Francisco Rodríguez
Un partido es la locura de muchos en beneficio de unos pocos
Alexander Pope
YA HAY “UN nuevo PRI”. Tiene un nombre viejo y de sobra conocido: Partido Acción Nacional. Es ya, reconfirmado, el partido de un solo hombre. Es el partido único y exclusivo del ocupante de Los Pinos. Le servirá para “dedear” candidatos. Y… para nada más.
Sus admiradores y paniaguados señalarán que su erección ha sido una proeza de ingeniería y de imaginación. ¡Pamplinas!
Y es que los críticos, en cambio, apuntan que lo único que se ha hecho fue calcar los blueprints o planos arquitectónicos que en 1929 comenzara a delinear Plutarco Elías Calles y que, al paso de los sexenios, fuesen impresos desde una lap-top para dar origen a un “edificio (poco) inteligente”.
“El nuevo PRI” –o sea, el PAN— es muestra palmaria de una especie de pereza o flojera por parte del señor Felipe Calderón, quien una vez más se ha negado a emprender el muy azaroso trabajo político de conciliar con las diversas corrientes al seno de su propia organización y, por supuesto, con las opositoras que los electores han decidido colocarle enfrente, ya para cercarlo, ya para acicatearlo.
Este “nuevo PRI” –léase: PAN--, más que liberar a Calderón de tareas a las que rehúye –negociación, diálogo, búsqueda de consensos--, se ha convertido en su carcelero.
El PAN o “nuevo PRI” –llámele como usted quiera--, juega ahora el papel de espejismo. Calderón debe pensar que controlando a la estructura blanquiazul, controlará también al Congreso. Una ilusión, o quizá una alucinación solamente.
Mecanismos y herramientas empleados para la construcción de “el nuevo PRI” –o séase, el PAN— adelantan que, no obstante enfrentar el resurgimiento de un gobierno dividido, Calderón rehuye al diálogo, a la negociación, a la construcción de consensos.
Por pereza o incluso por soberbia, el ocupante de Los Pinos no le entrará tan fácil –como sí lo hizo ¡cuando tenía la mayoría en la Cámara Baja!-- al cambalache de posiciones o prebendas en aras de sacar adelante sus proyectos y programas.
Se va a cerrar o a encerrar tras los altos muros de arrogancia que rodean a “el nuevo PRI”, es decir al PAN.
La derrota de la corriente “chuchista” –que quedó en posición minoritaria en las recientes elecciones federales-- del PRD, le ha cerrado a Calderón la posibilidad de formar una coalición estable con quienes, vengativos, ahora claman por la expulsión de Andrés Manuel López Obrador, el rápido reconocimiento a su presidencia legal, y alianzas electorales con “el nuevo PRI”, esto es, con el PAN.
Una coalición estable con “los chuchos”, por ejemplo, implicaría no sólo el uso de diferentes (¿30?) monedas de cambio --nombramientos a cargos políticos, concesiones de políticas o cambios que beneficien a los distritos de los legisladores o a la base de apoyo del partido, proyectos de inversión local, transferencias presupuestarias y/o cargos públicos o contratos del gobierno--, incluso cargos en el gabinete que para estos “chuchos” serían como ambrosía.
Con César Nava como operador –una especie de Lugo Verduzco o González Fernández del momento--, “el nuevo PRI”, que usted ya sabe que es el PAN, lo más que a Calderón le queda es el establecer intercambios de distintos tipos de recompensas inmediatas y focalizadas para obtener apoyo legislativo en el corto plazo.
Y eso no alcanza para que “el nuevo PRI”, ya sabe: el PAN, consiga superar la condición de gobierno dividido en la que ahora se desenvolverá el país.
El futuro de la Administración de Calderón es incierto.
El de “el nuevo PRI”, en cambio, ya está delineado… ¡colapsará!
Índice Flamígero: César Nava no escarmienta. Esta es la tercera ocasión que su “amigo” –eso cree Nava— Felipe Calderón lo impulsa a un cargo y, luego, lo deja “colgado de la brocha”. Lo impulsó al manejo de los asuntos jurídicos de Pemex, y lo sacó de ahí no para ascenderlo a subsecretario o, de perdis, a oficial mayor de la Secretaría de Energía, que recién le había encomendado Vicente Fox. Lo hizo secretario particular de Los Pinos, y de ahí lo despidió con cajas destempladas, tras el fallecimiento del verdadero amigo, Juan Camilo Mouriño. De la mano, lo ha llevado a la dirigencia nacional de “el nuevo PRI” –¡ya chole, es el PAN!--, donde el brillante joven michoacano tendrá escaso margen de maniobra personal y, por supuesto, corre el riesgo de que su jefe lo vuelva a repudiar. ¿La tercera es la vencida? No escarmienta César Nava. No escarmienta.
*** IMPORTANTE *** Revoluciones es un proyecto de información alternativa sin fines de lucro, para mantenernos en línea requerimos de tu apoyo. Puedes ayudarnos haciendo un deposito bancario, por mínimo que sea, hazlo en el banco HSBC, al número de cuenta 6271254999 a nombre de Samuel R. García o en transferencia electrónica abonando al número Clabe: 021180062712549990. Gracias.
