El modelo de apartheid económico, con pocos ganadores
Carlos Fernández-Vega / México SA
El machacón cuan aburrido discurso oficial difunde la simpática tesis de que si no fuera por la crisis "externa", México se mantendría como el envidiado paraíso que siempre ha sido, el único oasis en medio de la convulsionada comunidad de naciones. De no ser por la sacudida "foránea", sostiene y presume, los heroicos sobrevivientes de este país estarían en la mismísima gloria. Pero resulta que las propias cifras gubernamentales tiran esa propaganda al bote de la basura, y confirman que el mexicanísimo jardín de las delicias no es más que pura escenografía, y de muy mala calidad.
Así es. Antes de la crisis ya había crisis. De hecho, ha estado presente a lo largo de las últimas tres décadas, lo que no quiere decir que a todos les ha ido mal. Por el contrario, el selecto modelito de apartheid económico reporta muy pocos ganadores (los grandes concentradores del ingreso), pero millones y millones de perdedores (los que pagan la factura del festín). Y el primer bienio del calderonismo instalado en Los Pinos da cuenta puntual de ello.
Resulta que, sin crisis (oficialmente reconocida como tal), el ingreso promedio de los mexicanos se redujo 1.6 por ciento en el bienio 2006-2008 (diciembre a diciembre), algo que no combina con la alentadora tesis oficial sobre el oasis, y mucho menos fortalece el dicho gubernamental de que la economía "está mejor que nunca" (también lo dijo Fox hasta el cansancio, y allí están los resultados). Una vez más, pues, los sobrevivientes de este país reportan pérdidas ("minusvalías", le llaman algunos).
Pero ése es el promedio. Cuando se desmenuza la información que ayer divulgó el Inegi, por medio de su más reciente Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, entonces se conoce que antes de la crisis ya había crisis. Como muestra, un botón: del último día de 2006 al último de 2008, con Calderón en Los Pinos, 10 por ciento de los hogares más pobres del país sufrió un desplome de 8 por ciento en su ingreso corriente, una proporción cinco veces mayor al promedio nacional, de tal suerte que en los hechos a este de por sí golpeado segmento poblacional de nueva cuenta se le impidió el acceso al paraíso.
En el otro extremo, para 10 por ciento de los hogares más ricos del país el ingreso corriente no reportó aumento en el bienio (tampoco perdió), pero sí un incremento en el reparto del pastel: en 2006 este segmento concentró 35.7 por ciento del ingreso corriente total, mientras en 2008 tal participación avanzó a 36.3 por ciento. En sentido contrario, la rebanada para 10 por ciento de los hogares más pobres se estrechó aún más. Así, la diferencia entre uno (el de los hogares más ricos) y otro ingresos (el de los más pobres) creció a 2 mil 200 por ciento. Y son los promedios, porque también entre los más ricos existen holgadas distancias.
En ese paradisiaco bienio calderonista, en el que oficialmente la crisis era cosa del pasado, 80 por ciento de los hogares mexicanos registró pérdida en sus ingresos. Sólo 20 por ciento (obviamente los más ricos) reportó alza, lo que confirma que el oasis pregonado desde el micrófono oficial es de simple utilería y de pésima calidad, porque al primer soplido se derrumba. Este balance, hay que subrayarlo, no incluye los brutales efectos que sobre el ingreso de los mexicanos tiene la crisis "foránea" (versión oficial) de 2009.
El Inegi resume así los resultados de la política de apartheid económico del primer bienio calderonista: al cierre de 2008, 60 por ciento de los mexicanos (poco más de 64 millones de personas) se quedó con 26.7 por ciento del ingreso corriente; 30 por ciento de ellos (alrededor de 32 millones de habitantes) se repartió, y no democráticamente, 37 por ciento, y 10 por ciento (cerca de 10 millones, los más ricos) concentró 36.3 por ciento.
Así, al cierre de 2008 el ingreso corriente de 64 millones de mexicanos resultó inferior, y por mucho, al obtenido por los 10 millones más ricos. En el bienio 2006-2008, el ingreso de los primeros se redujo casi un punto porcentual; el de los segundos aumentó 0.6 puntos. En el comparativo, 10 por ciento de los hogares más pobres obtuvo (en promedio) 6 mil 116 pesos trimestrales; 10 por ciento de los más ricos 133 mil 48 pesos.
