El agua

Teodoro Rentería Arróyave

Se ha vaticinado que el agua se convertirá en un líquido apocalíptico porque la disputa del mismo provocará toda clase de conflictos y de guerras, es más, no pocos agoreros del infortunio apuestan que será el vector que desencadenará la tercera y última Guerra Mundial.

Cuando se inició el gran negocio de embotellar el agua y trasladarla de los más alejados confines para mediante toda una estrategia mediática provocar su consumo convulsivo, se escuchaba un chiste que remataban con la definición de que los marcianos cuando salían a observar nuestro planeta comentaban que los terrícolas estaban más que locos porque sus trasatlánticos los usaban para trasportar agua sobre las aguas de los océanos.

Desde luego que las únicas víctimas de gran comercio del agua son los consumidores, no así los empresarios cuyas ganancias son enormes, ya que el esfuerzo es mínimo: poner la botella de plástico en el grifo, cerrarla, transportarla y venderla como panacea para todos los males o mejor aún para asegurar salud y bienestar.

Todo esto los traemos a cuento por el desperdicio que hacemos en la capital de la República o para ser exactos en todo el valle de México del vital liquido, y vital viene de vida, para preciar, verdad de Perogrullo: sin agua no se concibe ningún tipo de vida.

Por ningún motivo es admisible que desperdiciemos en forma tan criminal el agua en toda esta porción del territorio nacional, ya de por sí los bárbaros del norte que gobernaron a nuestra ciudad de México entubaron sus mismas arterias, es decir, nuestros ríos y por ello el colapso actual en el corazón mismo de la metrópoli.

Recuerden, quienes todavía los disfrutaron, nuestras afluentes convertidas ahora en grandes avenidas por esa cultura absurda del automóvil: Río de la Piedad, Rio Churubusco, Río Consulado; sólo queda el Rio Magdalena, para sólo hablar de los más importantes

Es una realidad la escasez del líquido por tres grandes causas: primera, la que ya apuntamos: la que saca el líquido al través de los ríos entubados para regar otras entidades, el pésimo mantenimiento de la red de agua potable con todo y la falta de pago por el servicio y desde luego el desperdicio criminal del agua de lluvia.

Marcelo Ebrard Casaubón, ahora en su tercer Informe de Gobierno nos ha hablado sobre la preocupante escasez del líquido y de las medidas que se están tomando para su abasto controlado, y sin embargo hasta este momento no hay un solo funcionario que proponga y lleve al cabo la construcción de una presa que aproveche las grandes precipitaciones pluviales que año con año, como bendición llegan a este Valle de México.

Es tiempo ya de ser razonables para asegurar la vida en esta bella y hospitalaria región donde habitamos y donde se asienta la Capital de la República. Reacondicionemos nuestros ríos, reparemos la red de agua potable, y construyamos las presas necesarias, tirar el agua al caño, simplemente es un acto criminal.

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