Teodoro Rentería Arróyave
El nuevo escándalo de corrupción y saqueo, ahora a la llamada primera industria del país, Petróleos Mexicanos, PEMEX, salió a la luz pública el pasado jueves 30 de julio, días después del anterior, el de Procampo, el programa que se supone fue diseñado para sacar del ostracismo a los verdaderos hombres del campo y se desvió por obra y gracia de seres sin cara y sin nombre para beneficiar a funcionarios públicos, a sus familiares y amigos y hasta presuntos narcotraficantes.
Por qué decimos que por obra y gracia de seres sin nombre y sin rostro, porque en todos estos casos de saqueo, de pillaje, de corrupción como son ejemplo para vergüenza de autoridades e indignación del pueblo los casos últimos de la guardería ABC de Hermosillo, Sonora que ya cobra 49 inocentes víctimas infantiles, el Procampo del que se han esfumado más de 171 mil millones de pesos y los campesinos continúan en su miseria ancestral y ahora PEMEX, la eternamente sangrada paraestatal, a la que se le deja morir a pausas como estrategia criminal para privatizarla.
En todos los casos ni un solo detenido, el paraíso de la impunidad, el México increíble.
La noticia atronó: en una acción conjunta de las Secretarías de la Función Pública y Seguridad Pública federal, la Procuraduría General de la República y la propia Dirección General de PEMEX tomaron las instalaciones de la Gerencia de Servicios de Seguridad Física de la paraestatal a cargo del general, Miguel Estrada Martínez al “descubrirse”, lo que todo mundo sabía, la existencia de una red de servidores públicos coludidos con las mafias de la ordeña en los ductos de los combustibles que ha causado un daño patrimonial al país por 12 mil millones de pesos anuales.
Como en todos los anteriores casos ni un solo detenido, el paraíso de la impunidad, el México increíble.
Para tener una idea de lo monstruoso del pillaje de la ordeña, el analista del sector energético, George Burker, lo esquematiza de la siguiente manera en entrevista con el diario El Universal: El robo ha financiado a un PEMEX paralelo; encargada la paraestatal de asegurar la demanda de combustibles, por falta de capacidad de producción -en la misma línea de depauperarla-, acumula pérdidas en los últimos seis años por la importación de 219 mil millones de pesos, en ese mismo lapso la ordeña alcanzaría un costo de más de 100 mil millones, es decir la mitad de las pérdidas financieras.
Como en todos los anteriores casos ni un solo detenido, el paraíso de la impunidad, el México increíble.
La industria paralela, la de la ordeña, opera según información recabada desde hace una década y la misma se ha desarrollado y vigorizado hasta formar una docena de bandas, que ahora sustrae crudo que refina artesanalmente en sitios clandestinos e inclusive en Estados Unidos; además controla el mercado negro de los mismos.
Como en todos los anteriores casos ni un solo detenido, el paraíso de la impunidad, el México increíble.
Y lo último, el saqueo se eleva a 30 mil millones de pesos al año, monto superior al presupuesto de la Universidad Nacional Autónoma de México, corrige en entrevista con el diario La Jornada, Armando Subirats Simón ex subgerente de Coordinación Estratégica de PEMEX, quien asegura que el enemigo no está fuera sino dentro, señaló que el mercado ilícito de combustibles se empezó a detectar desde 1998 y acusa que el robo a oleoductos se disparó brutalmente a partir del 2003, en el gobierno de Vicente Fox Quesada.
Y nada se ha hecho y ahora nos salen que no hay tal investigación conjunta, que sólo la lleva a cabo en forma administrativa la Secretaría de la Función Pública, como en todos los anteriores casos ni un solo detenido, el paraíso de la impunidad, el México increíble.
El nuevo escándalo de corrupción y saqueo, ahora a la llamada primera industria del país, Petróleos Mexicanos, PEMEX, salió a la luz pública el pasado jueves 30 de julio, días después del anterior, el de Procampo, el programa que se supone fue diseñado para sacar del ostracismo a los verdaderos hombres del campo y se desvió por obra y gracia de seres sin cara y sin nombre para beneficiar a funcionarios públicos, a sus familiares y amigos y hasta presuntos narcotraficantes.
Por qué decimos que por obra y gracia de seres sin nombre y sin rostro, porque en todos estos casos de saqueo, de pillaje, de corrupción como son ejemplo para vergüenza de autoridades e indignación del pueblo los casos últimos de la guardería ABC de Hermosillo, Sonora que ya cobra 49 inocentes víctimas infantiles, el Procampo del que se han esfumado más de 171 mil millones de pesos y los campesinos continúan en su miseria ancestral y ahora PEMEX, la eternamente sangrada paraestatal, a la que se le deja morir a pausas como estrategia criminal para privatizarla.
En todos los casos ni un solo detenido, el paraíso de la impunidad, el México increíble.
La noticia atronó: en una acción conjunta de las Secretarías de la Función Pública y Seguridad Pública federal, la Procuraduría General de la República y la propia Dirección General de PEMEX tomaron las instalaciones de la Gerencia de Servicios de Seguridad Física de la paraestatal a cargo del general, Miguel Estrada Martínez al “descubrirse”, lo que todo mundo sabía, la existencia de una red de servidores públicos coludidos con las mafias de la ordeña en los ductos de los combustibles que ha causado un daño patrimonial al país por 12 mil millones de pesos anuales.
Como en todos los anteriores casos ni un solo detenido, el paraíso de la impunidad, el México increíble.
Para tener una idea de lo monstruoso del pillaje de la ordeña, el analista del sector energético, George Burker, lo esquematiza de la siguiente manera en entrevista con el diario El Universal: El robo ha financiado a un PEMEX paralelo; encargada la paraestatal de asegurar la demanda de combustibles, por falta de capacidad de producción -en la misma línea de depauperarla-, acumula pérdidas en los últimos seis años por la importación de 219 mil millones de pesos, en ese mismo lapso la ordeña alcanzaría un costo de más de 100 mil millones, es decir la mitad de las pérdidas financieras.
Como en todos los anteriores casos ni un solo detenido, el paraíso de la impunidad, el México increíble.
La industria paralela, la de la ordeña, opera según información recabada desde hace una década y la misma se ha desarrollado y vigorizado hasta formar una docena de bandas, que ahora sustrae crudo que refina artesanalmente en sitios clandestinos e inclusive en Estados Unidos; además controla el mercado negro de los mismos.
Como en todos los anteriores casos ni un solo detenido, el paraíso de la impunidad, el México increíble.
Y lo último, el saqueo se eleva a 30 mil millones de pesos al año, monto superior al presupuesto de la Universidad Nacional Autónoma de México, corrige en entrevista con el diario La Jornada, Armando Subirats Simón ex subgerente de Coordinación Estratégica de PEMEX, quien asegura que el enemigo no está fuera sino dentro, señaló que el mercado ilícito de combustibles se empezó a detectar desde 1998 y acusa que el robo a oleoductos se disparó brutalmente a partir del 2003, en el gobierno de Vicente Fox Quesada.
Y nada se ha hecho y ahora nos salen que no hay tal investigación conjunta, que sólo la lleva a cabo en forma administrativa la Secretaría de la Función Pública, como en todos los anteriores casos ni un solo detenido, el paraíso de la impunidad, el México increíble.
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