Armas y dinero del narcotráfico sin ningún control

Álvaro Cepeda Neri / Prólogo político

No solamente en cualquier punto del país (sus fronteras, sobre todo, de tierra y no se diga los pasos aduanales) se puede obtener toda clase de armamento, sino que, además, el comercio fronterizo con el mercado estadounidense, tiene un intenso intercambio de dólares por pistolas, metralletas y lanza cohetes de corto alcance.

Y todo eso a la vista, previos sobornos, complicidades e incluyendo el chantaje de las amenazas si no acceden, de los funcionarios y agentes de la secretaría de Hacienda encargados de las Aduanas por donde el contrabando de toda clase de mercancías (los chinos tienen el paso franco) se lleva a cabo. Y en las entidades del norte, en vecindad con los Estados Unidos de América; y del sur, con Belice, Guatemala (a través de éste, con todo Centroamérica) existe el comercio ilegal que nos ha inundado con toda clase de mortíferas y letales armas.

Prevalece, en ese comercio de las mil caras, el narcotráfico (como en Ciudad Juárez, municipio escogido por las delincuencias para sus ajustes internos, feminicidios y baños de sangre que arrojan ya 976 mujeres asesinadas y más de 7 mil crímenes). Y por todo el país en los bancos, casas de cambio y auténticas o de pura fachada organizaciones de inversiones (y hasta en donaciones a la iglesia católica) corren cientos de miles del millones en pesos y dólares de la delincuencia organizada.

Todo esto en las narices (y preguntamos si también en colusión) de la secretaría de Seguridad Pública Federal, de la secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal y del resto de todas las policías estatales y municipales.

Ni en el dinero ni menos en las armas tienen los gobiernos un mínimo control. Y así cualquier delincuencia tiene poderosas armas para disparar y matar, contando con los sicarios que son ejércitos integrados por ex soldados hasta con rango de generales y ex policías.

Con el brutal desempleo, los capos y sus cúpulas logran contratar a profesionales, para la contabilidad de sus recursos, para dirigir sus inversiones y cadenas de cuentahabientes para depositar en el sistema bancario. Y compran y venden bienes inmuebles y muebles. Pero, los funcionarios calderonistas, hacen como que nada saben y por eso es que las delincuencias gozan de impunidad en el manejo de armas y dinero, que los ha convertido en un poder económico y paramilitar que tienen en jaque-mate a los gobernantes, al Estado y aterrorizada a la sociedad.

Los narcos y demás delincuentes son intocables por lo que hace, pues, a las armas y sus capitales (El Chapo Guzmán ya se codea con los multimillonarios nativos, según clasificación de la revista financiera Forbes).

En esos puntos no han sido molestados, mientras los militares y policías enviados a combatirlos a sangre y fuego, ya demostraron que sus rivales son más poderosos y la ineficacia policiaca-militar ha puesto a los mexicanos contra la espada y la pared. La delincuencia nos está apuntando, cuando no disparando, en la cabeza. Y nadie hace algo para detenerla.

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