Difícil momento para la tierra de Martí

Aumentó la factura alimentaria

Carlos Fernández-Vega / México SA


Vientos económicos huracanados amenazan a la mayor de las Antillas, ante lo cual el gobierno cubano anuncia un segundo recorte al gasto público por la reducción de ingresos en divisas, el sostenido incremento en la importación de alimentos, y la caída de los precios internacionales de sus principales productos de exportación. La crisis le ha pegado fuerte y puede tirar al suelo lo conseguido en la última década, cuando la economía de este país logró una tasa promedio anual de crecimiento de 5.6 por ciento, la misma proporción observada en el PIB por habitante.

La información económica sobre Cuba suele ser escasa, a menos que se registren casos delicados como el que ahora enfrenta el primer territorio libre en América. Por ello, vale tomar el paseo que sobre este tema nos regala la Cepal, el cual ayuda a entender el difícil momento que vive la tierra de Martí.

Señala el organismo que la economía cubana creció 4.3 por ciento en 2008 tras haberse expandido 7.3 por ciento en 2007. Por tercer año consecutivo, el PIB por habitante aumentó a la misma tasa que el PIB a causa del nulo crecimiento demográfico. El índice de precios al consumidor se mantuvo sin variación (-0.1 por ciento), mientras el desempleo se redujo de 1.8 a 1.6 por ciento en 2008. En cambio, tanto el déficit fiscal como el déficit externo empeoraron. El fisco pasó de un déficit equivalente a 3.2 por ciento del PIB en 2007 a 6.7 por ciento un año más tarde. Entre tanto, el pequeño superávit de la cuenta corriente de la balanza de pagos se convirtió en un déficit de varios puntos del PIB en el mismo periodo.

La economía de Cuba recibió choques externos en 2008 por tres canales principales: el aumento del precio internacional de los alimentos que, aunado a la pérdida de las cosechas por los huracanes, provocó un incremento de la factura alimentaria de 840 millones de dólares en 2008; la notoria caída del precio mundial del níquel, el producto de exportación más importante del país, y el endurecimiento de las condiciones de financiamiento y el menor acceso al crédito de los proveedores.

Los eventos climáticos tuvieron características excepcionales en 2008. El país fue azotado por tres huracanes y una tormenta tropical, y la estimación oficial de daños y pérdidas por este concepto asciende a 9 mil 700 millones de dólares, casi 20 por ciento del producto interno bruto.

El gobierno previó un aumento del PIB de 6 por ciento en 2009, pero ante el progresivo deterioro de las condiciones externas e internas, y tomando en cuenta que el crecimiento del producto en el primer trimestre de 2009 fue de 2.8 por ciento, la Cepal estima que el alza para el año se situaría en torno a uno por ciento, de tal suerte que “el país vuelve a enfrentar una situación tan adversa como la vivida durante el llamado ‘periodo especial’ de los años noventa”.

En 2008 se registró un cambio político de gran relevancia, ya que la presidencia del Consejo de Estado pasó formalmente de Fidel Castro a su hermano Raúl. También se normalizó la relación con la Unión Europea tras cinco años de discordia. A comienzos de 2009, en el marco de un nuevo gobierno en Estados Unidos, se produjo un tímido cambio en la política de dicho país hacia Cuba y se abrió una posibilidad de apertura económica más significativa entre ambas naciones en un futuro cercano.

Las dificultades económicas repercutieron en el resultado fiscal del Estado, que pasó de un déficit de 3.2 por ciento del PIB en 2007 a 6.7 por ciento en 2008. Esto se produjo a causa de la disminución de los ingresos y el incremento de los gastos, sobre todo para responder a los daños causados por los distintos eventos climáticos. Los ingresos totales del gobierno central aumentaron 4.5 por ciento en términos reales, en comparación con un incremento de 11.1 en el año anterior. Los ingresos por concepto de impuestos indirectos se redujeron 16.5 por ciento a causa de la importante disminución de los impuestos de circulación y los asociados a la finalización de la venta masiva de artículos domésticos como parte de la llamada "revolución energética". Los ingresos por impuestos directos se estancaron por los efectos encontrados de la reducción de los impuestos a las utilidades de las empresas (16.2 por ciento) y el incremento de los impuestos por la utilización de la fuerza de trabajo (28.6).

Los gastos totales aumentaron 13.2 por ciento en términos reales, lo que representa una variación ligeramente superior a la del año anterior. Los gastos corrientes se incrementaron 16.2 por ciento tanto por el alza de las actividades presupuestadas (educación, salud, cultura y deportes, entre otras) como de los subsidios para hacer frente al aumento del precio de los alimentos y el petróleo, dado el afán de mantener los niveles de consumo de la población. En la misma dirección empujaron los costos de evacuación, protección, reparación y reposición que el país debió enfrentar a causa de los eventos climáticos.

En el último año y medio el énfasis de las políticas públicas ha estado en la producción agrícola. El sistema basado en la producción estatal fue incapaz de producir suficientes alimentos, por lo que se importan cada vez más (en torno a 80 por ciento del consumo total). El aumento de los precios internacionales de los alimentos sirvió de catalizador para catapultar a la agricultura al primer lugar de la lista de prioridades.

El objetivo es sustituir las importaciones de alimentos con producción nacional, poniendo énfasis en el sector no gubernamental. Así, se dieron en usufructo a pequeños productores las tierras ociosas del Estado, se incrementaron los precios de acopio de algunos productos clave (como leche y carne de res) y se permitió la compra de insumos de producción a los agricultores individuales.

En 2008 se eliminó el tope para los salarios, que pasan a depender de los resultados de la productividad y el desempeño individual. Además, ante los efectos del rápido envejecimiento de la población cubana y los costos asociados, en 2008 se aprobó una nueva ley de seguridad social. Entre los cambios, sobresale el aumento de cinco años en la edad de jubilación, que pasa a ser de 65 años para los hombres y de 60 años para las mujeres. También se permitirá trabajar asalariadamente a los pensionados, sin que pierdan el derecho a recibir su pensión.

Entre las otras medidas adoptadas en este periodo destaca la eliminación de la prohibición de la venta de computadoras, lectores de discos de video digital y electrodomésticos, así como de alojarse en hoteles de turismo internacional y la compra de teléfonos celulares.

Las rebanadas del pastel

Mañana seguimos con el tema.

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