El régimen de facto se opuso a propuesta para que el depuesto Manuel Zelaya encabece un gobierno de unidad. Este, a su vez, advirtió que viajara a su país pese a las amenazas de que será arrestado.
Reuters
Las autoridades golpistas de Honduras rechazaron la propuesta de crear un gobierno de unidad y permitir el regreso al poder del depuesto presidente Manuel Zelaya, lo que dejó a la deriva las negociaciones para superar la peor crisis política de Centroamérica en dos décadas.
Las delegaciones rivales estaban reunidas desde hacía horas en San José con el presidente costarricense y mediador, Oscar Arias, buscando dejar atrás la crisis desatada hace tres semanas, cuando Zelaya fue derrocado y expulsado a Costa Rica por supuestamente violar la Constitución al intentar realizar una consulta popular.
La delegación del gobierno de facto rechazó la propuesta de Arias de que Zelaya vuelva al poder para formar una administración de coalición; según la vicecanciller interina, Martha Alvarado la propuesta "de un gobierno de unidad nacional no es aceptable".
En un principio, Zelaya había aceptado la propuesta del mediador de un gobierno de unidad, aunque más tarde un cercano asesor del presidente derrocado dijo que lo haría sólo a condición de no incluir a quienes participaron en su destitución.
El golpe de Estado contra el mandatario, fuertemente condenado por la comunidad internacional, fue avalado en Honduras por el Congreso, la Corte Suprema, e incluso por copartidarios de Zelaya.
"Estamos de acuerdo, siempre y cuando la integración sea en todos los poderes del Estado", dijo Zelaya desde Managua sobre la propuesta de un gobierno de unidad.
Si fracasan las conversaciones, el mandatario depuesto adelantó que regresará a Honduras para reclamar la presidencia, a pesar de las amenazas de que será arrestado, lo cual, según analistas, puede desatar una ola de violencia en un país completamente dividido.
Ante tal posibilidad, el gobierno golpista desplegó soldados el sábado en distintos puntos de Honduras y los mantuvo en alerta máxima para detener al depuesto mandatario si intenta volver a su país.
La peor crisis política en América Central en 20 años representa un desafío para el presidente estadounidense, Barack Obama, quien apoya al depuesto mandatario hondureño, pero busca contrarrestar la influencia del izquierdista Hugo Chávez, un fuerte aliado de Zelaya que apoya el regreso a toda costa del líder derrocado a su país.
"La fuerza fue el origen de este problema y no será jamás su solución", dijo Arias el sábado al recibir a las delegaciones en su residencia privada en la capital San José para las negociaciones, que son apoyadas por Estados Unidos pero criticadas por el venezolano Chávez.
"Cerramos las puertas para buscar acuerdos, esperamos abrirlas para anunciarlos", agregó el mediador, que obtuvo el Premio Nobel de la Paz por ayudar a zanjar las viejas guerras civiles que desangraron a la región hace más de 20 años.
Arias propuso a las delegaciones restituir a Zelaya hasta el final de su mandato a fines de enero, formar un Gobierno de unidad con los mayores partidos políticos, declarar amnistía para los delitos políticos y la renuncia del depuesto mandatario a hacer un referendo sobre la reelección.
El ex premio Nobel de la Paz también puso sobre la mesa la posibilidad del traspaso del mando de las Fuerzas Armadas al tribunal electoral, y la integración de una comisión verificadora de organismos internacionales y hondureños destacados, según con un comunicado entregado a periodistas.
Mientras los representantes estaban reunidos, cerca de la residencia de Arias decenas de simpatizantes de Zelaya se manifestaban con pancartas que decían "Fuera los golpistas".
En Tegucigalpa, seguidores de Zelaya realizaron una marcha bloqueando una avenida que conduce al aeropuerto de la ciudad.
"Sería como un milagro que hoy se solucionaran las cosas" en Costa Rica, dijo Hugo Navarro, un profesor de historia de 49 años, poco antes de que la policía antimotines ordenara disolver la manifestación.
Las protestas podrían intensificarse el domingo si, como todo indica, fracasan las conversaciones en Costa rica, según fuentes cercanas al depuesto presidente, aumentando el riesgo de choques violentos con las fuerzas de seguridad.
"A partir de mañana, el lunes, los días subsiguientes nosotros estamos regresando a Honduras", dijo el sábado a una radio hondureña Zelaya, que tiene órdenes de arresto en casa.
Militares fueron desplegados en el departamento natal de Zelaya, Olancho, que limita con Nicaragua y que podría ser uno de los puntos por donde podría entrar el derrocado presidente.
Zelaya ya había intentado regresar una semana después del golpe a Honduras en un avión venezolano, pero el Gobierno interino amenazó con interceptarlo y tuvo que seguir vuelo al vecino El Salvador.
