En la bancada del PRI, los mismos de siempre
Carlos Fernández-Vega / México SA
Nada nuevo bajo el sol. El PAN que no se come, ni da para comer, es producto perecedero. Tardó 61 años en llegar al poder y en tan sólo nueve demostró que no sirve para gobernar al país ni de qué se trata. Por el contrario, más de siete décadas debieron consumirse para sacar al PRI de Los Pinos y poco menos de dos lustros para que éste se reacomodara y reinstalara, con miras al 2012. Y en el palco, no más mirando, una izquierda cada día más atomizada.
El producto que no se come resultó un excelente concertacesionador de "oposición", pero ya instalado en Los Pinos mejoró a su maestro tricolor: ha utilizado los cargos públicos para hacer jugosos negocios privados y aprovechado los recursos de la nación para rescatar a sus amigos de la cúpula empresarial (interna y externa). Para lo que se supone que fue electo, nada; lejos de arreglar el motor, terminó por desmantelarlo. Como merolico de esquina, logró vender dos productos de pésima calidad (Fox y Calderón) y con ellos de la mano en el corto plazo tronó como chinanpina, lo que al final de cuentas sería su problema, de no ser por el pequeño detalle de que entre las patas se llevó al país.
Por su desastrosa actuación en el gobierno federal, el resultado electoral del 5 de julio regresa al sacro Partido Acción Nacional al nivel que registró en 1997 –elección intermedia, como la del pasado domingo–, cuando obtuvo alrededor de 26 por ciento de los sufragios. Y le salió barato. Ahora Calderón podrá reclamar al electorado que si no votó por su agencia de negocios es porque "no creen en Dios, porque no lo conocen", mientras decide si designa a Germancito Martínez como director de Zonas Áridas o como su representante personal en el desierto de Sonora.
Sexenio perdido (para el país y sus habitantes, desde luego) el de Fox; primer trienio perdido el de Calderón (el ausente inquilino de Los Pinos), y va que vuela para hacer lo mismo con la segunda mitad (el inexistente). Que "pudo ser peor", dicen blanquiazules y sus jilgueros, porque la votación se da en un contexto de crisis económica ("de las más severas que ha padecido el país en la reciente década", Germancito dixit), es decir, la misma crisis que el PAN que no se come, comenzando por el de la residencia oficial, insistentemente ha negado, porque: primero, "es externa"; segundo, no pasa de simple "catarrito"; y, tercero, "tenemos un navío de gran calado y sanas finanzas públicas". Ahora que le pega directo al sistema de flotación, entonces sí la reconoce, sí se acuerda de ella, sí la registra.
El porcentaje de votación obtenido por el PAN en este julio de 2009 es similar al nivel registrado 12 años atrás, aquellos felices tiempos en los que Calderón presidía al partido y junto con los panistas de pedigrí “concertacesionaba” que daba gusto con Ernesto Zedillo, especialmente aquella que "legalizó" el Fobaproa y avaló el asalto a la nación con sus 120 mil millones de dólares, que hoy los mexicanos siguen y seguirán, pagando. Eso sí, hay que reconocerle ese logro: en tan sólo un trienio en Los Pinos hizo recular al partido 12 años (en porcentaje de votos, porque en mañas está muy avanzado).
Por el contrario, el dinosaurio que alguien dijo haber exterminado en las elecciones de julio de 2000, reaparece rozagante y quitado de la pena. El tricolor arrasó en las elecciones dominicales con casi 37 por ciento de los sufragios para diputados federales (más cinco gubernaturas otrora blanquiazules), y registró un incremento de 58 por ciento con respecto a los votos obtenidos en las intermedias de 2003, aunque todavía muy lejos de su máximo de 58.47 por ciento registrado en 1991, "cuando la democracia comenzó a funcionar en México" (CSG dixit).
Así, habrá que estar atentos a los sucesos, pues del pedigrí blanquiazul pasa al pedigrí tricolor (con un toque de verde de otra tonalidad, por aquello de la mayoría absoluta), pues muchos de los que a partir del próximo 1º de septiembre formarán la bancada priísta en San Lázaro no son más que los mismos que en su momento avalaron cualquier cantidad de barbaridades cometidas por los gobiernos de ese partido (del "arriba y adelante" al "bienestar de la familia"). Dicen que representan a una agrupación "nueva" (con todo y alianza con el PVEM); que "ya entendimos" de qué se trata; que "aprendimos de nuestros errores" y que el país "es lo que importa", aunque lo cierto es que eso ya lo dijeron en reiteradas ocasiones, pero siguen igual de mañosos. ¿Qué esperar con el regreso del dinosaurio? ¿Estatismo de mercado, neoliberalismo popular, nacionalismo globalizado, o algo así?
