfrentando problemas, México sufriría más choques a la confianza, inestabilidad financiera y agravamiento de las condiciones sociales.
rograo@gmail.com
Analista económico
* Fuente: El Universal
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