Ricardo Rocha
Primer acto.— En una de ésas, lo mejor de la mentada cumbre es el Mariachi Vargas de Tecalitlán. Y es que la reunión de Guadalajara parece más vacía de contenidos que un reality show. Mucho ruido y pocas nueces: peanuts, dirían los que hablan inglés. Como si a los señores Obama, Harper y Calderón no les hubiera quedado otra que cumplir con lo programado.
Y, por cierto, muy mal programado porque se habló de todo y de nada. Sin haber establecido prioridades; como si no las hubiera para los tres países. Y ahí están los resultados. O más bien la falta de éstos: nada sobre una reforma migratoria; nada sobre ajustes al TLC; nada sobre una estrategia conjunta para enfrentar la crisis económica; nada sobre la cancelación de las visas canadienses.
En cambio, las anunciadas buenas intenciones para “modernizar la frontera”, combatir la influenza y acuerdos menores en materias comercial, ambiental y de seguridad parecen muy poca cosa. Sobre todo si consideramos el enorme tinglado y las consiguientes expectativas que todavía suelen generar estas mal llamadas cumbres.
Segundo acto.— En la sede nacional del PAN hay una enorme incertidumbre por ver quién gana la presidencia de ese partido: César Nava o César Nava. Y nada, que va ganando César Nava, ex secretario particular del presidente Calderón y candidato único haiga sido como haiga sido luego de una rebelioncita de chisguete.
Todavía hay ingenuos que especulan qué será César respecto a Felipe: un vasallo, un empleado o un robot a distancia desde Los Pinos. O si acaso el nuevo presidente azul tendrá las agallas para convertirse también en líder. Uno que se atreva a decirle a Calderón que por ahí no, que el país no puede seguir por ese rumbo y que lo del 5 de julio no es sino el aviso de una catástrofe total en las elecciones que faltan.
Tercer acto.— Una Suprema Corte de opereta melodramática. En la que lo mismo se produce un dictamen vergonzante del ultraderechista ministro Aguirre Anguiano, al que sólo le faltó felicitar al gobierno de Sonora y al IMSS por la aberración de la guardería de Hermosillo, que una votación contundente del pleno reparando la infamia. Una Corte que falla en más de un sentido cuando a pesar del dictamen del ministro Cossío para que los militares que cometen delitos civiles sean juzgados por tribunales civiles, decide que no; que los soldados seguirán siendo juzgados por ellos mismos.
Once ministros que habrán de demostrar si son capaces de hacer al fin justicia en Acteal, una de nuestras grandes heridas abiertas. Francamente, lo dudo.
Primer acto.— En una de ésas, lo mejor de la mentada cumbre es el Mariachi Vargas de Tecalitlán. Y es que la reunión de Guadalajara parece más vacía de contenidos que un reality show. Mucho ruido y pocas nueces: peanuts, dirían los que hablan inglés. Como si a los señores Obama, Harper y Calderón no les hubiera quedado otra que cumplir con lo programado.
Y, por cierto, muy mal programado porque se habló de todo y de nada. Sin haber establecido prioridades; como si no las hubiera para los tres países. Y ahí están los resultados. O más bien la falta de éstos: nada sobre una reforma migratoria; nada sobre ajustes al TLC; nada sobre una estrategia conjunta para enfrentar la crisis económica; nada sobre la cancelación de las visas canadienses.
En cambio, las anunciadas buenas intenciones para “modernizar la frontera”, combatir la influenza y acuerdos menores en materias comercial, ambiental y de seguridad parecen muy poca cosa. Sobre todo si consideramos el enorme tinglado y las consiguientes expectativas que todavía suelen generar estas mal llamadas cumbres.
Segundo acto.— En la sede nacional del PAN hay una enorme incertidumbre por ver quién gana la presidencia de ese partido: César Nava o César Nava. Y nada, que va ganando César Nava, ex secretario particular del presidente Calderón y candidato único haiga sido como haiga sido luego de una rebelioncita de chisguete.
Todavía hay ingenuos que especulan qué será César respecto a Felipe: un vasallo, un empleado o un robot a distancia desde Los Pinos. O si acaso el nuevo presidente azul tendrá las agallas para convertirse también en líder. Uno que se atreva a decirle a Calderón que por ahí no, que el país no puede seguir por ese rumbo y que lo del 5 de julio no es sino el aviso de una catástrofe total en las elecciones que faltan.
Tercer acto.— Una Suprema Corte de opereta melodramática. En la que lo mismo se produce un dictamen vergonzante del ultraderechista ministro Aguirre Anguiano, al que sólo le faltó felicitar al gobierno de Sonora y al IMSS por la aberración de la guardería de Hermosillo, que una votación contundente del pleno reparando la infamia. Una Corte que falla en más de un sentido cuando a pesar del dictamen del ministro Cossío para que los militares que cometen delitos civiles sean juzgados por tribunales civiles, decide que no; que los soldados seguirán siendo juzgados por ellos mismos.
Once ministros que habrán de demostrar si son capaces de hacer al fin justicia en Acteal, una de nuestras grandes heridas abiertas. Francamente, lo dudo.
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