Y perdido en la selva tribal que tanto le gusta y subyuga, Jesús Ortega aparece como otro gran perdedor. Debería pedirle chamba a Germancito Martínez, sea en la Comisión de Zonas Áridas o como su particular en el desierto de Sonora, y ambos irse de la mano a otra parte. Son los dos "líderes" partidistas derrotados. La destacada labor de Chucho en la dirigencia (marca Trife; el otro es marca Calderón) partidista provocó que el PRD cayera, y muy fuerte, al registrar este domingo la menor votación desde 1991, y que la caída en 2009 resultara superior a 30 por ciento con respecto a lo alcanzado en 2003. Pero quería ser el "dirigente".
El raro y no muy nítido experimento en el laboratorio Iztapalapa le salió redondo al peje. Aún así, en 2009 el Partido del Trabajo sólo incrementó su votación en un punto porcentual con respecto a lo obtenido en 2003 (3.56 contra 2.4 por ciento, respectivamente), mientras Convergencia registra otro milagroso "panzazo". A su lado, el voto anulado que alcanza registro histórico con un incremento de 60 por ciento con respecto a lo reportado en 2003, al llegar a 5.4 por ciento de los sufragios de este domingo, un porcentaje que ya quisieran varios partidos. Y la abstención que no llegó a 70 por ciento, pero sí superó el 55 por ciento, igual a casi 43 millones de electores.
Esa es la "nueva" geografía política, mientras nadie se mueve para recoger el tiradero que acumulan tres años de calderonato.
Las rebanadas del pastel
¡Albricias! En este mar de malas noticias, por fin una buena nueva: a Germancito le cancelaron su condición de mascota preferida y le pegaron una patada en las tepalcuanas… Mientras, el "nuevo" PRI ya demanda cambios en el gabinete calderonista, porque "no ha funcionado en gran parte". Pues bien, ¡fórmense!, eficientes funcionarios de la "continuidad", que hay mucha tela de donde cortar en esta crisis de gobierno.
Carlos Fernández-Vega / México SA
Nada nuevo bajo el sol. El PAN que no se come, ni da para comer, es producto perecedero. Tardó 61 años en llegar al poder y en tan sólo nueve demostró que no sirve para gobernar al país ni de qué se trata. Por el contrario, más de siete décadas debieron consumirse para sacar al PRI de Los Pinos y poco menos de dos lustros para que éste se reacomodara y reinstalara, con miras al 2012. Y en el palco, no más mirando, una izquierda cada día más atomizada.
El producto que no se come resultó un excelente concertacesionador de "oposición", pero ya instalado en Los Pinos mejoró a su maestro tricolor: ha utilizado los cargos públicos para hacer jugosos negocios privados y aprovechado los recursos de la nación para rescatar a sus amigos de la cúpula empresarial (interna y externa). Para lo que se supone que fue electo, nada; lejos de arreglar el motor, terminó por desmantelarlo. Como merolico de esquina, logró vender dos productos de pésima calidad (Fox y Calderón) y con ellos de la mano en el corto plazo tronó como chinanpina, lo que al final de cuentas sería su problema, de no ser por el pequeño detalle de que entre las patas se llevó al país.
Por su desastrosa actuación en el gobierno federal, el resultado electoral del 5 de julio regresa al sacro Partido Acción Nacional al nivel que registró en 1997 –elección intermedia, como la del pasado domingo–, cuando obtuvo alrededor de 26 por ciento de los sufragios. Y le salió barato. Ahora Calderón podrá reclamar al electorado que si no votó por su agencia de negocios es porque "no creen en Dios, porque no lo conocen", mientras decide si designa a Germancito Martínez como director de Zonas Áridas o como su representante personal en el desierto de Sonora.
Sexenio perdido (para el país y sus habitantes, desde luego) el de Fox; primer trienio perdido el de Calderón (el ausente inquilino de Los Pinos), y va que vuela para hacer lo mismo con la segunda mitad (el inexistente). Que "pudo ser peor", dicen blanquiazules y sus jilgueros, porque la votación se da en un contexto de crisis económica ("de las más severas que ha padecido el país en la reciente década", Germancito dixit), es decir, la misma crisis que el PAN que no se come, comenzando por el de la residencia oficial, insistentemente ha negado, porque: primero, "es externa"; segundo, no pasa de simple "catarrito"; y, tercero, "tenemos un navío de gran calado y sanas finanzas públicas". Ahora que le pega directo al sistema de flotación, entonces sí la reconoce, sí se acuerda de ella, sí la registra.
