Alejandro Ruiz
Ningún narco o falsificador en la historia de México ha dejado de recibir dinero, adquirir bienes o realizar trámites por no mostrar una identificación. La nueva Cédula de Identidad Ciudadana, anunciada ayer por el gobierno federal, sólo servirá para poner en grave riesgo uno de los patrimonios más preciados de los mexicanos en este nuevo siglo: sus datos biométricos. En un país donde ya se han vendido bases de datos de alta seguridad –como el padrón electoral– resulta inadmisible que el gobierno pretenda concentrar datos tan delicados y ponerlos bajo la custodia de instituciones que demuestran su ineficiencia y corrupción de forma cotidiana. Quienes la promueven deberían educarse antes de jugar con información personalísima e insustituible y dejarla a merced de poderosas bandas de criminales, nacionales y extranjeras.
Ningún narco o falsificador en la historia de México ha dejado de recibir dinero, adquirir bienes o realizar trámites por no mostrar una identificación. La nueva Cédula de Identidad Ciudadana, anunciada ayer por el gobierno federal, sólo servirá para poner en grave riesgo uno de los patrimonios más preciados de los mexicanos en este nuevo siglo: sus datos biométricos. En un país donde ya se han vendido bases de datos de alta seguridad –como el padrón electoral– resulta inadmisible que el gobierno pretenda concentrar datos tan delicados y ponerlos bajo la custodia de instituciones que demuestran su ineficiencia y corrupción de forma cotidiana. Quienes la promueven deberían educarse antes de jugar con información personalísima e insustituible y dejarla a merced de poderosas bandas de criminales, nacionales y extranjeras.
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