Miguel Ángel Granados Chapa
Aunque fue elegido por una gran mayoría (290 de 345 votos posibles), César Nava presidirá un partido Acción Nacional dolido y dividido, lo que dificultará su desempeño durante los 14 meses en que sustituirá a Germán Martínez. La votación del sábado pasado probablemente refleja más la vocación de acatamiento de la voluntad presidencial que era característica del PRI y afecta igualmente al PAN, que una genuina convicción de que el nuevo jefe nacional esté a la altura de las exigencias del partido.
Serían por completo inconscientes los consejeros panistas si no se hubieran preguntado por la fuerza de las convicciones de Nava, que buscó ser candidato a diputado con la mira de coordinar la bancada de su partido en San Lázaro. En ese camino andaba: ya había logrado su elección como diputado de mayoría, con lo que satisfizo el requisito que Germán Martínez había establecido (si bien en forma de promesa y no de condicionante) para encabezar a los diputados blanquiazules, cuando de pronto cambió de rumbo. Sea que haya recibido una orden de quien conserva aún autoridad sobre su conducta, el presidente Calderón, sea que él mismo escogiera aspirar a conducir su partido, a diferencia de 2007 cuando por instrucciones de arriba se abstuvo de hacerlo, Nava mudó su rumbo sin dificultad alguna, para ir en pos de la presidencia nacional de su partido. Si no lo decidió por sí mismo, mostró ser como el centurión del Evangelio, al que se le ordena marchar y marcha.
Parece que ésa será su actitud en la jefatura partidaria. Carole Simonnet le preguntó sobre las prioridades legislativas de su bancada en San Lázaro, con la que se reunirá mañana y pasado mañana (jueves y viernes), y respondió como si no encabezara al partido del gobierno, capaz por ello de impulsar un programa en busca de que el Ejecutivo lo haga suyo. Será al revés. Dijo que en materia económica "es importante esperar la propuesta de Hacienda para conocer los términos del próximo paquete presupuestal" (Reforma, 11 de agosto). En vez de que Hacienda establezca la pauta del gasto público, el partido debería plantear cuáles son sus prioridades, las que ofreció a sus votantes en la plataforma de gobierno que expuso en la reciente campaña. Bajo la dirección de Nava, con ese criterio, el PAN va a ser mera caja de resonancia de los propósitos presidenciales.
Quizá lo sea también a la hora de designar coordinador de los diputados, decisión que Nava hará pública el viernes, previa auscultación entre los nuevos legisladores. Martínez había ofrecido que el jefe de la fracción parlamentaria sería un diputado por mayoría, no uno de representación proporcional. No es una regla, sólo fue un ofrecimiento cuya vigencia pudo haber concluido con el periodo en que Martínez encabezó al PAN. Por lo tanto Nava no está amarrado por esa promesa. Pero si, alterando el sentido con que Martínez la había formulado, la designación recae en Josefina Vázquez Mota, se hará notar de nuevo la mano presidencial. A menos que sólo le hayan dorado la píldora para atenuar la rudeza de su despido, a ella la retiraron de la Secretaría de Educación Pública con el ofrecimiento presidencial de tener un papel sobresaliente en la próxima legislatura. No falta mucho para saber, entonces, si el ejercicio de esa importante atribución, nombrar a quien encabece a los diputados, es una decisión partidaria o del gobierno. Si es lo segundo, Nava está en el riesgo de ser una mera correa de transmisión de instrucciones y no quien presida realmente el partido.
El PAN necesita fortalecerse para recuperar su rumbo triunfador. Lo requiere para enfrentar el arduo calendario electoral del próximo año. Habrá elecciones para gobernador en 10 entidades de la República, siete de las cuales tienen gobiernos priistas y por lo tanto (visto el papel determinante de los gobernadores de ese partido en los procesos electorales) muchas posibilidades de continuar en esas condiciones. Chihuahua, Durango, Oaxaca, Puebla, Sinaloa, Tamaulipas y Veracruz mostraron en la elección del 5 de julio las capacidades de, digámoslo así, conducción política de sus gobernadores para mantener e incrementar el control de su partido, que lo mismo podrán hacer en su propia sucesión. Es remota la posibilidad de una victoria panista en esas entidades. En Zacatecas, donde el partido de la gobernadora Amalia García dominó el proceso federal, tendría el PAN algún margen para la esperanza, sobre todo a partir de que se ahonden las diferencias internas del PRD o de éste con su antiguo aliado el Partido del Trabajo. Aun en los estados que gobierna, Aguascalientes y Tlaxcala, el PAN podría perder las elecciones por la división interna propiciada en la primera de esas entidades por el gobernador, y en la segunda porque acaso ahora Beatriz Paredes querrá recuperar la gubernatura para su propio partido luego de haber alentado triunfos de priistas bajo otro sello partidario en las dos elecciones recientes.