Tales son los resultados del primer bienio de la "continuidad", un periodo en el que oficialmente no hubo crisis. Por el contrario, a lo largo de él –un día sí y el otro también– se presumió "lo bien que avanza el país", producto de lo "acertado de la política económica" y con un "sólido navío de gran calado", el mismo que al primer estornudo zozobró. ¿Qué será en un año de crisis, oficialmente reconocida?
Mientras se profundiza el deterioro, y en lugar de estar atento y actuante para sacar al buey de la barranca, a Calderón no le interesa la temática y sigue con las manos metidas en la masa, en la del PAN que no se come.
Las rebanadas del pastel
De la lectoría y el desbarajuste en el ISSSTE: “vivo en Colima y tengo 18 años de suplente en la institución. Durante todos estos años he visto pasar muchas cosas; es clásico ver cómo jinetean nuestros pagos, de por sí pocos y tardados. No se cubren adecuadamente las ausencias de médicos, como luego no pagan los médicos no quieren ir a cubrir, o la paga es tan baja y con muchas responsabilidades legales que no vale la pena exponerse; es frecuente la presencia de aviadores(as) que sí tienen buen sueldo. De hecho, hubo un delegado regional que solicitaba una cantidad de dinero por una plaza, además de que si era mujer, pues favores especiales; no hay material médico ni de trabajo; obviamente, ninguno de los funcionarios da la cara al paciente en domingo, sábado, día festivo o en la noche; es regular la presencia de directivos con bipolaridad que, la verdad, más vale pasar de lado; curiosamente, las reducciones del presupuesto se dan en la cobertura, mas no en los sueldos de funcionarios” (por obvias razones, nos reservamos nombre y dirección electrónica)... El Club de Periodistas de México invita a su 53 foro Los derechos sociales y la negligencia institucional. Participan Manuel Fuentes Muñiz, Leticia Campos Aragón, José Antonio Vital Galicia y Verónica Ortiz Lawrenz. Moderan Celeste Sáenz de Miera y Jorge Santa Cruz. La cita es hoy a las 18 horas en Filomeno Mata número 8, Centro Histórico. Se pone bueno.
Carlos Fernández-Vega / México SA
El machacón cuan aburrido discurso oficial difunde la simpática tesis de que si no fuera por la crisis "externa", México se mantendría como el envidiado paraíso que siempre ha sido, el único oasis en medio de la convulsionada comunidad de naciones. De no ser por la sacudida "foránea", sostiene y presume, los heroicos sobrevivientes de este país estarían en la mismísima gloria. Pero resulta que las propias cifras gubernamentales tiran esa propaganda al bote de la basura, y confirman que el mexicanísimo jardín de las delicias no es más que pura escenografía, y de muy mala calidad.
Así es. Antes de la crisis ya había crisis. De hecho, ha estado presente a lo largo de las últimas tres décadas, lo que no quiere decir que a todos les ha ido mal. Por el contrario, el selecto modelito de apartheid económico reporta muy pocos ganadores (los grandes concentradores del ingreso), pero millones y millones de perdedores (los que pagan la factura del festín). Y el primer bienio del calderonismo instalado en Los Pinos da cuenta puntual de ello.
Resulta que, sin crisis (oficialmente reconocida como tal), el ingreso promedio de los mexicanos se redujo 1.6 por ciento en el bienio 2006-2008 (diciembre a diciembre), algo que no combina con la alentadora tesis oficial sobre el oasis, y mucho menos fortalece el dicho gubernamental de que la economía "está mejor que nunca" (también lo dijo Fox hasta el cansancio, y allí están los resultados). Una vez más, pues, los sobrevivientes de este país reportan pérdidas ("minusvalías", le llaman algunos).
Pero ése es el promedio. Cuando se desmenuza la información que ayer divulgó el Inegi, por medio de su más reciente Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, entonces se conoce que antes de la crisis ya había crisis. Como muestra, un botón: del último día de 2006 al último de 2008, con Calderón en Los Pinos, 10 por ciento de los hogares más pobres del país sufrió un desplome de 8 por ciento en su ingreso corriente, una proporción cinco veces mayor al promedio nacional, de tal suerte que en los hechos a este de por sí golpeado segmento poblacional de nueva cuenta se le impidió el acceso al paraíso.
