Del perpetuo socorro

Javier Solórzano

En la “zona caliente” michoacana todo se sabe. Todos se conocen y sean amigos o no todos conocen las historias de todos. La celebración de unos 15 años no pasa de largo, ni para los habitantes de Apatzingán ni para el sacerdote que oficia la ceremonia. La Familia Michoacana vive en “su zona” y entre “su gente”. A diferencia de otros cárteles, la dirigencia del también llamado “grupo” tiene arraigo entre la población “porque somos de aquí”.

Los vecinos los han visto desde hace mucho tiempo y han sido testigos oculares de muchas cosas aunque, como nos han dicho varios michoacanos de la zona, “preferiríamos mejor no saber nada”. Bajo esta lógica cuesta trabajo creer que pocos supieran lo que estaba pasando el sábado en Apatzingán en la iglesia del Perpetuo Socorro. Si efectivamente los detenidos son “grandes operadores” y jugaban un “papel clave” en el “grupo”, cuesta trabajar creer que los famosos 15 años de la joven pudieran pasar de largo.

Las protestas de la Iglesia católica pegaron al gobierno. Tanto que de manera rauda se disculpó por los operativos antes que dejar que crecieran rumores, especulaciones y declaraciones. El gobierno panista optó por no confrontarse más allá de lo que ya lo había hecho con un sector que, además de que lo ha apoyado, le da en más de un sentido fundamento ideológico. Actuaron rápido, a diferencia de cuando los ciudadanos se ven en circunstancias así y no tienen responsabilidad en los delitos que se les imputan. Más de una historia ciudadana va de la mano del “usted disculpe”, si bien les va.

La intromisión de la policía en la Iglesia del Perpetuo Socorro se basó en información confiable como para saber que miembros del “grupo” se encontraban dentro del recinto. Se hizo lo que se tenía que hacer. Los reclamos de la Iglesia son explicables, pero ésta antes que nadie debe entender que uno de los grandes problemas del país es la forma en que se escabullen los narcotraficantes, y que muchos de los personajes que conforman estas organizaciones han encontrado en ocasiones en la iglesia un lugar seguro y en muchas ocasiones también de complicidad.

El gobierno asumió su responsabilidad con cierto temor y en lugar de mostrar severidad no enfocada hacia la Iglesia sino ante el tamaño del problema. Les ganaron los temores, las culpas y sus creencias. ¿Qué querían, que no entrara la policía ante las evidencias? ¿No que es una guerra en la que “estamos todos comprometidos”?

¡OUUUUUCH! Logró que el Presidente se acercara a Hugo Chávez, hizo que el país se sumara a las protestas internacionales, fue recibido en México con todos los honores, no se quitó el sombrero que le regaló Calderón para que al final, en medio de lo que dice fue “la emoción”, dijera “en estos países hay veces que es mejor sentirse presidente que serlo”. A partir de ese momento se quedó casi mudo y mientras en Oaxaca alguien se moría de la risa.

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