Micheletti flaquea y comienza a preparar su salida del país

Juan Carlos Rivera - San Pedro Sula (Especial para RMX)

Fuentes presentes en la reunión que este viernes mantuvieron el presidente de la Organización de Estados Americanos (OEA), el chileno José Miguel Insulza, y el presidente golpista de Honduras, Roberto Micheletti, aseguraron que el mandatario de facto "solicitó inmunidad y un destino tranquilo fuera de Honduras" para abandonar el poder.

Del adelanto electoral que horas antes vendió a la comunidad internacional a bombo y platillo, Micheletti se olvidó por completo. Esta posición de debilidad demuestra en círculos hondureños que la situación política que dibujan los golpistas ante los medios de comunicación no está ni mucho menos controlada.

Diversas fuentes volvieron a señalar que la inquietud comienza a asentarse en algunos mandos del Ejército. El ex ministro de Defensa, Edmundo Orellana, cuya renuncia al cargo el sábado junto con la destitución del jefe de las Fuerzas Armadas, el general Romeo Vásquez sirvió de detonante para que el Ejército se rebelaran contra el poder constitucional, exigió la vuelta al poder del presidente Manuel Zelaya.

Orellana, que sigue residiendo en Honduras, difundió una carta en la que afirma que las decisiones tomadas por el Congreso, la Corte Suprema y el Ejército para "sacar violentamente" a Zelaya de su casa "violan la Constitución de la República".

A criterio de los partidarios de Mel Zelaya, incluso del presidente de la OEA, Micheletti, por ser un presidente de facto, carece de autoridad y del respaldo constitucional para convocar comicios. "No voy a negociar nada que no sea la salida de Micheletti", indicó Insulza poco antes de subirse al avión que le trasladó hasta Tegucigalpa.

Las horas comienzan a correr como minutos para el Gobierno golpista. Hoy expira el ultimátum fijado por la OEA para el retorno a la sede presidencial de Zelaya. Mientras las organizaciones de derechos humanos siguen manifestándose en las calles de las principales ciudades del país, entre ellas San Pedro Sula, Tegucigalpa y La Ceiba.

En los alrededores del Palacio de Gobierno, en la capital del país, cerca de 20.000 ciudadanos exigieron el regreso del mandatario hondureño y el fin de esta asonada . En San Pedro Sula, que comienza a convertirse en la capital de la represión debido a la práctica ausencia de prensa internacional, diez mil seguidores de Zelaya fueron disueltos con dureza por miembros de las Fuerzas Armada. Fuentes no oficiales aseguran que hubo 78 heridos, algunos de ellos de bala. La carga fue desproporcionada.

Ahora, la duda que planea en Honduras es conocer la vía que utilizará Zelaya y la comitiva internacional encabezada por la argentina Cristina Fernández y el ecuatoriano Rafael Correa para entrar en el país. Micheletti advirtó que, si este hecho se produce, Honduras puede vivir un baño de sangre. Fuentes cercanas al presidente constitucional indicaron a Público que su regreso es inminente y "podría ingresar por puntos ciegos de alguna frontera". Por si acaso, el Gobierno golpista reforzó ayer con soldados la línea divisoria con Nicaragua y El Salvador.

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