En el otro extremo, para 10 por ciento de los hogares más ricos del país el ingreso corriente no reportó aumento en el bienio (tampoco perdió), pero sí un incremento en el reparto del pastel: en 2006 este segmento concentró 35.7 por ciento del ingreso corriente total, mientras en 2008 tal participación avanzó a 36.3 por ciento. En sentido contrario, la rebanada para 10 por ciento de los hogares más pobres se estrechó aún más. Así, la diferencia entre uno (el de los hogares más ricos) y otro ingresos (el de los más pobres) creció a 2 mil 200 por ciento. Y son los promedios, porque también entre los más ricos existen holgadas distancias.
En ese paradisiaco bienio calderonista, en el que oficialmente la crisis era cosa del pasado, 80 por ciento de los hogares mexicanos registró pérdida en sus ingresos. Sólo 20 por ciento (obviamente los más ricos) reportó alza, lo que confirma que el oasis pregonado desde el micrófono oficial es de simple utilería y de pésima calidad, porque al primer soplido se derrumba. Este balance, hay que subrayarlo, no incluye los brutales efectos que sobre el ingreso de los mexicanos tiene la crisis "foránea" (versión oficial) de 2009.
El Inegi resume así los resultados de la política de apartheid económico del primer bienio calderonista: al cierre de 2008, 60 por ciento de los mexicanos (poco más de 64 millones de personas) se quedó con 26.7 por ciento del ingreso corriente; 30 por ciento de ellos (alrededor de 32 millones de habitantes) se repartió, y no democráticamente, 37 por ciento, y 10 por ciento (cerca de 10 millones, los más ricos) concentró 36.3 por ciento.
Así, al cierre de 2008 el ingreso corriente de 64 millones de mexicanos resultó inferior, y por mucho, al obtenido por los 10 millones más ricos. En el bienio 2006-2008, el ingreso de los primeros se redujo casi un punto porcentual; el de los segundos aumentó 0.6 puntos. En el comparativo, 10 por ciento de los hogares más pobres obtuvo (en promedio) 6 mil 116 pesos trimestrales; 10 por ciento de los más ricos 133 mil 48 pesos.
Tales son los resultados del primer bienio de la "continuidad", un periodo en el que oficialmente no hubo crisis. Por el contrario, a lo largo de él –un día sí y el otro también– se presumió "lo bien que avanza el país", producto de lo "acertado de la política económica" y con un "sólido navío de gran calado", el mismo que al primer estornudo zozobró. ¿Qué será en un año de crisis, oficialmente reconocida?
Mientras se profundiza el deterioro, y en lugar de estar atento y actuante para sacar al buey de la barranca, a Calderón no le interesa la temática y sigue con las manos metidas en la masa, en la del PAN que no se come.
Las rebanadas del pastel
De la lectoría y el desbarajuste en el ISSSTE: “vivo en Colima y tengo 18 años de suplente en la institución. Durante todos estos años he visto pasar muchas cosas; es clásico ver cómo jinetean nuestros pagos, de por sí pocos y tardados. No se cubren adecuadamente las ausencias de médicos, como luego no pagan los médicos no quieren ir a cubrir, o la paga es tan baja y con muchas responsabilidades legales que no vale la pena exponerse; es frecuente la presencia de aviadores(as) que sí tienen buen sueldo. De hecho, hubo un delegado regional que solicitaba una cantidad de dinero por una plaza, además de que si era mujer, pues favores especiales; no hay material médico ni de trabajo; obviamente, ninguno de los funcionarios da la cara al paciente en domingo, sábado, día festivo o en la noche; es regular la presencia de directivos con bipolaridad que, la verdad, más vale pasar de lado; curiosamente, las reducciones del presupuesto se dan en la cobertura, mas no en los sueldos de funcionarios” (por obvias razones, nos reservamos nombre y dirección electrónica)... El Club de Periodistas de México invita a su 53 foro Los derechos sociales y la negligencia institucional. Participan Manuel Fuentes Muñiz, Leticia Campos Aragón, José Antonio Vital Galicia y Verónica Ortiz Lawrenz. Moderan Celeste Sáenz de Miera y Jorge Santa Cruz. La cita es hoy a las 18 horas en Filomeno Mata número 8, Centro Histórico. Se pone bueno.
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