El miedo no anda en burro

Pulso crítico / J. Enrique Olivera Arce

En tanto que Ciro Gómez Leyva, presentador y comentarista de noticias a modo, escupe para arriba afirmando que el periodista que lanzó sus zapatos a Bush en ese momento dejó de ser tal, asumiéndose como militante, otro personaje de igual o peor catadura que desde Radio Fórmula sirve también a los más oscuros intereses de la derecha en México, increpó así en su programa a López Obrador:

“Eres un mentiroso, Andrés Manuel. Tres años invitándote a mi programa y no aceptas. Eres un mentiroso, López Obrador. ¡López Obrador es un mentiroso, no acepta invitaciones a mi programa, porque es cobarde y no quiere responder! ¡Responde, López Obrador! ¿Cuándo vienes a mi programa, Andrés Manuel? ¡No seas cobarde, da la cara! ¡Enfréntate a la mafia! ¡Cobarde, cuándo vienes a mi programa! ¡Estás cordialmente invitado a mi programa, López Obrador…!”

Lo paradójico de tales expresiones de seudo periodismo es que ambos ex vendedores de zapatos y hoy sedicentes periodistas, tienen meses dando por muerto políticamente a Andrés Manuel y, no obstante, no hay día que en sus programas radiofónicos, de manera enfermiza, no lo hagan centro de sus insidiosos comentarios. La pregunta es: ¿Por qué?

Podría pensarse que es simplemente que la enfermiza actitud de ambos comunicadores es un problema patológico, resultante de un miedo cerval a perder los pocos radioescuchas o televidentes conservadores que se atreven a tragarse sus bodrios cotidianos. A la gente bonita le gusta escuchar calificativos soeces en contra del “peje”.

También podría ser que siendo texto servidores a sueldo, consideren que al negarse Andrés Manuel a pagar sus servicios, lo vean como un enemigo de sus personales intereses. El bolsillo manda.

Sin embargo y bajo este supuesto mercantil, podría pensarse también que en su incapacidad no les caiga el veinte de que Andrés Manuel no está solo ni necesita de texto servidores para sobrevivir políticamente. Que no entiendan el por qué un provinciano venido de lo más recóndito de suelo tabasqueño, marque la agenda política en el Distrito Federal, afectando a la gente bonita de la ciudad de los palacios.

Podrían pensarse muchas cosas sobre la conducta de estos dos bribones. Pero no se puede dejar de considerar que responden a sus patrocinadores, a intereses colectivos concretos de índole económica y política que se ven amenazados no por un hombre solo armado, eso sí, de honestidad y compromiso con las mejores causas de México. Más allá de los resultados de un pobre resultado comicial de la llamada izquierda electoral, lo que la oligarquía criolla vislumbra, provocándole un miedo que se refleja en los medios de comunicación a su servicio, es la cada vez mayor presencia, toma de conciencia y desarrollo organizativo del Movimiento Nacional en Defensa de la Economía Popular, del Petróleo y la Soberanía, bajo el liderazgo de Andrés Manuel.

La fuerza de la izquierda social no se mide por resultados en las urnas ni se puede tasar con el mismo rasero con el que se juzga a la izquierda electoral. Caminan por rutas paralelas, una y otra izquierda tienen sus propias motivaciones, objetivos y propósitos, pero sobre la marcha se retroalimentan recíprocamente. Lo acontecido en la elección de Jefe Delegacional en Iztapalapa, es el foco rojo para la oligarquía. En escasas dos semanas Andrés Manuel López Obrador y el Movimiento Social, impusieron sus propias reglas electorales por sobre la facciosa determinación del Tribunal Federal Electoral, por sobre la facción perredista de los chuchos y por sobre la escandalera mediática, ganando la elección. Este solo hecho cualitativamente pesa políticamente más que todo el resultado obtenido el pasado domingo por el PRD, PT y Convergencia juntos, en el interior del país

Ese es el miedo. La tembladera y diarrea verbal de Ciro Gómez y Ruiz-Healy, son simple reflejo de lo que a la oligarquía provoca la irrupción del pueblo en la vida política del país en tiempos de crisis.

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