Indicadores de la crisis

Orlando Delgado Selley

Luego de varias semanas en las que se insistió en la presencia de "brotes verdes" que auguraban que la recesión había tocado fondo, se acaba de informar que en junio se perdieron 467 mil puestos de trabajo en Estados Unidos, haciendo que la tasa de desempleo llegase a 9.5 por ciento. Desde diciembre de 2007 el número de personas desempleadas ha aumentado 7.2 millones y la tasa de desempleo ha crecido 4.6 puntos porcentuales. Este dato evidencia que la recesión continúa y se profundiza.

La tesis del fin de la recesión se sostenía en los resultados de algunos grandes bancos, en cierta recuperación del mercado de valores, incluso en la reanimación del comercio. Sin embargo lo relevante para estimar las condiciones económicas no son estos indicadores, sino los que dan cuenta de las condiciones de vida de la población, que se resumen en los niveles de producción, el volumen de empleo, las remuneraciones reales de la población ocupada, las condiciones de acceso a los servicios de salud, así como las dificultades para mantenerse en la vivienda que se pagaba.

En la ortodoxia vigente los equilibrios macroeconómicos han sido limitados a las finanzas públicas, al saldo en cuenta corriente de la balanza de pagos, al cumplimiento de los requerimientos del servicio de la deuda externa y al tipo de cambio, olvidando que el primer equilibrio macroeconómico básico es la producción y su tasa de crecimiento. De la producción se deriva el empleo, y dadas las condiciones de la fuerza de trabajo, las remuneraciones directas e indirectas. Si la bolsa mejora ganan unos cuantos, pero si la producción se incrementa, el beneficio es para una parte amplia de la población.

En la consideración sobre el fin de una recesión el dato básico es si la producción dejó de contraerse, lo que indicaría que empezarán a dejar de perderse empleos. Luego viene la recuperación, que puede tener distintos comportamientos, pero en todos ellos lo normal es que los empleos que se perdieron ya no se recuperen. Aparecerán nuevos puestos de trabajo asociados con los sectores económicos que repunten con mayor dinamismo. El impacto de la recesión sobre los niveles de vida de la población trabajadora permanece algún tiempo, pese a que la producción empiece a crecer.

En nuestro caso, los datos sobre el desempleo no recogen la misma información que en otros países, debido al enorme peso de la economía informal. En los pasados diez meses la tasa de desempleo ha aumentado en casi dos puntos porcentuales, lo que implica que 700 mil personas adicionales están en busca de empleo y no lo obtienen, llegando a un total de casi 2 millones 400 mil personas en busca de empleo. Si incorporamos el indicador del total de trabajadores asegurados en el IMSS, de junio de 2008 a mayo de 2009 se han perdido 604 mil empleos formales.

Sabemos que la contracción de la actividad económica continúa, lo que quiere decir que seguiremos perdiendo puestos de trabajo y que jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo en busca de empleo no lo obtendrán. Las familias de este conjunto de personas irremediablemente verán que su calidad de vida se reduce. A este panorama hay que añadir que muchas de las familias que viven de las remesas que reciben de sus familiares han dejado de recibirlas o, en el mejor de los casos, han visto reducir su monto. De cualquier manera el impacto sobre sus condiciones de vida es brutal.

Frente a esto, ¿qué nos ofrece el resultado de las elecciones del domingo? La victoria del PRI no puede entenderse como la posibilidad de que el país transite por una vía distinta a la actual. Este partido fue el responsable de la adopción irrestricta de los lineamientos de la ortodoxia neoliberal, el causante de la pérdida de capacidad de crecimiento económico, continuado por las dos administraciones panistas que, además, desperdiciaron la enorme oportunidad de crecimiento que nos dieron los altos precios del petróleo, la reducción de las tasas internacionales de interés y el enorme volumen de recursos enviados por los migrantes mexicanos a sus familias. Ganó el PRI, pero con ese resultado hubo un verdadero perdedor: México.

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