Francisco Rodríguez
No vive el que no vive seguro
Francisco de Quevedo
COMO NUNCA, ME gustaría ser turista en mi propia ciudad. No sólo para levantarme tarde, pedir el desayuno a la habitación y leer con calma (sólo) un par de diarios, sobremanera para poder vagar a mis anchas –que por mi peso son muy anchas-- por la Condesa o Coyoacán, y claro para estar protegido por el gobierno del señor Marcelo Ebrard.
Y es que, ¡carajo!, yo que vivo aquí, que aquí consumo, que aquí pago impuestos y contribuciones --y que también aquí voto--, no tengo ni tendré nunca, al parecer, los enormes beneficios de los que, desde hace dos días, gozan quienes vengan a conocer o a pasear por el Paseo de la Reforma, Chapultepec o la Ciudad Universitaria.
¡Un seguro médico, dental y funerario gratuito!
Un seguro que, entre otras cosas, protegerá a los turistas de la muy redituable –política y económicamente, para algunos-- influenza AH1N1, o porcina o de las vacas voladoras, como sea que se llame.
Y también les dará cobertura por la visita al dentista, si es que les duele la muela o el colmillo superior se les atoró en un churro de “El Moro”, allá por San Juan de Letrán.
Un seguro que les pagará médico y medicamentos, en caso de que les dé gastritis o se les reviente una úlcera estomacal si es que se atrevan a comer en algún puesto de fritangas a la salida de cualquier estación del Metro, cual lo hacen cientos de miles de capitalinos a diario.
Y hasta hospitalización en nosocomios de primer mundo, si es que un bicitaxi los atropella por el rumbo del Palacio de Minería o frente a la Catedral.
Los turistas, pues, contarán con cobertura de consulta médica, de accidente o enfermedad, ambulancia en caso de accidente, hospitalización si existe emergencia médica y medicamentos prescritos.
Adicionalmente, cual le contaba, se cubren emergencias dentales, repatriación sanitaria, hotel por convalecencia, acompañamiento de menores, repatriación funeraria y mensajes telefónicos urgentes.
Pero, fíjese usted que suertudotes son y serán los visitantes a mi hermosa ciudad. Y es que el seguro ofrece también servicios de asistencia legal por robo o extravío de documentos o pertenencias, orientación turística, reservaciones para eventos, envío de objetos olvidados al lugar de residencia del beneficiario, pérdida o extravío de equipaje y demora o cancelación de vuelo.
¡Qué maravilla!
¿Y cuánto tendrán que pagar los visitantes por esos enormes beneficios?
Nada.
Aunque del deducible no se escapan. Si hacen uso del seguro, tendrán que cubrir de su peculio 30 dólares –21 euros o casi 500 pesitos--, cual “deducible”.
¡Qué bueno! ¡Bienvenidos!
Sí, pero… ¿cuánto nos cuesta eso a los contribuyentes del Distrito Federal?
Sobre ello no hay información disponible, pero es ya de imaginarse que más, mucho más, de lo que ya nos cuesta, por ejemplo, el envío de medicamentos a domicilio a quienes tienen la suerte de ubicarse en el rango denominado “la tercera edad”.
No hay información, tampoco, del porqué fue la empresa aseguradora Mapfre, con matriz en España, la contratada por el gobierno del señor Ebrard para proporcionar este tipo de asistencia a los visitantes a la capital nacional.
Menos aún de si para tal contrato hubo una licitación ni quiénes fueron los demás participantes en la misma. ¿Qué ofrecieron los otros probables participantes en la puja que no vencieron a la empresa española? ¿Qué fue lo que esta dio a cambio?
Ahí sí, creo que nos están “viendo cara de turistas” a todos los contribuyentes del erario de la capital nacional.
Lo peor es que esta “cara de turistas” puede ser reflejada en breve por todos los habitantes del país, ya que el secretario de Turismo de la fallida Administración del señor Felipe Calderón, el duranguense Rodolfo Elizondo también persigue este negocio… perdón, también persigue esta brillante idea, cual lo apuntó hace apenas una semana.
