Bravata contra los narcos

Miguel Ángel Granados Chapa / Plaza Pública

No pocas veces el presidente Felipe Calderón ha lanzado andanadas de palabras contra el narcotráfico, la delincuencia organizada, los secuestradores. Parece suponer que los destinatarios de sus discursos de esa índole son sensibles al reproche moral o a la admonición política que les asesta. Los ha tildado de traidores a la patria, como si no pudiera imaginar que ese baldón acaso tiene sin cuidado a quienes practican crímenes execrables. Y también los ha increpado, haciéndoles saber que se les perseguirá sin claudicaciones con toda la fuerza del Estado.

Seguramente nadie en el gobierno ha reflexionado acerca de la inutilidad de expresiones de esa índole, porque ahora se inscribió en esa línea discursiva el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont. Más que una catilinaria como las que su jefe ha proferido, el huésped principal del Palacio Cobián prefirió abatir el nivel y lanzar una bravata a los miembros de La Familia Michoacana. En un tono entre pueril o tabernario, pues el lenguaje utilizado se escucha a menudo como preámbulo de las querellas escolares o los pleitos de cantina, Gómez Mont desafió a la peligrosa banda que a mediados de mes lanzó graves ataques contra la Policía Federal y cobró la vida de varios de sus miembros.

Conforme a la tradición paterna, Gómez Mont se ha creado una reputación como litigante en materia penal donde, como en la película de los hermanos Coen con Javier Bardem, "no hay lugar para los débiles" (o para los ancianos según el título original en inglés). Es natural que en los tribunales o en los encaramientos con los adversarios de sus clientes Gómez Mont se manifieste dispuesto al enfrentamiento, cuando la argumentación legal es insuficiente. Mucha gente lo recuerda echado para adelante en la defensa de las instalaciones del Canal 40 en el cerro del Chiquihuite en el añejo litigio que TV Azteca ha ganado en los hechos al apoderarse de la señal de esa emisora y operarla como si fuera propia.

Pero lo que es natural, y comprensible y hasta digno de reconocimiento en un penalista que promueve intereses particulares, no necesariamente lo es en un miembro del gobierno. Ya en varias ocasiones la confusión de papeles ha hecho víctima al secretario de Gobernación, que alguna vez volverá a su despacho pero ahora ocupa la principal cartera de un gobierno republicano y debe manifestarse como tal.

"Los estamos esperando", dijo Gómez Mont a La Familia Michoacana, a la que ya la semana pasada otorgó nivel de interlocutor al responder inopinadamente a uno de sus jefes, Servando Gómez, La Tuta. En un acto que buscaba hacer pública la reconciliación del gobierno federal con el michoacano dijo el secretario de Gobernación que en la "lógica primaria" (quién sabe si quiso decir inicial o primitiva) del crimen organizado "no estaba enfrentar al Estado". Sin embargo, ahora "lo está haciendo directamente". Por ello, el funcionario se dirigió de modo abierto a los delincuentes michoacanos: "Señores, los estamos esperando; métanse con la autoridad y no con los ciudadanos; los estamos esperando: ésta es una invitación que les hacemos".

La bravata es en sí misma un ex abrupto, un arranque verbal, no siempre surgido de la reflexión. Por eso en breves líneas el secretario de Gobernación incurrió en algunos deslices. Dos veces dijo que está esperando a la delincuencia. Si eso están haciendo el Ejército, la Marina y la Policía Federal, su presencia puede resultar fallida. Deben ir tras La Familia Michoacana. La estrategia de combatir a la delincuencia organizada sólo con medios policiacos y castrenses es, según sabe ya una importante porción de la sociedad mexicana, una estrategia equivocada. Pero ya que está vigente, debe ser practicada en sus términos. Que la fuerza federal no espere, que vaya tras los delincuentes, los reduzca, los aprese, los haga procesar.

Gómez Mont pide, ordena o desafía: métanse con la autoridad, no con los ciudadanos. Sin invitación, por decisión propia, eso está haciendo ya La Familia. Su objetivo reciente son instalaciones y personas de la autoridad federal, por lo cual el propio gobierno de ese nivel está actuando en defensa propia, según explicó el propio secretario cuando negó que Michoacán haya sido ocupado como a su vez consideró el gobernador Godoy.

Gómez Mont salió al paso de la acusación, emitida por La Familia de varios modos y no sólo a través de La Tuta, de que el gobierno federal actúa facciosamente y que al combatir a unas bandas protege y auspicia a otras. No hay criterios de selectividad, insistió. "A todo el mundo se le está dando palo", afirmó, empleando un giro usual entre litigantes. Dar palo no es sólo golpear, como notoriamente quiso decir el secretario, sino emitir fallos adversos a una causa. Y se remitió a estadísticas para probar que no hay sesgos en la actuación de las fuerzas federales, de la Procuraduría de la República. Importa que esa afirmación pueda sostenerse y no haya favoritismo en materia tan delicada y riesgosa.

El secretario y el Ejecutivo michoacano aparecieron juntos el martes, dando por cerrada la disputa que los distanció y aun enfrentó en los días recientes. No será fácil, pero es necesario que haya coordinación entre la fuerza pública de ambos niveles. Las partes tienen motivos para desconfiar una de otra. Pero la necesidad impone un abordamiento coordinado, el esfuerzo conjunto contra la inseguridad. Si no se procede de esa manera los delincuentes serán mejor servidos que la sociedad.

(Por un brevísimo descanso, el próximo domingo no aparecerá la Plaza Pública).

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