Boletín UNAM-DGCS-465
Ciudad Universitaria
- Si estos órganos son dañados a lo largo de la vida, se perderán para siempre, señaló Alicia Ortega Aguilar, del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la FM de la UNAM
- El 80 por ciento de su peso seco son proteínas, lo que significa que un adulto de 70 kilos tiene de 35 a 40 kilos de músculo y, de ellos, 32 son sólo de proteína
La división y diferenciación del músculo esquelético terminan al momento de nacer, situación grave porque implica que “no habrá más” y que estos órganos, si son dañados a lo largo de la vida, se perderán para siempre, señaló Alicia Ortega Aguilar, integrante del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
Cuando hay nacimientos prematuros o embarazos de madres desnutridas, podría no concluirse esa diferenciación; entonces no habría suficientes estructuras, llamadas túbulos transversos, que den de “comer” a esos músculos.
Se piensa que después del parto, con alimento y sobrealimento se puede conseguir masa muscular; sin embargo, la glucosa va hacia el tejido adiposo y no al músculo, acotó la especialista.
Por más que se quiera entrenar o hipertrofiar (aumentar el tamaño de las células), hay pocas posibilidades. Incluso, refirió, existe un dicho que establece “hijos prematuros o de madres desnutridas son los obesos del futuro”, dijo.
En la conferencia El ejercicio induce el estrés oxidante. Regulación por redox de la contracción/relajación muscular, señaló que las células musculares van de tendón a tendón; las fibras no se dividen, y si se dañan es difícil recuperarlas. Una se comunica con la siguiente y así sucesivamente para hacer una sumatoria de fuerzas que producen movimiento.
Si esa comunicación no ocurre, se tienen músculos debilitados o distrofias que pueden ser de muchos tipos; a veces se considera que esos órganos son flojos por no tener actividad física, pero también podría deberse a un defecto en la maquinaria proteica de las fibras, sostuvo.
En el marco del XXXVI Taller de Actualización Bioquímica, organizado por la FM, la egresada de la UNAM y doctora por la Universidad de Waterloo, Canadá, mencionó que esas partes del cuerpo dan movimiento, sostienen, trabajan, desarrollan fuerza y calor.
Cuando se habla del ejercicio físico, abundó, se hace referencia a la actividad coordinada de órganos y sistemas; no obstante, el músculo esquelético es el protagonista. A pasar de ser de los más estudiados, queda mucho por conocer y son pocos los especialistas dedicados al área.
La también investigadora honoraria del Instituto Nacional de Perinatología recordó que el músculo se divide, por su especialización, en liso, estriado o esquelético, y se ubica, respectivamente, en las vísceras, el corazón y en la gran masa de tejido homogéneo de los vertebrados.
Además, realiza un fenómeno sofisticado llamado contracción. En concreto, el esquelético es un gran almacenador de aminoácidos o proteínas gigantes.
El músculo forma más de 50 por ciento del tejido de los vertebrados. El 80 por ciento de su peso seco son proteínas, lo que significa, por ejemplo, que un adulto de 70 kilos tiene de 35 a 40 kilos de músculo y, de ellos, alrededor de 32 son sólo de proteína, abundó.
En el Aula Magna Jacinto Pallares de la Facultad de Derecho, expuso que esa parte del cuerpo convierte la energía química en mecánica, y su alto rendimiento energético lo hace consumir más glucosa y oxígeno.
Pero, así como “come”, el músculo crea desechos que tienen un efecto importante sobre el pH, llamado potencial redox (reacciones reducción-oxidación o de transferencia de electrones). Cuando un tejido entra en “estrés oxidante”, deriva en un desequilibrio entre la producción de oxidantes y antioxidantes.
El músculo esquelético se divide en dos tipos: lento y rápido. El primero, se caracteriza por ser rojo, abundante en mitocondrias, con un metabolismo aeróbico, y desarrolla alta resistencia a la fatiga, que es un proceso fisiológico reversible. Se trata de los músculos posturales, como los que ejercitan los levantadores de pesas o los maratonistas.