Antes de esos lances externos, Nava deberá librar uno interno. Hoy ha de comenzar su tarea la Comisión de Reflexión y Análisis del Resultado Electoral 2009, para encabezar la cual nombró el mismo sábado de su elección a José Luis Coindreau, que fue secretario de Gobierno de Nuevo León. El comité padeció ya su primer resbalón, pues el diputado electo Javier Corral rehusó pertenecer a él, como protesta por el vulgar modo antidemocrático con que el presidente que se iba, Germán Martínez, condujo la sesión del consejo nacional.
Cajón de Sastre
Murió el sábado pasado Humberto Romero Pérez, que apenas el 15 de julio pasado había cumplido 86 años de edad. Nacido en La Piedad, Michoacán, se graduó de abogado en la UNAM e hizo una breve pero relevante carrera en cargos que a menudo no permiten proyección personal. Fue secretario particular de Francisco González de la Vega, procurador general de la República bajo Miguel Alemán, secretario de Prensa del presidente Adolfo Ruiz Cortines y secretario particular del presidente Adolfo López Mateos. Hace apenas dos meses presentó su libro Los dos Adolfos, al que el editor puso como subtítulo Los mejores presidentes de México del siglo XX. Enemistado con Gustavo Díaz Ordaz, se retiró de la política hasta 1979 en que fue diputado federal. Era tenido como una leyenda por su poder al lado del enfermo presidente López Mateos.
Aunque fue elegido por una gran mayoría (290 de 345 votos posibles), César Nava presidirá un partido Acción Nacional dolido y dividido, lo que dificultará su desempeño durante los 14 meses en que sustituirá a Germán Martínez. La votación del sábado pasado probablemente refleja más la vocación de acatamiento de la voluntad presidencial que era característica del PRI y afecta igualmente al PAN, que una genuina convicción de que el nuevo jefe nacional esté a la altura de las exigencias del partido.
Serían por completo inconscientes los consejeros panistas si no se hubieran preguntado por la fuerza de las convicciones de Nava, que buscó ser candidato a diputado con la mira de coordinar la bancada de su partido en San Lázaro. En ese camino andaba: ya había logrado su elección como diputado de mayoría, con lo que satisfizo el requisito que Germán Martínez había establecido (si bien en forma de promesa y no de condicionante) para encabezar a los diputados blanquiazules, cuando de pronto cambió de rumbo. Sea que haya recibido una orden de quien conserva aún autoridad sobre su conducta, el presidente Calderón, sea que él mismo escogiera aspirar a conducir su partido, a diferencia de 2007 cuando por instrucciones de arriba se abstuvo de hacerlo, Nava mudó su rumbo sin dificultad alguna, para ir en pos de la presidencia nacional de su partido. Si no lo decidió por sí mismo, mostró ser como el centurión del Evangelio, al que se le ordena marchar y marcha.
Parece que ésa será su actitud en la jefatura partidaria. Carole Simonnet le preguntó sobre las prioridades legislativas de su bancada en San Lázaro, con la que se reunirá mañana y pasado mañana (jueves y viernes), y respondió como si no encabezara al partido del gobierno, capaz por ello de impulsar un programa en busca de que el Ejecutivo lo haga suyo. Será al revés. Dijo que en materia económica "es importante esperar la propuesta de Hacienda para conocer los términos del próximo paquete presupuestal" (Reforma, 11 de agosto). En vez de que Hacienda establezca la pauta del gasto público, el partido debería plantear cuáles son sus prioridades, las que ofreció a sus votantes en la plataforma de gobierno que expuso en la reciente campaña. Bajo la dirección de Nava, con ese criterio, el PAN va a ser mera caja de resonancia de los propósitos presidenciales.
