Francisco Rodríguez
La libertad de prensa es el único guardián de cualquier otro derecho
James Madison
A LA MITAD de la semana anterior este escribidor recibió una llamada telefónica harto esclarecedora. Uno de los accionistas de un diario de reciente aparición en una de las entidades del centro de la República me planteaba un dilema. Podían conseguir anuncios publicitarios o propagandísticos de la Administración que encabeza el señor Felipe Calderón, siempre y cuando no “le pegaran” al ocupante de Los Pinos.
Y como sucedía que en el Índice las críticas hacia su actitud, aptitud y gestión menudean, se me pedía –en un tono más que amistoso, fraterno—“escribir de otra cosa” para las ediciones del diario en cuestión.
Sin dudarlo, pedí al amigo y editor que mejor optáramos por cesar la publicación de mis escritos, pues ni remotamente me imaginaba a mi mismo escribiendo elogios para Calderón en un solo medio, mientras que en el resto de los varios que aún dan cabida a este espacio de opinión las críticas fuesen las constantes. Esquizofrénico no soy. Al menos eso creo. Loco de remate, sí, lo confieso.
Pero en mi chifladura no deja de haber ciertos periodos de cordura, por lo que ahora sí, con los pelos de la burra en la mano, colegí que lo mismo ha sucedido con otros medios impresos, incluso radiofónicos, que en los últimos meses han dejado de publicar el Índice Político –y tal vez algunos otros editoriales de colegas críticos, como Eduardo Ibarra de la revista Fórum--, presionados, apremiados, de publicidad de la llamada oficial, aunque pretexten que la crisis económica les obliga a hacer recortes en su plantilla de colaboradores… o un nuevo diseño o formato… o…
Ante ello, hay que congratularse por la recomendación que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos recién ha emitido, en condena a la fallida Administración federal, por actos que violan la libertad de expresión de los periodistas Miguel Badillo y Ana Lilia Pérez Mendoza, editor y reportera de la revista Contralínea, quienes han sufrido persecución –incluso judicial y policiaca--, tras haber destapado no pocos escándalos de corrupción en los que aparecen involucrados el propio señor Calderón, lo mismo que el extinto señor Juan Camilo Mouriño y el actual dirigente formal del PAN, César Nava.
El cierre de la llave de la publicidad de Pemex –y de más dependencias de la órbita de la Administración Pública— fue otra de las manifestaciones del acoso en contra del colega Badillo, a quien así se pretendía silenciar, lo que por fortuna no consiguieron quienes teóricamente, en los discursos, pregonan democracia: los señores del partido blanquiazul.
Demócratas de dientes para afuera, pues.
Cuando James Madison, cuarto presidente de los Estados Unidos y uno de los primeros defensores de la libertad de prensa sentenció “que era potestad del pueblo sobre el gobierno y no del gobierno sobre el pueblo, el decidir lo que constituye una conducta nociva”, dejó sentadas las bases para el respeto a la opinión ajena y para que los poderes públicos se supeditaran ante la libertad de prensa y de expresión.
No sucede así en nuestro país, por desgracia.
La cacareada libertad de prensa se circunscribe cada vez más al elogio al poderoso –quienquiera que sea— y, ahí sí, en el ataque al contrario de ese poderoso en turno.
Nada de lo cual extrañarse. Mucho, sí, por lo cual inconformarse.
De ahí que no esté de más el recordar otra de las frases de Madison:
"Un gobierno popular sin información pública o sin medios de adquirirla, no es sino el prólogo de una farsa o una tragedia o quizás de ambas. El conocimiento predominará siempre sobre la ignorancia, y un pueblo que quiera ser su propio gobierno debe poseer el poder que trae consigo la información".
La esencia de la filosofía de Madison sugiere que no puede haber democracia sin libertad de información porque el secreto conduce a la oscuridad, que es el campo fértil donde florece la corrupción.
Y en ese campo estamos.
Índice Flamígero: Al señor Felipe Calderón se le ocurrió ayer pedir el apoyo solidario de la sociedad, es decir de los causantes cautivos, para que el Congreso le apruebe que el IVA suba al 17% y que, además, alimentos y medicinas sean gravados con el 2%. No lo hubiera hecho. Los lectores del diario Reforma, que llega a un nicho “acomodado” lo pusieron como “camote”. En otro diario capitalino, El Universal, se dio cuenta de la caída, calificada cual desplome, de su popularidad.