El episodio acabó en tragedia cuando uno de sus partidarios murió por disparos de soldados que custodiaban el aeropuerto.
Reuters
Las autoridades golpistas de Honduras rechazaron la propuesta de crear un gobierno de unidad y permitir el regreso al poder del depuesto presidente Manuel Zelaya, lo que dejó a la deriva las negociaciones para superar la peor crisis política de Centroamérica en dos décadas.
Las delegaciones rivales estaban reunidas desde hacía horas en San José con el presidente costarricense y mediador, Oscar Arias, buscando dejar atrás la crisis desatada hace tres semanas, cuando Zelaya fue derrocado y expulsado a Costa Rica por supuestamente violar la Constitución al intentar realizar una consulta popular.
La delegación del gobierno de facto rechazó la propuesta de Arias de que Zelaya vuelva al poder para formar una administración de coalición; según la vicecanciller interina, Martha Alvarado la propuesta "de un gobierno de unidad nacional no es aceptable".
En un principio, Zelaya había aceptado la propuesta del mediador de un gobierno de unidad, aunque más tarde un cercano asesor del presidente derrocado dijo que lo haría sólo a condición de no incluir a quienes participaron en su destitución.
El golpe de Estado contra el mandatario, fuertemente condenado por la comunidad internacional, fue avalado en Honduras por el Congreso, la Corte Suprema, e incluso por copartidarios de Zelaya.
"Estamos de acuerdo, siempre y cuando la integración sea en todos los poderes del Estado", dijo Zelaya desde Managua sobre la propuesta de un gobierno de unidad.
Si fracasan las conversaciones, el mandatario depuesto adelantó que regresará a Honduras para reclamar la presidencia, a pesar de las amenazas de que será arrestado, lo cual, según analistas, puede desatar una ola de violencia en un país completamente dividido.
Ante tal posibilidad, el gobierno golpista desplegó soldados el sábado en distintos puntos de Honduras y los mantuvo en alerta máxima para detener al depuesto mandatario si intenta volver a su país.
La peor crisis política en América Central en 20 años representa un desafío para el presidente estadounidense, Barack Obama, quien apoya al depuesto mandatario hondureño, pero busca contrarrestar la influencia del izquierdista Hugo Chávez, un fuerte aliado de Zelaya que apoya el regreso a toda costa del líder derrocado a su país.
"La fuerza fue el origen de este problema y no será jamás su solución", dijo Arias el sábado al recibir a las delegaciones en su residencia privada en la capital San José para las negociaciones, que son apoyadas por Estados Unidos pero criticadas por el venezolano Chávez.
"Cerramos las puertas para buscar acuerdos, esperamos abrirlas para anunciarlos", agregó el mediador, que obtuvo el Premio Nobel de la Paz por ayudar a zanjar las viejas guerras civiles que desangraron a la región hace más de 20 años.
Arias propuso a las delegaciones restituir a Zelaya hasta el final de su mandato a fines de enero, formar un Gobierno de unidad con los mayores partidos políticos, declarar amnistía para los delitos políticos y la renuncia del depuesto mandatario a hacer un referendo sobre la reelección.
El ex premio Nobel de la Paz también puso sobre la mesa la posibilidad del traspaso del mando de las Fuerzas Armadas al tribunal electoral, y la integración de una comisión verificadora de organismos internacionales y hondureños destacados, según con un comunicado entregado a periodistas.
Mientras los representantes estaban reunidos, cerca de la residencia de Arias decenas de simpatizantes de Zelaya se manifestaban con pancartas que decían "Fuera los golpistas".
En Tegucigalpa, seguidores de Zelaya realizaron una marcha bloqueando una avenida que conduce al aeropuerto de la ciudad.
"Sería como un milagro que hoy se solucionaran las cosas" en Costa Rica, dijo Hugo Navarro, un profesor de historia de 49 años, poco antes de que la policía antimotines ordenara disolver la manifestación.
Las protestas podrían intensificarse el domingo si, como todo indica, fracasan las conversaciones en Costa rica, según fuentes cercanas al depuesto presidente, aumentando el riesgo de choques violentos con las fuerzas de seguridad.
"A partir de mañana, el lunes, los días subsiguientes nosotros estamos regresando a Honduras", dijo el sábado a una radio hondureña Zelaya, que tiene órdenes de arresto en casa.
Militares fueron desplegados en el departamento natal de Zelaya, Olancho, que limita con Nicaragua y que podría ser uno de los puntos por donde podría entrar el derrocado presidente.
Zelaya ya había intentado regresar una semana después del golpe a Honduras en un avión venezolano, pero el Gobierno interino amenazó con interceptarlo y tuvo que seguir vuelo al vecino El Salvador.
El episodio acabó en tragedia cuando uno de sus partidarios murió por disparos de soldados que custodiaban el aeropuerto.
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