El rápido es blanco, con pocas mitocondrias, y su metabolismo es anaeróbico, con baja resistencia a la fatiga. Son los músculos del movimiento, los que se cansan y que se observan en velocistas y nadadores.
La mayor parte de esas estructuras corporales son mezcla de fibras rápidas y lentas, aunque las primeras son mayoría en los músculos de movimiento rápido, y viceversa, en los posturales, precisó Ortega Aguilar.
Las fibras musculares son plásticas y de acuerdo con el protocolo de ejercicio pueden cambiar, de ahí que el objetivo del entrenamiento sea procurar que las fibras rápidas tengan un comportamiento más aeróbico para que se parezcan a las lentas, y así tratar de alcanzar la resistencia a la fatiga.
Cuando se contraen, las células musculares aumentan sus concentraciones de oxidantes; la oxidación permite que el calcio salga, pero al mismo tiempo bloquea la entrada; esta situación es normal, pero si se queda cerrada la célula y el calcio queda fuera, el músculo queda en contractura. Probablemente este sea uno de los mecanismos de la fatiga muscular, planteó la universitaria.
El estrés oxidante es importante en las fibras musculares, ya que les permite cumplir su función mediante el “ajuste” de las proteínas reguladoras de calcio. “Cuando uno hace ejercicio propicia la expresión y el buen funcionamiento de la regulación del calcio, para que la contracción se realice en condiciones normales”, finalizó Alicia Ortega.
*** IMPORTANTE *** Revoluciones es un proyecto de información alternativa sin fines de lucro, para mantenernos en línea requerimos de tu apoyo. Puedes ayudarnos haciendo un deposito bancario, por mínimo que sea, hazlo en el banco HSBC, al número de cuenta 6271254999 a nombre de Samuel R. García o en transferencia electrónica abonando al número Clabe: 021180062712549990. Gracias.
Ciudad Universitaria
- Si estos órganos son dañados a lo largo de la vida, se perderán para siempre, señaló Alicia Ortega Aguilar, del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la FM de la UNAM
- El 80 por ciento de su peso seco son proteínas, lo que significa que un adulto de 70 kilos tiene de 35 a 40 kilos de músculo y, de ellos, 32 son sólo de proteína
La división y diferenciación del músculo esquelético terminan al momento de nacer, situación grave porque implica que “no habrá más” y que estos órganos, si son dañados a lo largo de la vida, se perderán para siempre, señaló Alicia Ortega Aguilar, integrante del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
Cuando hay nacimientos prematuros o embarazos de madres desnutridas, podría no concluirse esa diferenciación; entonces no habría suficientes estructuras, llamadas túbulos transversos, que den de “comer” a esos músculos.
Se piensa que después del parto, con alimento y sobrealimento se puede conseguir masa muscular; sin embargo, la glucosa va hacia el tejido adiposo y no al músculo, acotó la especialista.
Por más que se quiera entrenar o hipertrofiar (aumentar el tamaño de las células), hay pocas posibilidades. Incluso, refirió, existe un dicho que establece “hijos prematuros o de madres desnutridas son los obesos del futuro”, dijo.
En la conferencia El ejercicio induce el estrés oxidante. Regulación por redox de la contracción/relajación muscular, señaló que las células musculares van de tendón a tendón; las fibras no se dividen, y si se dañan es difícil recuperarlas. Una se comunica con la siguiente y así sucesivamente para hacer una sumatoria de fuerzas que producen movimiento.
Si esa comunicación no ocurre, se tienen músculos debilitados o distrofias que pueden ser de muchos tipos; a veces se considera que esos órganos son flojos por no tener actividad física, pero también podría deberse a un defecto en la maquinaria proteica de las fibras, sostuvo.
