Jorge Melendez Preciado
Preocupado al máximo, Felipe Calderón tuvo que llevar a cabo una reunión, a escondidas, en Ixtapan de la Sal, con el fin de evitar una rebelión mayor en el Partido Acción Nacional, ya que su imposición de César Nava tenía visos de fracasar. Al parecer, su delfín y exsecretario particular llegará a la meta propuesta, sustituir al inepto y rudo, Germán Martínez, pero el hecho mismo deja cuando menos dos lecciones.
Una, el dedazo calderonista no funcionó en automático, no obstante la fuerza de Los Pinos. Y dos, a pesar de que los disidentes siempre elogiaron a Felipe, mostraron su inconformidad con un político que se encuentra gravemente desgastado por muchas razones, entre otras el alejamiento de la política y, asimismo, el enclaustramiento en su primer y único círculo, lo que hasta al propio Dante Aligheri asombraría.
Pero no se crea que éstos son los más graves problemas de Felipe maquillado, a pesar que le dedique un tiempo excesivo, mayor que cualquier gobernante en los últimos 80 años, a la agrupación donde milita. Enfrente tiene una temporada de lluvias y de sequías como nunca, la posibilidad del resurgimiento del virus A/H1N1, el reclamo de los familiares de los 49 –hasta ahora– niños asesinados en Hermosillo, el desafío del cártel La Familia, los interminables enredos en las investigaciones policiacas de asesinados y secuestrados, y varios asuntos más.
En el terreno político hay cuatro dificultades imperiosas: la molestia de los empresarios por la actual política económica, las cifras negativas que se conocen diariamente y se agravarán en los próximos meses, la aceptación de la propuesta del tricolor en materia económica y la ineptitud de sus funcionarios.
Diferentes líderes de agrupaciones empresariales no están de acuerdo ni con los llamados estímulos fiscales, ni en la forma que se va asignando el presupuesto, ni en la carga impositiva. El más reciente fue Salomón Presburger, de la Confederación de Cámaras Industriales de los Estados Unidos Mexicanos, quien llamó a recortar gravámenes y evitar programas asistenciales fallidos, seguramente entre ellos Procampo, que lo mismo subsidia a parientes de narcotraficantes, familiares de Vicente Fox, y son más opacos que los lentes del extinto Fidel Velázquez.
En los sectores productivos hay desesperación: el retroceso económico a finales de este semestre es mayor a 11 por ciento.
A pesar que algunos analistas hagan cuentas diferentes, la miseria en el país va adelante. Hoy trabajan más elementos de una familia para conseguir lo elemental, los precios de los alimentos y artículos básicos han aumentado, y el desempleo es inocultable.
Y es que una economía en recesión no posibilita que existan puestos de calidad, ni siquiera medianos. Algo que no sólo mellará a las generaciones presentes, sino incluso, las futuras. Un periodista que enaltece las virtudes de la empresa privada, Carlos Mota, escribió hace poco en Milenio Diario (17 de julio) que al no invertir nuestro país en ciencia y tecnología lo necesario, traerá como resultado un atraso monumental y no podremos competir con países como India, Brasil, China y varios más, incluidos centroamericanos.
Por lo que no se explica a quién se le “ocurrió” disminuir el presupuesto a las universidades, se propuso en que ya no se dieran más becas para maestría y posgrado y se contemplara reforzar los apoyos a universidades privadas para que ayudaran a ciertas investigaciones de empresas trasnacionales. ¡Un verdadero atentado contra la nación!
En este panorama, importa que el Partido Revolucionario Institucional, encabezado por Beatriz Paredes, trabaje en una ley de emergencia económica. Varios son los economistas que la elaboran, entre ellos David Peychina, Francisco Rojas y Óscar Levín Coppel. Éste fue captado con una sonrisa de oreja a oreja el 5 de julio, cuando el partidazo dio a conocer sus resultados favorables. Era lógico, propuesto al cargo de subsecretario de Hacienda (por un amigo), fue vetado por Calderón, al considerarlo un “priistas ortodoxo”. La venganza es dulce.
En dicha propuesta tricolor se intentará hacer lo que no pudo el equipo de Los Pinos: gastar más y mejor, pero sobre todo no tener los subejercicios pavorosos que hoy son la constante. Muchos de ellos debido a la torpeza de los funcionarios, al temor a invertir porque lo hagan incorrectamente o a que deben favorecer a determinados grupos políticos, los cuales apoyaron la campaña electoral de 2000 (pago de favores y compadrazgo).
Respecto del equipo de Felipe, donde muchos exigen cambios, vale la pena señalar únicamente dos frases y actitudes: la de Ernesto Cordero, de la Secretaría de Desarrollo Social, cuando explicó que a pesar de los programas de apoyo a la ciudadanía, existe mayor pobreza; con descaro aseveró: “Vamos en la ruta correcta” (sic); y la de Gerardo Ruiz Mateos, el excéntrico secretario de Economía, quien orgulloso dice: “Las cifras anuncian que, debido a las medidas oficiales, no se perdieron 1 millón de empleos (sólo fueron, hasta ahora, 650 mil) y se aproxima la recuperación (resic).
Debido a esos cuates –selección nacional la llama Felipe–, los críticos somos paleros informados.
