Las dos velas de otro amigo de Calderón

Alvaro Cepeda Neri / Conjeturas

El periodista Miguel Ángel Granados Chapa, siempre muy bien informado y de elegante español para sus certeras críticas, a quien este tecleador considera el nuevo Francisco Zarco y el más decidido defensor de los periodistas y las libertades constitucionales de prensa, publicó, en el párrafo con el que termina su leída columna Plaza Pública (del periódico Reforma y los 50 ó más diarios que reproducen su trabajo: 3/VIII/09), de nombre Cajón de sastre, que el amigo de banca de Calderón (y de presupuesto por casi tres años en Conaculta) Sergio Vela, quien estuvo bastante tiempo en televisión, comentado sobre ópera, había vuelto “a la escena pública después de su desafortunado paso por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, como narrador en un concierto musical”.

Para mí simple locutor de televisión, Sergio Vela (para darse aires de gran ascendencia, no deja de citar el nombre de su padre: Sergio Vela Treviño, excelente abogado penalista, y no simple güizachero, como el actual secretario de Gobernación quien, además, es buscapleitos y bravucón contra los sicarios del narcotráfico).

Así que Vela, su segundo apellido no lo consignan los diccionarios de Humberto Musacchio, compañero de banca de Calderón y profesor de Margarita, la cónyuge de don Felipe de Jesús, consiguió chamba en Conaculta por esa relación. Fracasó por sus abusos (viajó sin ton ni son y en primera clase de avión), llevando a la institución a su desprestigio total, hasta que lo renunciaron tras una serie de escándalos.

Tenía, pues, una vela prendida en el presupuesto, donde le pagaron hasta por entonar trozos de ópera, estando en la regadera. Sobre la marcha se casó con la hija de la pintora Martha Chapa, famosa por sus cuadros siempre con manzanas y juntos son dueños de un lujoso restaurante, lo cual es otra vela.

No ha regresado a la televisión, pero dicen que no tarda, ya que su vocación es informar sobre cuestiones musicales. Estudió la licenciatura en derecho, en la Escuela Libre de Derecho, donde se forman, por lo general y esta regla tiene sus excepciones, los abogados patronales, persignados y que saben cobrar carito a su clientes. Y hasta notarías tienen, como Ignacio Morales Lechuga, quien fue procurador general con Salinas.

Tiene, empero, Sergio Vela encendida otra vela gracias a que su amigo Calderón lo recomendó para secretario general de la Escuela Libre de Derecho, Alma Máter de ambos. El Gordo Vela le apodan en esa institución. Salvo su licenciatura, Vela sabe no poco de dirección escénica operística, como lo acusa su currículum. Pero de dirección académica jurídica no tiene antecedentes.

De lo que se trata es de que Sergio Vela tenga dos que tres entradas de dinero, y nada como tener amigos en Los Pinos de donde sale el rumor de que Vela querría ser director de Bellas Artes para coronar su carrera burocrática. Él se cree artista y músico, cuando apenas acredita, con sus poses de mediano locutor (vestido de negro siempre), para más o menos explicar, con su guión, los programas operísticos.

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