En el marco del XXXVI Taller de Actualización Bioquímica, organizado por la FM, la egresada de la UNAM y doctora por la Universidad de Waterloo, Canadá, mencionó que esas partes del cuerpo dan movimiento, sostienen, trabajan, desarrollan fuerza y calor.
Cuando se habla del ejercicio físico, abundó, se hace referencia a la actividad coordinada de órganos y sistemas; no obstante, el músculo esquelético es el protagonista. A pasar de ser de los más estudiados, queda mucho por conocer y son pocos los especialistas dedicados al área.
La también investigadora honoraria del Instituto Nacional de Perinatología recordó que el músculo se divide, por su especialización, en liso, estriado o esquelético, y se ubica, respectivamente, en las vísceras, el corazón y en la gran masa de tejido homogéneo de los vertebrados.
Además, realiza un fenómeno sofisticado llamado contracción. En concreto, el esquelético es un gran almacenador de aminoácidos o proteínas gigantes.
El músculo forma más de 50 por ciento del tejido de los vertebrados. El 80 por ciento de su peso seco son proteínas, lo que significa, por ejemplo, que un adulto de 70 kilos tiene de 35 a 40 kilos de músculo y, de ellos, alrededor de 32 son sólo de proteína, abundó.
En el Aula Magna Jacinto Pallares de la Facultad de Derecho, expuso que esa parte del cuerpo convierte la energía química en mecánica, y su alto rendimiento energético lo hace consumir más glucosa y oxígeno.
Pero, así como “come”, el músculo crea desechos que tienen un efecto importante sobre el pH, llamado potencial redox (reacciones reducción-oxidación o de transferencia de electrones). Cuando un tejido entra en “estrés oxidante”, deriva en un desequilibrio entre la producción de oxidantes y antioxidantes.
El músculo esquelético se divide en dos tipos: lento y rápido. El primero, se caracteriza por ser rojo, abundante en mitocondrias, con un metabolismo aeróbico, y desarrolla alta resistencia a la fatiga, que es un proceso fisiológico reversible. Se trata de los músculos posturales, como los que ejercitan los levantadores de pesas o los maratonistas.
El rápido es blanco, con pocas mitocondrias, y su metabolismo es anaeróbico, con baja resistencia a la fatiga. Son los músculos del movimiento, los que se cansan y que se observan en velocistas y nadadores.
La mayor parte de esas estructuras corporales son mezcla de fibras rápidas y lentas, aunque las primeras son mayoría en los músculos de movimiento rápido, y viceversa, en los posturales, precisó Ortega Aguilar.
Las fibras musculares son plásticas y de acuerdo con el protocolo de ejercicio pueden cambiar, de ahí que el objetivo del entrenamiento sea procurar que las fibras rápidas tengan un comportamiento más aeróbico para que se parezcan a las lentas, y así tratar de alcanzar la resistencia a la fatiga.
Cuando se contraen, las células musculares aumentan sus concentraciones de oxidantes; la oxidación permite que el calcio salga, pero al mismo tiempo bloquea la entrada; esta situación es normal, pero si se queda cerrada la célula y el calcio queda fuera, el músculo queda en contractura. Probablemente este sea uno de los mecanismos de la fatiga muscular, planteó la universitaria.
El estrés oxidante es importante en las fibras musculares, ya que les permite cumplir su función mediante el “ajuste” de las proteínas reguladoras de calcio. “Cuando uno hace ejercicio propicia la expresión y el buen funcionamiento de la regulación del calcio, para que la contracción se realice en condiciones normales”, finalizó Alicia Ortega.
*** IMPORTANTE *** Revoluciones es un proyecto de información alternativa sin fines de lucro, para mantenernos en línea requerimos de tu apoyo. Puedes ayudarnos haciendo un deposito bancario, por mínimo que sea, hazlo en el banco HSBC, al número de cuenta 6271254999 a nombre de Samuel R. García o en transferencia electrónica abonando al número Clabe: 021180062712549990. Gracias.
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