Preocupado al máximo, Felipe Calderón tuvo que llevar a cabo una reunión, a escondidas, en Ixtapan de la Sal, con el fin de evitar una rebelión mayor en el Partido Acción Nacional, ya que su imposición de César Nava tenía visos de fracasar. Al parecer, su delfín y exsecretario particular llegará a la meta propuesta, sustituir al inepto y rudo, Germán Martínez, pero el hecho mismo deja cuando menos dos lecciones.
Una, el dedazo calderonista no funcionó en automático, no obstante la fuerza de Los Pinos. Y dos, a pesar de que los disidentes siempre elogiaron a Felipe, mostraron su inconformidad con un político que se encuentra gravemente desgastado por muchas razones, entre otras el alejamiento de la política y, asimismo, el enclaustramiento en su primer y único círculo, lo que hasta al propio Dante Aligheri asombraría.
Pero no se crea que éstos son los más graves problemas de Felipe maquillado, a pesar que le dedique un tiempo excesivo, mayor que cualquier gobernante en los últimos 80 años, a la agrupación donde milita. Enfrente tiene una temporada de lluvias y de sequías como nunca, la posibilidad del resurgimiento del virus A/H1N1, el reclamo de los familiares de los 49 –hasta ahora– niños asesinados en Hermosillo, el desafío del cártel La Familia, los interminables enredos en las investigaciones policiacas de asesinados y secuestrados, y varios asuntos más.
En el terreno político hay cuatro dificultades imperiosas: la molestia de los empresarios por la actual política económica, las cifras negativas que se conocen diariamente y se agravarán en los próximos meses, la aceptación de la propuesta del tricolor en materia económica y la ineptitud de sus funcionarios.
Diferentes líderes de agrupaciones empresariales no están de acuerdo ni con los llamados estímulos fiscales, ni en la forma que se va asignando el presupuesto, ni en la carga impositiva. El más reciente fue Salomón Presburger, de la Confederación de Cámaras Industriales de los Estados Unidos Mexicanos, quien llamó a recortar gravámenes y evitar programas asistenciales fallidos, seguramente entre ellos Procampo, que lo mismo subsidia a parientes de narcotraficantes, familiares de Vicente Fox, y son más opacos que los lentes del extinto Fidel Velázquez.
En los sectores productivos hay desesperación: el retroceso económico a finales de este semestre es mayor a 11 por ciento.
A pesar que algunos analistas hagan cuentas diferentes, la miseria en el país va adelante. Hoy trabajan más elementos de una familia para conseguir lo elemental, los precios de los alimentos y artículos básicos han aumentado, y el desempleo es inocultable.
Y es que una economía en recesión no posibilita que existan puestos de calidad, ni siquiera medianos. Algo que no sólo mellará a las generaciones presentes, sino incluso, las futuras. Un periodista que enaltece las virtudes de la empresa privada, Carlos Mota, escribió hace poco en Milenio Diario (17 de julio) que al no invertir nuestro país en ciencia y tecnología lo necesario, traerá como resultado un atraso monumental y no podremos competir con países como India, Brasil, China y varios más, incluidos centroamericanos.
Por lo que no se explica a quién se le “ocurrió” disminuir el presupuesto a las universidades, se propuso en que ya no se dieran más becas para maestría y posgrado y se contemplara reforzar los apoyos a universidades privadas para que ayudaran a ciertas investigaciones de empresas trasnacionales. ¡Un verdadero atentado contra la nación!
En este panorama, importa que el Partido Revolucionario Institucional, encabezado por Beatriz Paredes, trabaje en una ley de emergencia económica. Varios son los economistas que la elaboran, entre ellos David Peychina, Francisco Rojas y Óscar Levín Coppel. Éste fue captado con una sonrisa de oreja a oreja el 5 de julio, cuando el partidazo dio a conocer sus resultados favorables. Era lógico, propuesto al cargo de subsecretario de Hacienda (por un amigo), fue vetado por Calderón, al considerarlo un “priistas ortodoxo”. La venganza es dulce.
En dicha propuesta tricolor se intentará hacer lo que no pudo el equipo de Los Pinos: gastar más y mejor, pero sobre todo no tener los subejercicios pavorosos que hoy son la constante. Muchos de ellos debido a la torpeza de los funcionarios, al temor a invertir porque lo hagan incorrectamente o a que deben favorecer a determinados grupos políticos, los cuales apoyaron la campaña electoral de 2000 (pago de favores y compadrazgo).
Respecto del equipo de Felipe, donde muchos exigen cambios, vale la pena señalar únicamente dos frases y actitudes: la de Ernesto Cordero, de la Secretaría de Desarrollo Social, cuando explicó que a pesar de los programas de apoyo a la ciudadanía, existe mayor pobreza; con descaro aseveró: “Vamos en la ruta correcta” (sic); y la de Gerardo Ruiz Mateos, el excéntrico secretario de Economía, quien orgulloso dice: “Las cifras anuncian que, debido a las medidas oficiales, no se perdieron 1 millón de empleos (sólo fueron, hasta ahora, 650 mil) y se aproxima la recuperación (resic).
Debido a esos cuates –selección nacional la llama Felipe–, los críticos somos paleros informados.
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