Los taxis de la ciudad de México y Luis Marcelo

Álvaro Cepeda Neri / Conjeturas

La orden terminante, vía el señor Quintero (encargado de los asuntos de transporte en la capital del país, seguidor a muerte de López Obrador) fue que todos los taxis que circulan (con o sin papeles administrativos para dar el servicio) fueran pintados de color guinda en sus tres cuartas partes y un copete dorado, más siete, en unos casos, 13 en otros, calcomanías con una figura surrealista de El Ángel que posa sobre la columna de la Independencia, en la avenida Reforma, diseñada en tiempos de Maximiliano (espurio dizque emperador, cuando el legal y legítimo presidente de la República era Benito Juárez).

Ahora todos los taxis lucen su nueva pintura. Cada titular (desde el mote de regente, jefe del Departamento y jefe de Gobierno) del poder Ejecutivo del Distrito Federal, actúa como dueño de la ciudad de México y hace y deshace a su antojo. Así don Marcelo Ebrard, a quien uno de sus ex colaboradores, por su parecido a uno de los personajes de Los Monsters, llamaba con el alias de Largo, decidió que los taxis fueran pintados como es el uniforme de futbol americano, de San Francisco, los 49, o algo así.

Nunca hemos tenido un color permanente para los taxis y quienes llegan de otras ciudades del país, se sorprenden con esa metamorfosis de color. Y como Ebrard es fanático de ese equipo de americano, se le ocurrió que nada mejor que obligar a los dueños de taxis a pintarlos así, para cuando el jefe de Gobierno los vea, recordar que su equipo estadounidense anda por las calles del Distrito Federal, representado en esos colores.

Fue un capricho de quien ya cedió ante Calderón al asistir a su “tercer informe” en Palacio Nacional y hasta le aplaudió. Pero abandonó el edificio sin despedirse del panista y éste declaró que la “lleva bien” con Ebrard, aunque no se vean cara-a-cara ni se saluden de abrazo y mano.

No hay taxista que no eche pestes contra esa medida, salvo los “tolerados” o “piratas” que maneja un hermano de Armando Quintero, ya que en plena crisis económica los hizo gastar. Bien por los que tienen diez y hasta 20 taxis; pero, los hay que sólo tienen en propiedad uno con el que trabajan para sostenerse. La ciudad tiene una tasa alarmante de desempleo (ver el análisis de Julio Boltvinik: Aumentó la pobreza en el Distrito Federal: 2004-2008, en La Jornada: 4/IX/09).

Como sea y lo fue autoritariamente, los taxis ya tienen un doble color, con el que son identificados (salvo en la noche) y nativos del Distrito Federal, de paso, turistas o los que tienen que seguir viniendo al centralismo administrativo, se han familiarizado con los colores del equipo de futbol americano de Ebrard. Y éste muy contento de que sus deseos sean órdenes.

Esperemos que antes de que concluya su período no se le vaya a ocurrir cambiar de equipo favorito y que los taxis tengan que volver a pintarse. Y otra vez acostumbrarse a identificarlos, verbigracia, con amarillo y negro si Ebrard logra colarse a la candidatura perredista y como “Juanito”, en lugar de cederle el cargo a AMLO, le hace de “chivo los tamales”.

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