La pasión de Felipe

A Puerta Cerrada / Marcela Gómez Zalce

• El (des)Informe en shock…
• Las “señales alentadoras” del desempleo


Un optimista es aquél diciendo que la botella está medio llena, mi estimado, cuando está medio vacía. A días de que Felipe entregue su (des)informe (evidentemente con minúsculas) en San Lázaro para presentar el desmadre que guarda la nación, ya se anunció que podría ser, como el año pasado, que el secretario de Gobernación cumpla con el simpático circo, perdón, requisito de ir a San Lázaro para depositar el ¿maquillado? mamotreto federal justo en medio de las nuevas cifras del INEGI, que develan que con Calderón y su presumido equipo económico el desempleo aumenta llegando a niveles alarmantes.

Ahora falta, of course, my friend, que salgan estos disfuncionales a declarar que esto es culpa del célebre virus whatever de la influenza, combinado con la alineación de los astros, y que nadie sea catastrofista porque México da “señales alentadoras” de recuperación económica que se ve reflejada en la creación de empleos, (?) rematando con las eruditas palabras del secretario del Trabajo (sucio), Javier Lozano, quien en uno de esos originales boletines explicó que ni madres... la tasa de desocupación del 6.12% no se debe a una pérdida de empleos sino que en los meses de julio y agosto se registra presión adicional al mercado laboral de los estudiantes en el periodo vacacional.

Y ya en la senda del cinismo, en Los Pinos se gasta fuera del presupuesto permitido por el Congreso, mientras el títere en el PAN, César Nava, con esa autoridad que lo distingue por ser el operador presidencial en cuestiones de partido, avaló y defendió la compra de costosos helicópteros sin autorizaciones, aduciendo motivos de seguridad nacional que, al parecer, no necesitan del escrutinio legislativo. La chequera es de Felipe y para los gadgets que se le ofrezcan. Todo sustentado en las secuelas de la mal llamada guerra (sucia) contra el narcotráfico, y al diablo las instituciones, los controles, la ley y la austeridad en medio del shock financiero.

El mismo que debió ser atacado en tiempo y forma. El mismo que se pronosticó como el inofensivo “catarrito” para el barco de gran calado. El mismo que ocasionó una serie de festivos y rimbombantes anuncios sobre medidas anticíclicas que no sólo fueron insuficientes, sino tardías, erradas y tibias.

El problema, mi estimado, es cada vez más evidente y sencillo de entender:

A Calderón no le interesa estar concentrado en cuestiones para reactivar la economía, en prever escenarios para aplicar en el corto y mediano plazo, en escuchar a los expertos, en analizar contextos de prospectivas y estrategias para entrarle de frente al tsunami y al “hueco” de más de 300 mmdp, en crear empleos, en evitar entrar en la peligrosa espiral del déficit, en fomentar la confianza para la inversión extranjera y doméstica, en aplicar el Estado de Derecho, en ponerle fin a la impunidad y a la corrupción… no, no…

Felipe está concentrado en el tablero que lo atrae y le gusta. En el que confia y supone domina, el que lo hace sentirse activo y en medio de la tenebra. Por un lado, el asunto de los divertidos gadgets y el armamento para su guerra lo motiva y lo distrae… pero lo suyo, lo suyo, my friend, es todo lo relacionado con su partido.

La conformación de los nuevos equilibrios en el Congreso lo apasiona. Ahí está enfocada su reflexión. En ese tablero de fuerzas donde se manifiesta como el dueño de los hilos a través de su coordinadora (AKA la pistolita legislativa) Josefina Vázquez Mota, mientras en la otra mano mueve a César Nava. Felipe está actualizado, by the hour, con lo relacionado a la grill(it)a en el Congreso, quizá recordando su época feliz al frente del rebaño azul.

Lo demás, amable lector, es lo de menos. Los problemas nacionales lo fastidian, lo agobian. Sin un equipo competente y eficaz, los volátiles frentes siguen abiertos aumentando el cúmulo de voces —incluidos sus otrora aliados– que alertan de los peligros chocando cotidianamente con sus discursos que dibujan otro mundo, otra realidad.

Hasta que ésta, my friend, lo alcance… y lo arrolle.

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