Quizá lo sea también a la hora de designar coordinador de los diputados, decisión que Nava hará pública el viernes, previa auscultación entre los nuevos legisladores. Martínez había ofrecido que el jefe de la fracción parlamentaria sería un diputado por mayoría, no uno de representación proporcional. No es una regla, sólo fue un ofrecimiento cuya vigencia pudo haber concluido con el periodo en que Martínez encabezó al PAN. Por lo tanto Nava no está amarrado por esa promesa. Pero si, alterando el sentido con que Martínez la había formulado, la designación recae en Josefina Vázquez Mota, se hará notar de nuevo la mano presidencial. A menos que sólo le hayan dorado la píldora para atenuar la rudeza de su despido, a ella la retiraron de la Secretaría de Educación Pública con el ofrecimiento presidencial de tener un papel sobresaliente en la próxima legislatura. No falta mucho para saber, entonces, si el ejercicio de esa importante atribución, nombrar a quien encabece a los diputados, es una decisión partidaria o del gobierno. Si es lo segundo, Nava está en el riesgo de ser una mera correa de transmisión de instrucciones y no quien presida realmente el partido.
El PAN necesita fortalecerse para recuperar su rumbo triunfador. Lo requiere para enfrentar el arduo calendario electoral del próximo año. Habrá elecciones para gobernador en 10 entidades de la República, siete de las cuales tienen gobiernos priistas y por lo tanto (visto el papel determinante de los gobernadores de ese partido en los procesos electorales) muchas posibilidades de continuar en esas condiciones. Chihuahua, Durango, Oaxaca, Puebla, Sinaloa, Tamaulipas y Veracruz mostraron en la elección del 5 de julio las capacidades de, digámoslo así, conducción política de sus gobernadores para mantener e incrementar el control de su partido, que lo mismo podrán hacer en su propia sucesión. Es remota la posibilidad de una victoria panista en esas entidades. En Zacatecas, donde el partido de la gobernadora Amalia García dominó el proceso federal, tendría el PAN algún margen para la esperanza, sobre todo a partir de que se ahonden las diferencias internas del PRD o de éste con su antiguo aliado el Partido del Trabajo. Aun en los estados que gobierna, Aguascalientes y Tlaxcala, el PAN podría perder las elecciones por la división interna propiciada en la primera de esas entidades por el gobernador, y en la segunda porque acaso ahora Beatriz Paredes querrá recuperar la gubernatura para su propio partido luego de haber alentado triunfos de priistas bajo otro sello partidario en las dos elecciones recientes.
Antes de esos lances externos, Nava deberá librar uno interno. Hoy ha de comenzar su tarea la Comisión de Reflexión y Análisis del Resultado Electoral 2009, para encabezar la cual nombró el mismo sábado de su elección a José Luis Coindreau, que fue secretario de Gobierno de Nuevo León. El comité padeció ya su primer resbalón, pues el diputado electo Javier Corral rehusó pertenecer a él, como protesta por el vulgar modo antidemocrático con que el presidente que se iba, Germán Martínez, condujo la sesión del consejo nacional.
Cajón de Sastre
Murió el sábado pasado Humberto Romero Pérez, que apenas el 15 de julio pasado había cumplido 86 años de edad. Nacido en La Piedad, Michoacán, se graduó de abogado en la UNAM e hizo una breve pero relevante carrera en cargos que a menudo no permiten proyección personal. Fue secretario particular de Francisco González de la Vega, procurador general de la República bajo Miguel Alemán, secretario de Prensa del presidente Adolfo Ruiz Cortines y secretario particular del presidente Adolfo López Mateos. Hace apenas dos meses presentó su libro Los dos Adolfos, al que el editor puso como subtítulo Los mejores presidentes de México del siglo XX. Enemistado con Gustavo Díaz Ordaz, se retiró de la política hasta 1979 en que fue diputado federal. Era tenido como una leyenda por su poder al lado del enfermo presidente López Mateos.
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