Álvaro Cepeda Neri
Muy poco o casi nada se usa ya la palabra “presto” (un cultismo chocante) que significa: pronto, diligente o rápido en la ejecución de cierta cosa; pronto, prontamente, etc. Esto al decir de doña María Moliner, en utilísimo diccionario.
Este columnista la escuchó de un diálogo entre Maximiliano (quien nunca fue emperador de nuestro país, porque como bien se atravesó García Cantú: Juárez era el presidente) y sus captores, entre ellos el magnífico general Mariano Escobedo, quienes fueron por el austriaco a su celda, preso en Querétaro, para llevarlo al Cerro de las Campanas. Al conminarlo a dejarse llevar ante el pelotón de fusilamiento, junto a dos valientes militares del imperio de caricatura, Mejía y Miramón, contestó: “¡Estoy presto!”.
Y hace unos días, Calderón, en su más reciente viaje (parece que mientras andaba con su igual en estatura física e ideología: Álvaro Uribe, presidente de Colombia, nido del narcotráfico que hizo de nuestro país su sucursal y así nos hemos colombianizado) usó la palabra “presto” para asegurar que estaba más que puesto para ejecutar no sé qué tratados que siempre son puro pretexto para viajar y que nunca se concretan.
Me llamó la atención, ya que, como quedó dicho, la palabra está en desuso. Aunque no deja de ser una expresión “aparantalladora”. Ha de ser que Calderón, como casi todos los panistas, sigue con la nostalgia de por qué no se estableció el imperio.
Y le gustaría a Calderón, en lugar de Jefe de Gobierno, cargo que no ha podido desempeñar (más por incapacidad que por miedo) y jefe de Estado (que incluyen lo de Jefe Nato de las Fuerzas Armadas, que andan fuera de su cuarteles, como en Colombia), ser un Rey y así descargar sus obligaciones en un conejillo de indias que le haría de jefe de Gobierno.
El caso es que recordando la ejecución (expresión en términos de fusilamiento y, hoy usada para referirse al baño de sangre entre sicarios de narcotraficantes con militares y policías) de Maximiliano (éste nombre lo lleva con mucho orgullo el director de Comunicación de Calderón: Maximiliano Cortázar) el inquilino de Los Pinos la puso en circulación.
Como es obligación en todos los noticieros transmitir las declaraciones de Calderón (todavía hasta las de Fox y Salinas), tuvimos oportunidad de escuchar en propia voz calderonista que está “presto”. Para lo que no ha estado diligente el todavía presidente Calderón es para, con su grupo bueno para nada, diseñar una política económica que resuelva los problemas nacionales.
Ni siquiera ha estado lento. Absolutamente parece ausente, y que ya le anda porque concluya el otro trienio que será fatal para la Nación, si los indicadores de desempleo y despidos nos dicen que los mexicanos estamos “prestos” para esas caídas macroeconómicas que fastidian las microeconómicas.
Para lo que está muy “presto” Calderón es para ejecutarnos con fusilamientos de hambruna, alza de precios y más impuestos que quiere imponer. Y hasta como Santa Anna, querer cobrar por ventanas, puertas, gatos y perros. Así que estamos “prestos”.
*** IMPORTANTE *** Revoluciones es un proyecto de información alternativa sin fines de lucro, para mantenernos en línea requerimos de tu apoyo. Puedes ayudarnos haciendo un deposito bancario, por mínimo que sea, hazlo en el banco HSBC, al número de cuenta 6271254999 a nombre de Samuel R. García o en transferencia electrónica abonando al número Clabe: 021180062712549990. Gracias.
Muy poco o casi nada se usa ya la palabra “presto” (un cultismo chocante) que significa: pronto, diligente o rápido en la ejecución de cierta cosa; pronto, prontamente, etc. Esto al decir de doña María Moliner, en utilísimo diccionario.
Este columnista la escuchó de un diálogo entre Maximiliano (quien nunca fue emperador de nuestro país, porque como bien se atravesó García Cantú: Juárez era el presidente) y sus captores, entre ellos el magnífico general Mariano Escobedo, quienes fueron por el austriaco a su celda, preso en Querétaro, para llevarlo al Cerro de las Campanas. Al conminarlo a dejarse llevar ante el pelotón de fusilamiento, junto a dos valientes militares del imperio de caricatura, Mejía y Miramón, contestó: “¡Estoy presto!”.
Y hace unos días, Calderón, en su más reciente viaje (parece que mientras andaba con su igual en estatura física e ideología: Álvaro Uribe, presidente de Colombia, nido del narcotráfico que hizo de nuestro país su sucursal y así nos hemos colombianizado) usó la palabra “presto” para asegurar que estaba más que puesto para ejecutar no sé qué tratados que siempre son puro pretexto para viajar y que nunca se concretan.
Me llamó la atención, ya que, como quedó dicho, la palabra está en desuso. Aunque no deja de ser una expresión “aparantalladora”. Ha de ser que Calderón, como casi todos los panistas, sigue con la nostalgia de por qué no se estableció el imperio.
Y le gustaría a Calderón, en lugar de Jefe de Gobierno, cargo que no ha podido desempeñar (más por incapacidad que por miedo) y jefe de Estado (que incluyen lo de Jefe Nato de las Fuerzas Armadas, que andan fuera de su cuarteles, como en Colombia), ser un Rey y así descargar sus obligaciones en un conejillo de indias que le haría de jefe de Gobierno.
El caso es que recordando la ejecución (expresión en términos de fusilamiento y, hoy usada para referirse al baño de sangre entre sicarios de narcotraficantes con militares y policías) de Maximiliano (éste nombre lo lleva con mucho orgullo el director de Comunicación de Calderón: Maximiliano Cortázar) el inquilino de Los Pinos la puso en circulación.
Como es obligación en todos los noticieros transmitir las declaraciones de Calderón (todavía hasta las de Fox y Salinas), tuvimos oportunidad de escuchar en propia voz calderonista que está “presto”. Para lo que no ha estado diligente el todavía presidente Calderón es para, con su grupo bueno para nada, diseñar una política económica que resuelva los problemas nacionales.
Ni siquiera ha estado lento. Absolutamente parece ausente, y que ya le anda porque concluya el otro trienio que será fatal para la Nación, si los indicadores de desempleo y despidos nos dicen que los mexicanos estamos “prestos” para esas caídas macroeconómicas que fastidian las microeconómicas.
Para lo que está muy “presto” Calderón es para ejecutarnos con fusilamientos de hambruna, alza de precios y más impuestos que quiere imponer. Y hasta como Santa Anna, querer cobrar por ventanas, puertas, gatos y perros. Así que estamos “prestos”.
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