Así que, si no puedo ser turista en mi propia ciudad o en mi propio país, ¿me conformaré solamente con que me vean la cara?
Definitivamente no. Exijo información. Y transparencia.
Índice Flamígero: Leo en la página digital del colega purépecha Arturo Estrada Chávez: “Arrogante e incumplido, el secretario de Turismo federal, Rodolfo Elizondo Torres, arribó a Michoacán para visitar tres puntos turísticos del estado: Cuitzeo, Tzintzuntzan y Pátzcuaro. Enfadado, a destiempo y sin conceder entrevista a los medios de comunicación, Elizondo conoció de un programa turístico que impactaría positivamente la región lacustre de Pátzcuaro. El funcionario federal, mostró de manera evidente una actitud de displicencia y arrogancia ante las autoridades gubernamentales locales y ante prestadores de servicios turísticos, quienes en Tzintzuntzan tuvieron que esperar el pronunciado retraso de tres horas del secretario de Turismo. Pese a que llegó tarde a sus citas, el funcionario del gabinete de Calderón mostró indiferencia hacia los michoacanos, incluso no se dignó hacer uso de la palabra y mucho menos a comprometerse con proyectos turísticos que pudieran favorecer el desarrollo del estado de Michoacán.” ¿Sería que Elizondo se enfadó tras conocer que Fernando Gómez Mont dijo en Chihuahua que se le malinterpretó y que no retó a La Tota? ¿O le enojó la compañía de Leonel Godoy?
*** IMPORTANTE *** Revoluciones es un proyecto de información alternativa sin fines de lucro, para mantenernos en línea requerimos de tu apoyo. Puedes ayudarnos haciendo un deposito bancario, por mínimo que sea, hazlo en el banco HSBC, al número de cuenta 6271254999 a nombre de Samuel R. García o en transferencia electrónica abonando al número Clabe: 021180062712549990. Gracias.
No vive el que no vive seguro
Francisco de Quevedo
COMO NUNCA, ME gustaría ser turista en mi propia ciudad. No sólo para levantarme tarde, pedir el desayuno a la habitación y leer con calma (sólo) un par de diarios, sobremanera para poder vagar a mis anchas –que por mi peso son muy anchas-- por la Condesa o Coyoacán, y claro para estar protegido por el gobierno del señor Marcelo Ebrard.
Y es que, ¡carajo!, yo que vivo aquí, que aquí consumo, que aquí pago impuestos y contribuciones --y que también aquí voto--, no tengo ni tendré nunca, al parecer, los enormes beneficios de los que, desde hace dos días, gozan quienes vengan a conocer o a pasear por el Paseo de la Reforma, Chapultepec o la Ciudad Universitaria.
¡Un seguro médico, dental y funerario gratuito!
Un seguro que, entre otras cosas, protegerá a los turistas de la muy redituable –política y económicamente, para algunos-- influenza AH1N1, o porcina o de las vacas voladoras, como sea que se llame.
Y también les dará cobertura por la visita al dentista, si es que les duele la muela o el colmillo superior se les atoró en un churro de “El Moro”, allá por San Juan de Letrán.
Un seguro que les pagará médico y medicamentos, en caso de que les dé gastritis o se les reviente una úlcera estomacal si es que se atrevan a comer en algún puesto de fritangas a la salida de cualquier estación del Metro, cual lo hacen cientos de miles de capitalinos a diario.
Y hasta hospitalización en nosocomios de primer mundo, si es que un bicitaxi los atropella por el rumbo del Palacio de Minería o frente a la Catedral.
Los turistas, pues, contarán con cobertura de consulta médica, de accidente o enfermedad, ambulancia en caso de accidente, hospitalización si existe emergencia médica y medicamentos prescritos.
Adicionalmente, cual le contaba, se cubren emergencias dentales, repatriación sanitaria, hotel por convalecencia, acompañamiento de menores, repatriación funeraria y mensajes telefónicos urgentes.