El porcentaje de votación obtenido por el PAN en este julio de 2009 es similar al nivel registrado 12 años atrás, aquellos felices tiempos en los que Calderón presidía al partido y junto con los panistas de pedigrí “concertacesionaba” que daba gusto con Ernesto Zedillo, especialmente aquella que "legalizó" el Fobaproa y avaló el asalto a la nación con sus 120 mil millones de dólares, que hoy los mexicanos siguen y seguirán, pagando. Eso sí, hay que reconocerle ese logro: en tan sólo un trienio en Los Pinos hizo recular al partido 12 años (en porcentaje de votos, porque en mañas está muy avanzado).
Por el contrario, el dinosaurio que alguien dijo haber exterminado en las elecciones de julio de 2000, reaparece rozagante y quitado de la pena. El tricolor arrasó en las elecciones dominicales con casi 37 por ciento de los sufragios para diputados federales (más cinco gubernaturas otrora blanquiazules), y registró un incremento de 58 por ciento con respecto a los votos obtenidos en las intermedias de 2003, aunque todavía muy lejos de su máximo de 58.47 por ciento registrado en 1991, "cuando la democracia comenzó a funcionar en México" (CSG dixit).
Así, habrá que estar atentos a los sucesos, pues del pedigrí blanquiazul pasa al pedigrí tricolor (con un toque de verde de otra tonalidad, por aquello de la mayoría absoluta), pues muchos de los que a partir del próximo 1º de septiembre formarán la bancada priísta en San Lázaro no son más que los mismos que en su momento avalaron cualquier cantidad de barbaridades cometidas por los gobiernos de ese partido (del "arriba y adelante" al "bienestar de la familia"). Dicen que representan a una agrupación "nueva" (con todo y alianza con el PVEM); que "ya entendimos" de qué se trata; que "aprendimos de nuestros errores" y que el país "es lo que importa", aunque lo cierto es que eso ya lo dijeron en reiteradas ocasiones, pero siguen igual de mañosos. ¿Qué esperar con el regreso del dinosaurio? ¿Estatismo de mercado, neoliberalismo popular, nacionalismo globalizado, o algo así?
Y perdido en la selva tribal que tanto le gusta y subyuga, Jesús Ortega aparece como otro gran perdedor. Debería pedirle chamba a Germancito Martínez, sea en la Comisión de Zonas Áridas o como su particular en el desierto de Sonora, y ambos irse de la mano a otra parte. Son los dos "líderes" partidistas derrotados. La destacada labor de Chucho en la dirigencia (marca Trife; el otro es marca Calderón) partidista provocó que el PRD cayera, y muy fuerte, al registrar este domingo la menor votación desde 1991, y que la caída en 2009 resultara superior a 30 por ciento con respecto a lo alcanzado en 2003. Pero quería ser el "dirigente".
El raro y no muy nítido experimento en el laboratorio Iztapalapa le salió redondo al peje. Aún así, en 2009 el Partido del Trabajo sólo incrementó su votación en un punto porcentual con respecto a lo obtenido en 2003 (3.56 contra 2.4 por ciento, respectivamente), mientras Convergencia registra otro milagroso "panzazo". A su lado, el voto anulado que alcanza registro histórico con un incremento de 60 por ciento con respecto a lo reportado en 2003, al llegar a 5.4 por ciento de los sufragios de este domingo, un porcentaje que ya quisieran varios partidos. Y la abstención que no llegó a 70 por ciento, pero sí superó el 55 por ciento, igual a casi 43 millones de electores.
Esa es la "nueva" geografía política, mientras nadie se mueve para recoger el tiradero que acumulan tres años de calderonato.
Las rebanadas del pastel
¡Albricias! En este mar de malas noticias, por fin una buena nueva: a Germancito le cancelaron su condición de mascota preferida y le pegaron una patada en las tepalcuanas… Mientras, el "nuevo" PRI ya demanda cambios en el gabinete calderonista, porque "no ha funcionado en gran parte". Pues bien, ¡fórmense!, eficientes funcionarios de la "continuidad", que hay mucha tela de donde cortar en esta crisis de gobierno.
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