Un partido es la locura de muchos en beneficio de unos pocos
Alexander Pope
YA HAY “UN nuevo PRI”. Tiene un nombre viejo y de sobra conocido: Partido Acción Nacional. Es ya, reconfirmado, el partido de un solo hombre. Es el partido único y exclusivo del ocupante de Los Pinos. Le servirá para “dedear” candidatos. Y… para nada más.
Sus admiradores y paniaguados señalarán que su erección ha sido una proeza de ingeniería y de imaginación. ¡Pamplinas!
Y es que los críticos, en cambio, apuntan que lo único que se ha hecho fue calcar los blueprints o planos arquitectónicos que en 1929 comenzara a delinear Plutarco Elías Calles y que, al paso de los sexenios, fuesen impresos desde una lap-top para dar origen a un “edificio (poco) inteligente”.
“El nuevo PRI” –o sea, el PAN— es muestra palmaria de una especie de pereza o flojera por parte del señor Felipe Calderón, quien una vez más se ha negado a emprender el muy azaroso trabajo político de conciliar con las diversas corrientes al seno de su propia organización y, por supuesto, con las opositoras que los electores han decidido colocarle enfrente, ya para cercarlo, ya para acicatearlo.
Este “nuevo PRI” –léase: PAN--, más que liberar a Calderón de tareas a las que rehúye –negociación, diálogo, búsqueda de consensos--, se ha convertido en su carcelero.
El PAN o “nuevo PRI” –llámele como usted quiera--, juega ahora el papel de espejismo. Calderón debe pensar que controlando a la estructura blanquiazul, controlará también al Congreso. Una ilusión, o quizá una alucinación solamente.
Mecanismos y herramientas empleados para la construcción de “el nuevo PRI” –o séase, el PAN— adelantan que, no obstante enfrentar el resurgimiento de un gobierno dividido, Calderón rehuye al diálogo, a la negociación, a la construcción de consensos.
Por pereza o incluso por soberbia, el ocupante de Los Pinos no le entrará tan fácil –como sí lo hizo ¡cuando tenía la mayoría en la Cámara Baja!-- al cambalache de posiciones o prebendas en aras de sacar adelante sus proyectos y programas.
Se va a cerrar o a encerrar tras los altos muros de arrogancia que rodean a “el nuevo PRI”, es decir al PAN.
La derrota de la corriente “chuchista” –que quedó en posición minoritaria en las recientes elecciones federales-- del PRD, le ha cerrado a Calderón la posibilidad de formar una coalición estable con quienes, vengativos, ahora claman por la expulsión de Andrés Manuel López Obrador, el rápido reconocimiento a su presidencia legal, y alianzas electorales con “el nuevo PRI”, esto es, con el PAN.
Una coalición estable con “los chuchos”, por ejemplo, implicaría no sólo el uso de diferentes (¿30?) monedas de cambio --nombramientos a cargos políticos, concesiones de políticas o cambios que beneficien a los distritos de los legisladores o a la base de apoyo del partido, proyectos de inversión local, transferencias presupuestarias y/o cargos públicos o contratos del gobierno--, incluso cargos en el gabinete que para estos “chuchos” serían como ambrosía.
Con César Nava como operador –una especie de Lugo Verduzco o González Fernández del momento--, “el nuevo PRI”, que usted ya sabe que es el PAN, lo más que a Calderón le queda es el establecer intercambios de distintos tipos de recompensas inmediatas y focalizadas para obtener apoyo legislativo en el corto plazo.
Y eso no alcanza para que “el nuevo PRI”, ya sabe: el PAN, consiga superar la condición de gobierno dividido en la que ahora se desenvolverá el país.
El futuro de la Administración de Calderón es incierto.
El de “el nuevo PRI”, en cambio, ya está delineado… ¡colapsará!
Índice Flamígero: César Nava no escarmienta. Esta es la tercera ocasión que su “amigo” –eso cree Nava— Felipe Calderón lo impulsa a un cargo y, luego, lo deja “colgado de la brocha”. Lo impulsó al manejo de los asuntos jurídicos de Pemex, y lo sacó de ahí no para ascenderlo a subsecretario o, de perdis, a oficial mayor de la Secretaría de Energía, que recién le había encomendado Vicente Fox. Lo hizo secretario particular de Los Pinos, y de ahí lo despidió con cajas destempladas, tras el fallecimiento del verdadero amigo, Juan Camilo Mouriño. De la mano, lo ha llevado a la dirigencia nacional de “el nuevo PRI” –¡ya chole, es el PAN!--, donde el brillante joven michoacano tendrá escaso margen de maniobra personal y, por supuesto, corre el riesgo de que su jefe lo vuelva a repudiar. ¿La tercera es la vencida? No escarmienta César Nava. No escarmienta.
*** IMPORTANTE *** Revoluciones es un proyecto de información alternativa sin fines de lucro, para mantenernos en línea requerimos de tu apoyo. Puedes ayudarnos haciendo un deposito bancario, por mínimo que sea, hazlo en el banco HSBC, al número de cuenta 6271254999 a nombre de Samuel R. García o en transferencia electrónica abonando al número Clabe: 021180062712549990. Gracias.
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