Pero, fíjese usted que suertudotes son y serán los visitantes a mi hermosa ciudad. Y es que el seguro ofrece también servicios de asistencia legal por robo o extravío de documentos o pertenencias, orientación turística, reservaciones para eventos, envío de objetos olvidados al lugar de residencia del beneficiario, pérdida o extravío de equipaje y demora o cancelación de vuelo.
¡Qué maravilla!
¿Y cuánto tendrán que pagar los visitantes por esos enormes beneficios?
Nada.
Aunque del deducible no se escapan. Si hacen uso del seguro, tendrán que cubrir de su peculio 30 dólares –21 euros o casi 500 pesitos--, cual “deducible”.
¡Qué bueno! ¡Bienvenidos!
Sí, pero… ¿cuánto nos cuesta eso a los contribuyentes del Distrito Federal?
Sobre ello no hay información disponible, pero es ya de imaginarse que más, mucho más, de lo que ya nos cuesta, por ejemplo, el envío de medicamentos a domicilio a quienes tienen la suerte de ubicarse en el rango denominado “la tercera edad”.
No hay información, tampoco, del porqué fue la empresa aseguradora Mapfre, con matriz en España, la contratada por el gobierno del señor Ebrard para proporcionar este tipo de asistencia a los visitantes a la capital nacional.
Menos aún de si para tal contrato hubo una licitación ni quiénes fueron los demás participantes en la misma. ¿Qué ofrecieron los otros probables participantes en la puja que no vencieron a la empresa española? ¿Qué fue lo que esta dio a cambio?
Ahí sí, creo que nos están “viendo cara de turistas” a todos los contribuyentes del erario de la capital nacional.
Lo peor es que esta “cara de turistas” puede ser reflejada en breve por todos los habitantes del país, ya que el secretario de Turismo de la fallida Administración del señor Felipe Calderón, el duranguense Rodolfo Elizondo también persigue este negocio… perdón, también persigue esta brillante idea, cual lo apuntó hace apenas una semana.
Así que, si no puedo ser turista en mi propia ciudad o en mi propio país, ¿me conformaré solamente con que me vean la cara?
Definitivamente no. Exijo información. Y transparencia.
Índice Flamígero: Leo en la página digital del colega purépecha Arturo Estrada Chávez: “Arrogante e incumplido, el secretario de Turismo federal, Rodolfo Elizondo Torres, arribó a Michoacán para visitar tres puntos turísticos del estado: Cuitzeo, Tzintzuntzan y Pátzcuaro. Enfadado, a destiempo y sin conceder entrevista a los medios de comunicación, Elizondo conoció de un programa turístico que impactaría positivamente la región lacustre de Pátzcuaro. El funcionario federal, mostró de manera evidente una actitud de displicencia y arrogancia ante las autoridades gubernamentales locales y ante prestadores de servicios turísticos, quienes en Tzintzuntzan tuvieron que esperar el pronunciado retraso de tres horas del secretario de Turismo. Pese a que llegó tarde a sus citas, el funcionario del gabinete de Calderón mostró indiferencia hacia los michoacanos, incluso no se dignó hacer uso de la palabra y mucho menos a comprometerse con proyectos turísticos que pudieran favorecer el desarrollo del estado de Michoacán.” ¿Sería que Elizondo se enfadó tras conocer que Fernando Gómez Mont dijo en Chihuahua que se le malinterpretó y que no retó a La Tota? ¿O le enojó la compañía de Leonel Godoy?
*** IMPORTANTE *** Revoluciones es un proyecto de información alternativa sin fines de lucro, para mantenernos en línea requerimos de tu apoyo. Puedes ayudarnos haciendo un deposito bancario, por mínimo que sea, hazlo en el banco HSBC, al número de cuenta 6271254999 a nombre de Samuel R. García o en transferencia electrónica abonando al número Clabe: 021180062712549990. Gracias.
Comentarios