Germán y la doble derrota de Calderón

ÁLVARO DELGADO

Justo cuando iba hacia la salida de la sala de conferencia del Partido Acción Nacional (PAN), con el rostro desencajado por su decisión de renunciar a la presidencia de éste partido, después de reunirse largamente con Felipe Calderón por la mañana de este lunes, en Los Pinos, Germán Martínez esquivó las preguntas.

--¿Calderón le pidió la renuncia?

--…

Como respuesta, y sin levantar el rostro, entregó al reportero las cuatro cuartillas que leyó y que, tras el derrumbe electoral del domingo 5, lo llevaron a presentar hoy lunes su renuncia.

--¿Se va como embajador? --le insistí.

--…

Martínez apretó la mandíbula y apuró el paso rodeado de sus colaboradores: el secretario general del CEN, Rogelio Carvajal; el coordinador de Proyectos Especiales, Juan Ignacio Zavala, cuñado de Calderón; el representante ante el IFE, Roberto Gil; su secretario particular, Alberto Novoa, y Héctor Villarreal, coordinador de prensa.

Pálido, a punto del llanto, como ellos, Martínez se refugió en su esposa, Margarita Garmendia, y se dejó conducir a su oficina, donde despachó como presidente del PAN durante año y medio –desde el 7 de diciembre de 2007--, y donde todavía durará al menos un mes, después de que Calderón decida quién se queda a cargo.

Porque, salvo que los panistas lo impidan, será Calderón el que imponga, a través de la mayoría que controla en ese órgano electivo, al sucesor de Martínez, a quien justamente él colocó para que cumpliera –infructuosamente-- sus instrucciones.

Y es que, además del objetivo obvio de ganar la mayoría en la Cámara de Diputados y las gubernaturas en disputa, la estrategia del PAN de convertir la elección del 5 de julio en un plebiscito sobre la gestión del gobierno federal tuvo una apuesta encubierta: Legitimar a Calderón.

El primer objetivo ha resultado un fiasco por el desplome que coloca al PAN en los niveles que tenía a principios de la década de los 90, cuando comenzó a recibir los beneficios de la cohabitación con Carlos Salinas, pero la apuesta, de suyo imposible cualitativamente --la condición espuria es imborrable--, fue también cuantitativamente una bofetada de los ciudadanos a Calderón.

Esta doble derrota no pudo ser evitada por la estrategia diseñada por Antonio Solá, el español que es también mexicano por naturalización, y Juan Ignacio Zavala, cuñado de Calderón y responsable formal del proyecto de recuperación electoral del PAN, cuyo presidente, Germán Martínez, fue impuesto por Calderón justamente para cumplir con ambos propósitos.

Prácticamente desde el 2006, pero sobre todo desde que Martínez sustituyó a Manuel Espino, en diciembre de 2007, como una sola entidad --una simbiosis partido-gobierno que les era repugnante cuando eran oposición--, el PAN y el gobierno federal hicieron uso de todo para ganar posiciones y, de ese modo, legitimar a Calderón.

La estrategia era clara: Usar al Ejército y a la "guerra" contra al narcotráfico para, al mismo tiempo, ocultar el desastre económico traducido en la mortandad de empresas y la pérdida de casi un millón de empleos, justamente lo contrario a lo que ofreció Calderón en su campaña.

Pero los espectaculares operativos policiaco-militares contra el narcotráfico --que han regado el país de más de 11 mil cadáveres-- no se tradujeron en votos

Ni el uso propagandístico de los programas sociales.

Ni el manejo personalista de la epidemia de la influenza, que "salvó a la humanidad".

Ni el fomento de la leyenda negra priista.

Ni las filtraciones y embates contra opositores, incluyendo a los leales, como el gobernador de Michoacán, Leonel Godoy.

Ni el pacto con Televisa y Televisión Azteca para reventar la reforma electoral que significa la firma de Martínez y los candidatos del PAN a la iniciativa de Martí.

Ni siquiera el repartido de despensas y otros mecanismos de coacción del voto, incluyendo el uso de armas por parte de sicarios de Demetrio Sodi.

Nada le sirvió al PAN y a Calderón para cumplir con sus objetivos y la debacle es evidente respecto de 2006, cuando lograron 207 diputados, pero es peor aún que el desplome de 2003, cuando sólo ganaron 150 diputados y ahora sólo tendrán 146.

En los seis gobiernos estatales que se disputaron el PAN ganará, si acaso, Sonora, cuyo lucro electoral de la tragedia de la guardería ABC de Hermosillo, fue más que obvia: La víspera de las elecciones, el sábado 4, se informó del libramiento de órdenes de aprehensión contra los propietarios, entre ellos la prima de Margarita y Juan Ignacio Zavala.

El PAN edificó, sin escrúpulos, un triunfo sobre una tragedia, como si cuerpecitos de 48 niños fueran carroña. Y se puede anticipar su respuesta: Haiga sido como haiga sido.

La simbiosis PAN-Calderón no puede ser más evidente con la reunión que se celebró este lunes 6, desde muy temprano, en Los Pinos entre ese individuo y Martínez, su empleado.

--¿Debe renunciar Germán Martínez? –le pregunté la víspera a Manuel Espino, expresidente del PAN.

--No, yo creo que no. Ese precedente no lo podemos dejar en el PAN. Germán Martínez fue electo para tres años, yo favorecí esa elección, yo pedí el voto unánime de los consejeros para Germán. Ahora sí que nos cumpla o nos deje como estábamos, pero Germán tiene que cumplir esos tres años.

En la entrevista que se publica en la edición de esta semana de Proceso, que por las elecciones comenzará a circular mañana martes 7, Espino alertó sobre una salida que Calderón quiere darle a Martínez:

"Yo no quiero pensar que sea cierto lo que me han dicho: que ya está arreglada su salida del PAN, que se va de embajador. No. Lo queremos dirigiendo al partido, pero corrigiendo lo que hizo mal. Y por lo menos aceptando, como hombre de bien, que se equivocó en establecer en el país un precedente de guerra sucia y que eso nos trae como consecuencia el demérito y el desprestigio de Acción Nacional."

Pero Martínez ya se fue…

Apuntes

Otro que debe irse es Jesús Ortega, el peor presidente que ha tenido el PRD en su historia de dos décadas. Pero, como no tiene ni siquiera la vergüenza de Martínez –que ya es mucho--, jamás lo hará y quiere encubrir su fracaso con una purga, como lo dictaminó la noche del domingo: "Aquellos que desde las filas del partido hicieron trabajo de zapa, los que fueron apoyando a otros partidos y proyectos, fuera están, esa fue su decisión y que cada quien asuma las consecuencias."… Pese a sus aplastantes victorias, o precisamente por ellas, los priistas y sus facciones comenzarán a devorarse entre sí para quedarse con la candidatura en el 2012…

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