Claudia Rodríguez
El señor Felipe Calderón debe estar muy contento por la emoción que debe causarle la incertidumbre de cómo enfrentará cada año el asunto protocolario de dar un mensaje a la nación que acompañe el cumplimiento del mandato constitucional que refiere el cumplimiento por el presidente de la República, de presentar un informe por escrito en el que manifieste el estado general que guarda la administración pública del país.
La entrega del antes llamado informe presidencial por Felipe Calderón no ha sido nada tersa.
Hace dos años y con motivo de su primer informe de la administración pública calderonista, el más popular inquilino de Los Pinos acudió sorpresivamente --y adelantándose a la hora pactada--, al recinto camaral de los diputados en San Lázaro y en apenas unos minutos, entregó el informe de los apenas nueve meses de administración, al panista Cristian Castaño entonces en funciones de vicepresidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados --en ausencia de la entonces presidenta de la propia Cámara, la perredista Ruth Zavaleta, que al tiempo se denota que le es fácil servir a varios amos. Luego de cumplir con el mandato constitucional, el siguiente fin de semana y en domingo, Calderón desde Palacio Nacional, leyó un discurso dirigido a los mexicanos, el cuál fue transmitido por televisoras y radiodifusoras
En el 2008, los eventos respecto al informe presidencial, no cambiaron sustancialmente. La entrega del documento que detalla las acciones realizadas por la administración calderonista al Congreso de la Unión se hizo mediante el entonces secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño. Antes de ésto, varios mensajes televisados y radiales redondearon el cumplimiento del mandato constitucional.
Este 2009, el informe también ha sido enviado por escrito al Congreso mexicano y el mensajero en turno fue Fernando Gómez Mont también en su calidad de secretario de Gobernación. Hoy miércoles 2 de septiembre, el señor Calderón desde Palacion Nacional dirije un mensaje a los mexicanos, a una hora muy mañanera como para captar en vivo el interés público, pero con la estrategia de ser repetido --una y otra vez--, por la Televisión y la Radio.
Tres años de evasivas del señor Calderón de no enfrentar los cuestionamientos y los reclamos de las fuerzas distintas a los panistas o de quienes incluso sin un instituto político como bandera, se apuestan a las afueras de San Lázaro para hacerle saber –quizá a gritos y llantos-- lo mal que la están pasando, demuestran que en México el que convoca a la unidad y al diálogo, es el que menos quiere oir y tolerar.
Eliminar la parafernalia –y los gastos que erogaba-- el día del presidente, en un principio se aplaudió, pero utilizar ésto para esconderse como el avestruz, es fatal.
La rendición de cuentas se hace de frente y mirando a los ojos.
Acta Divina… El día de ayer el presidente Felipe Calderón sostuvo una agenda de actividades privadas y se mantuvo atento a la entrega del Informe de Gobierno que realizó el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, en el Palacio Legislativo de San Lázaro.
El señor Felipe Calderón debe estar muy contento por la emoción que debe causarle la incertidumbre de cómo enfrentará cada año el asunto protocolario de dar un mensaje a la nación que acompañe el cumplimiento del mandato constitucional que refiere el cumplimiento por el presidente de la República, de presentar un informe por escrito en el que manifieste el estado general que guarda la administración pública del país.
La entrega del antes llamado informe presidencial por Felipe Calderón no ha sido nada tersa.
Hace dos años y con motivo de su primer informe de la administración pública calderonista, el más popular inquilino de Los Pinos acudió sorpresivamente --y adelantándose a la hora pactada--, al recinto camaral de los diputados en San Lázaro y en apenas unos minutos, entregó el informe de los apenas nueve meses de administración, al panista Cristian Castaño entonces en funciones de vicepresidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados --en ausencia de la entonces presidenta de la propia Cámara, la perredista Ruth Zavaleta, que al tiempo se denota que le es fácil servir a varios amos. Luego de cumplir con el mandato constitucional, el siguiente fin de semana y en domingo, Calderón desde Palacio Nacional, leyó un discurso dirigido a los mexicanos, el cuál fue transmitido por televisoras y radiodifusoras
En el 2008, los eventos respecto al informe presidencial, no cambiaron sustancialmente. La entrega del documento que detalla las acciones realizadas por la administración calderonista al Congreso de la Unión se hizo mediante el entonces secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño. Antes de ésto, varios mensajes televisados y radiales redondearon el cumplimiento del mandato constitucional.
Este 2009, el informe también ha sido enviado por escrito al Congreso mexicano y el mensajero en turno fue Fernando Gómez Mont también en su calidad de secretario de Gobernación. Hoy miércoles 2 de septiembre, el señor Calderón desde Palacion Nacional dirije un mensaje a los mexicanos, a una hora muy mañanera como para captar en vivo el interés público, pero con la estrategia de ser repetido --una y otra vez--, por la Televisión y la Radio.
Tres años de evasivas del señor Calderón de no enfrentar los cuestionamientos y los reclamos de las fuerzas distintas a los panistas o de quienes incluso sin un instituto político como bandera, se apuestan a las afueras de San Lázaro para hacerle saber –quizá a gritos y llantos-- lo mal que la están pasando, demuestran que en México el que convoca a la unidad y al diálogo, es el que menos quiere oir y tolerar.
Eliminar la parafernalia –y los gastos que erogaba-- el día del presidente, en un principio se aplaudió, pero utilizar ésto para esconderse como el avestruz, es fatal.
La rendición de cuentas se hace de frente y mirando a los ojos.
Acta Divina… El día de ayer el presidente Felipe Calderón sostuvo una agenda de actividades privadas y se mantuvo atento a la entrega del Informe de Gobierno que realizó el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, en el Palacio Legislativo de San Lázaro.
Comentarios