Pablo Latapí Sarre

Miguel Ángel Granados Chapa

Cristiano sin etiquetas, sin ostentación, formado en los valores que mantiene y propaga la Compañía de Jesús, don Pablo Latapí dejó el sacerdocio sin abjuraciones ni conflictos exteriores, aunque es imaginable que los haya vivido en su conciencia, hombre profundo como era. No abandonó sus convicciones, sino que las ejerció libremente, alegremente.

Murió hace una semana, el 3 de agosto. Pero -pocas veces el lugar común es más verdadero- sigue vivo. Sabía que su final corpóreo estaba cerca. Su última aparición pública, a mediados de junio, fue síntesis de su vida y de su legado. Recibió el doctorado honoris causa del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados, en cuyo Departamento de Educación se advierte sin dificultad la impronta de don Pablo. Era la primera vez que dicho centro del Instituto Politécnico Nacional expedía una distinción de ese rango. No era la primera que recibía el pionero de la investigación educativa. Con su lenguaje siempre sencillo y nutritivo anunció su tránsito -ocurrido apenas seis semanas después- y condensó su credo:

"En los rostros de muchos veo una expresión mezcla de alegría y tristeza; como que saben, como también yo lo sé, que ya atardece y el día va a terminar pronto. Desde la perspectiva de esperanza cierta e incierta en la que me encuentro, agradezco a todos ustedes su afecto y cariño en estos momentos... Estoy convencido de que hay que seguir trabajando con fe en lo que queremos, lo que nos corresponde a todos; para eso es la vida, para construir esperanza, tender puentes hacia un futuro mejor, sembrar alegría; se construye esperanza invocando nuestras utopías y trabajando tenazmente para realizarlas, hasta el último día de nuestra vida".

Vivió conforme a esa convicción. Fundó en 1962 el Centro de Estudios Educativos y en 1998 el Observatorio Ciudadano de la Educación. Cuatro integrantes de este organismo civil: Mery Hamui, María de Ibarrola, Aurora Loyo y Sylvia Schmelkes (ejemplos de la floración cultivada por don Pablo) trazaron así el trayecto vital de su maestro:

"Abrió espacios institucionales, diseñó caminos y orientó la investigación educativa hacia la justicia social, la igualdad de oportunidades educativas, la calidad de la educación y el indispensable contenido valoral de la educación. Su trabajo trascendió el país". Ellas, y de seguro muchos de los investigadores formados con él y por él, como Felipe Martínez Rizo, Carlos Muñoz Izquierdo, Manuel Ulloa, Manuel Gil Antón y un largo etcétera, percibieron así sus enseñanzas:

"Saber leer los signos de los tiempos y evaluar las cambiantes circunstancias sin dejar de lado nuestros valores, matizar sin disfrazar nuestras críticas, no temer el contacto con las autoridades, pero no permitir que nos utilicen para simular. Sin embargo, quizá lo más importante, porque ello encarna al educador, es el ejemplo de su generosidad hacia los jóvenes" (El Universal, 5 de agosto).

Don Pablo asesor de secretarios de Educación. Él mismo (hablando en tercera persona) vio así esa labor:

"Como investigador de temas educativos y debido también a su tarea de crítico independiente desde la prensa, ha sido testigo constante de la política educativa en el país desde hace 40 años. Sin haber sido nunca funcionario de la SEP -su ámbito de trabajo ha sido la academia- fue invitado como asesor de varios secretarios de Educación; declinó algunas invitaciones por diversas razones, pero aceptó las de Fernando Solana (en sus dos periodos en la SEP), José Ángel Pescador y Miguel Limón. Como asesor su tarea consistía en atender algunos asuntos encomendados, revisar documentos, asistir a reuniones; incluso con algunos de esos funcionarios surgió una relación de amistad que perdura hasta el presente. Los tres secretarios mencionados dieron muestra de gran respeto a sus opiniones, aun cuando disintieran de las propias (a veces publicadas en algún artículo periodístico), virtud nada común en los regímenes priístas. Su magnanimidad humana y académica les permitió una colaboración fructífera en esas asesorías" (prefacio a La SEP por dentro, fechado en junio de 2004).

Como educador, Latapí formuló una síntesis de sus preocupaciones y reflexionó en torno a cuatro de ellas al recibir, en febrero de 2007, el doctorado honoris causa de la Universidad Autónoma Metropolitana. Ejemplifico con algunas líneas de su cuarta preocupación: "romper la prisión del conocimiento racional".

"La educación... ni empieza ni termina en los territorios de la razón. Abraza otras formas de desarrollo de nuestro espíritu, las que hoy empiezan a vislumbrar las teorías de las inteligencias múltiples y de la inteligencia emocional. Lo mejor de la educación que recibí -y creo haber recibido una educación intelectualmente exigente- fue precisamente lo no-racional, la apertura a dimensiones humanas que considero esenciales: el mundo simbólico y artístico, el ámbito de lo dionisiaco, el orden de la ética que fundamenta la dignidad de nuestra especie y el de las virtudes humanas fundamentales, sobre todo el respeto a los demás y a la vida. Me horroriza una educación que excluya la compasión, que renuncie a la búsqueda de significados o que cierre las puertas a las posibilidades de la trascendencia".

Como autor de artículos durante 40 años, creyó que "la crítica independiente es indispensable como contrapeso al poder del Estado: denuncia, presiona, alerta, aporta diagnósticos divergentes, presenta propuestas alternativas, fortalece demandas sociales...".

Cajón de Sastre

Coinciden hoy, aunque no converjan ni geográfica ni políticamente, dos reuniones de jefes de Estado y gobierno de nuestro continente. En Guadalajara se realiza la Cumbre de líderes de América del Norte, es decir los presidentes de México y Estados Unidos y el primer ministro de Canadá. En Quito se congregan los gobernantes de Unasur, la todavía flamante (nació en mayo de 2008) Unión de Naciones Sudamericanas, integrada por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela. Aunque entre los países que integran una y otra región hay asimetrías notorias, en la reunión quiteña la pretensión de un trato entre iguales aparece más cercana a la realidad. En Guadalajara, en cambio, queda claro de nuevo que tiene más el rico cuando empobrece que el pobre... cuando empobrece aun más.

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