JOSÉ JOAQUÍN FERNÁNDEZ DE LIZARDI, El Pensador Mexicano, empleaba el folleto como forma literaria predilecta para difundir sus ideales, ya fuesen sociales o políticos, en el período que le tocó vivir: las injusticias del gobierno español durante la guerra de Independencia.
Su obra maestra es la novela EL PERIQUILLO SARNIENTO, que salió impresa en su totalidad en 1816. Fue críticamente censado y encarcelado, porque sus largos pasajes moralizadores no agradaban al antiguo régimen colonialista, entre otras cosas por su oposición a la esclavitud.
El Pensador Mexicano igualmente se preocupaba profundamente por la educación. Para él, la cuestión más urgente era el mejoramiento de todo el sistema de enseñanza en nuestro país.
Entre la pluralidad de temas de El Periquillo, figura la importancia de la enseñanza por medio del ejemplo. Me parece oportuno reproducir un fragmento que pudiera ser de utilidad a los actuales líderes políticos que proclaman el cambio de palabra pero actúan con los mismos vicios y debilidades del sistema que fueron electos para cambiar:
“Cuando tengáis hijos, cuidad no sólo de instruirlos con buenos consejos, sino de animarlos con buenos ejemplos. Los niños son los changuitos de los viejos, pero unos changuitos muy vivos; cuanto ven hacer a sus mayores, lo imitan al momento, y por desgracia imitan mejor y más pronto lo malo que lo bueno. Si el niño os ve rezar, él también rezará, pero las más veces con tedio y durmiéndose. No así si os oye hablar palabras torpes o injuriosas; si os advierte iracundos, vengativos, lascivos, ebrios o jugadores; porque ésto lo aprenderá vivamente, advertirá en ello cierta complacencia, y el deseo de satisfacer enteramente sus pasiones lo hará imitar con la mayor prolijidad vuestros desarreglos; y entonces vosotros no tenéis cara para reprenderlos; pues ellos os podrán decir: esto nos habéis enseñado, vosotros habéis sido nuestros maestros, y nada hacemos que no hayamos aprendido de vosotros mismos.
Los cangrejos son unos animalitos que andan de lado; pues como advirtiesen esta deformidad algunos cangrejos civilizados, trataron de que se corrigiera este defecto; pero un cangrejo machucho dijo: ‘Señores, es una torpeza pretender que en nosotros se corrija un vicio que ha crecido con la edad. Lo seguro es instruir a nuestra juventud en el modo de andar derechos, para que enmendando ellos este desatino enseñen después a sus hijos y se logre desterrar para siempre de nuestra posteridad este maldito modo de andar.’ Todos los cangrejos nemine discrepante (de común acuerdo) celebraron la decisión. Encargóse su ejecución a los cangrejos padres, y éstos, con muy buenas razones, persuadían a sus hijos a andar derechos; pero los cangrejitos decían: “¿A ver cómo, padres?” Aquí era ello. Se ponían a andar los cangrejos y andaban de lado, contra todos los preceptos que les acababan de dar con la boca. Los cangrejillos, como que es natural, hacían lo que veían y no lo que oían, y de este modo se quedaron andando como siempre.
Ésta es una fábula respecto a los cangrejos, mas respecto a los hombres es una verdad evidente; porque, como dice Séneca, se hace largo y difícil el camino que conduce a la virtud por los preceptos; breve y eficaz por el ejemplo.”
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Su obra maestra es la novela EL PERIQUILLO SARNIENTO, que salió impresa en su totalidad en 1816. Fue críticamente censado y encarcelado, porque sus largos pasajes moralizadores no agradaban al antiguo régimen colonialista, entre otras cosas por su oposición a la esclavitud.
El Pensador Mexicano igualmente se preocupaba profundamente por la educación. Para él, la cuestión más urgente era el mejoramiento de todo el sistema de enseñanza en nuestro país.
Entre la pluralidad de temas de El Periquillo, figura la importancia de la enseñanza por medio del ejemplo. Me parece oportuno reproducir un fragmento que pudiera ser de utilidad a los actuales líderes políticos que proclaman el cambio de palabra pero actúan con los mismos vicios y debilidades del sistema que fueron electos para cambiar:
“Cuando tengáis hijos, cuidad no sólo de instruirlos con buenos consejos, sino de animarlos con buenos ejemplos. Los niños son los changuitos de los viejos, pero unos changuitos muy vivos; cuanto ven hacer a sus mayores, lo imitan al momento, y por desgracia imitan mejor y más pronto lo malo que lo bueno. Si el niño os ve rezar, él también rezará, pero las más veces con tedio y durmiéndose. No así si os oye hablar palabras torpes o injuriosas; si os advierte iracundos, vengativos, lascivos, ebrios o jugadores; porque ésto lo aprenderá vivamente, advertirá en ello cierta complacencia, y el deseo de satisfacer enteramente sus pasiones lo hará imitar con la mayor prolijidad vuestros desarreglos; y entonces vosotros no tenéis cara para reprenderlos; pues ellos os podrán decir: esto nos habéis enseñado, vosotros habéis sido nuestros maestros, y nada hacemos que no hayamos aprendido de vosotros mismos.
Los cangrejos son unos animalitos que andan de lado; pues como advirtiesen esta deformidad algunos cangrejos civilizados, trataron de que se corrigiera este defecto; pero un cangrejo machucho dijo: ‘Señores, es una torpeza pretender que en nosotros se corrija un vicio que ha crecido con la edad. Lo seguro es instruir a nuestra juventud en el modo de andar derechos, para que enmendando ellos este desatino enseñen después a sus hijos y se logre desterrar para siempre de nuestra posteridad este maldito modo de andar.’ Todos los cangrejos nemine discrepante (de común acuerdo) celebraron la decisión. Encargóse su ejecución a los cangrejos padres, y éstos, con muy buenas razones, persuadían a sus hijos a andar derechos; pero los cangrejitos decían: “¿A ver cómo, padres?” Aquí era ello. Se ponían a andar los cangrejos y andaban de lado, contra todos los preceptos que les acababan de dar con la boca. Los cangrejillos, como que es natural, hacían lo que veían y no lo que oían, y de este modo se quedaron andando como siempre.
Ésta es una fábula respecto a los cangrejos, mas respecto a los hombres es una verdad evidente; porque, como dice Séneca, se hace largo y difícil el camino que conduce a la virtud por los preceptos; breve y eficaz por el ejemplo.”
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