La libertad de prensa es el único guardián de cualquier otro derecho
James Madison
A LA MITAD de la semana anterior este escribidor recibió una llamada telefónica harto esclarecedora. Uno de los accionistas de un diario de reciente aparición en una de las entidades del centro de la República me planteaba un dilema. Podían conseguir anuncios publicitarios o propagandísticos de la Administración que encabeza el señor Felipe Calderón, siempre y cuando no “le pegaran” al ocupante de Los Pinos.
Y como sucedía que en el Índice las críticas hacia su actitud, aptitud y gestión menudean, se me pedía –en un tono más que amistoso, fraterno—“escribir de otra cosa” para las ediciones del diario en cuestión.
Sin dudarlo, pedí al amigo y editor que mejor optáramos por cesar la publicación de mis escritos, pues ni remotamente me imaginaba a mi mismo escribiendo elogios para Calderón en un solo medio, mientras que en el resto de los varios que aún dan cabida a este espacio de opinión las críticas fuesen las constantes. Esquizofrénico no soy. Al menos eso creo. Loco de remate, sí, lo confieso.
Pero en mi chifladura no deja de haber ciertos periodos de cordura, por lo que ahora sí, con los pelos de la burra en la mano, colegí que lo mismo ha sucedido con otros medios impresos, incluso radiofónicos, que en los últimos meses han dejado de publicar el Índice Político –y tal vez algunos otros editoriales de colegas críticos, como Eduardo Ibarra de la revista Fórum--, presionados, apremiados, de publicidad de la llamada oficial, aunque pretexten que la crisis económica les obliga a hacer recortes en su plantilla de colaboradores… o un nuevo diseño o formato… o…
Ante ello, hay que congratularse por la recomendación que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos recién ha emitido, en condena a la fallida Administración federal, por actos que violan la libertad de expresión de los periodistas Miguel Badillo y Ana Lilia Pérez Mendoza, editor y reportera de la revista Contralínea, quienes han sufrido persecución –incluso judicial y policiaca--, tras haber destapado no pocos escándalos de corrupción en los que aparecen involucrados el propio señor Calderón, lo mismo que el extinto señor Juan Camilo Mouriño y el actual dirigente formal del PAN, César Nava.
El cierre de la llave de la publicidad de Pemex –y de más dependencias de la órbita de la Administración Pública— fue otra de las manifestaciones del acoso en contra del colega Badillo, a quien así se pretendía silenciar, lo que por fortuna no consiguieron quienes teóricamente, en los discursos, pregonan democracia: los señores del partido blanquiazul.
Demócratas de dientes para afuera, pues.
Cuando James Madison, cuarto presidente de los Estados Unidos y uno de los primeros defensores de la libertad de prensa sentenció “que era potestad del pueblo sobre el gobierno y no del gobierno sobre el pueblo, el decidir lo que constituye una conducta nociva”, dejó sentadas las bases para el respeto a la opinión ajena y para que los poderes públicos se supeditaran ante la libertad de prensa y de expresión.
No sucede así en nuestro país, por desgracia.
La cacareada libertad de prensa se circunscribe cada vez más al elogio al poderoso –quienquiera que sea— y, ahí sí, en el ataque al contrario de ese poderoso en turno.
Nada de lo cual extrañarse. Mucho, sí, por lo cual inconformarse.
De ahí que no esté de más el recordar otra de las frases de Madison:
"Un gobierno popular sin información pública o sin medios de adquirirla, no es sino el prólogo de una farsa o una tragedia o quizás de ambas. El conocimiento predominará siempre sobre la ignorancia, y un pueblo que quiera ser su propio gobierno debe poseer el poder que trae consigo la información".
La esencia de la filosofía de Madison sugiere que no puede haber democracia sin libertad de información porque el secreto conduce a la oscuridad, que es el campo fértil donde florece la corrupción.
Y en ese campo estamos.
Índice Flamígero: Al señor Felipe Calderón se le ocurrió ayer pedir el apoyo solidario de la sociedad, es decir de los causantes cautivos, para que el Congreso le apruebe que el IVA suba al 17% y que, además, alimentos y medicinas sean gravados con el 2%. No lo hubiera hecho. Los lectores del diario Reforma, que llega a un nicho “acomodado” lo pusieron como “camote”. En otro diario capitalino, El Universal, se dio cuenta de la caída, calificada cual desplome, de su popularidad.
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