ÁLVARO CEPEDA NERI
La vida política de la Nación se hunde cada vez más en un dramatismo peligroso, al aflorar por todo el país no solamente el conflicto por “quítame estas pajas”, sino con exceso de hechos las pruebas de la corrupción.
Esto es, las raterías sobre todo por parte de quienes ocupan cargos en las gubernaturas, presidencias municipales y el aparatoso sistema presidencial, donde se manejan los presupuestos de gastos, el cobro de servicios, la venta de bienes y dinero que se agencian para supuestamente invertirlo en obras de beneficio social.
Fox y su pandilla se aprovecharon de los recursos petroleros, del cobro aduanero y otras pillerías. Los calderonistas no se han quedado atrás, con el resto de los desgobernadores de los tres partidos y la mayoría de los más de 2 mil 480 municipios que, en lugar de células para la democracia y el republicanismo, se han convertido en arsenales para la rapiña.
Zacatecas no es la excepción. El pleito entre la gobernadora Amalia García (que incluye a su hija y a su mamá) y el senador Ricardo Monreal (que incluye a sus dos hermanos) es un agarrón por el botín zacatecano.
Monreal era priista, luego brincó al PRD, siendo con éste, desgobernador de la entidad y ahora militar en el PT, partido por el que su hermano David será candidato para la sucesión de Amalia quien quiere imponer a su heredero.
Llevan tiempo trenzados ya que Monreal es dueño de la mitad de Zacatecas y la gobernadora de la otra mitad. Esta es perredista y comanda a los Amalios, uno de los muchos pe-erre-des que con sus tentáculos manejan desde la capital del país. Y es que Amalia también quiere ser candidata presidencial para el 2012, en abierta competencia con Ebrard y López Obrador.
Amalia y Monreal se han acusado mutuamente, con la simulación aparatosa de Monreal dizque solicitando licencia para separarse de su función legislativa.
Esto con la finalidad, supuestamente de ponerse a disposición de una posible denuncia e investigación, ya que encontraron varias toneladas de marihuana en uno de los ranchos propiedad de los Monreal. Y los monrealistas acusan a los García, encabezados por Amalia, de proteger el narcotráfico y esta corrupción, aseguran, permitió la fuga de 53 narcos de alta peligrosidad de la cárcel de Zacatecas.
Es, pues, un pleito por el botín Zacatecas, como está pasando en cuando menos 30 estados, donde sus desgobernadores del PRI, PAN y PRD tienen las manos metidas por indiferencia, es decir, por otorgar impunidad y protección, y por complicidad, con la delincuencia organizada.
La vida política del país se ha pervertido de tal manera que los narcotraficantes están decidiendo lo que se hace con la ley del cuerno de chivo. Los gobernadores dejaron y dejan que el narcotráfico se apodere del país, en complicidad con los presidentes municipales y estos y aquellos con sus policías. Estamos en manos de una delincuencia política y la delincuencia del narcotráfico. Y lo de Zacatecas es otro episodio de esa desgracia nacional.
*** IMPORTANTE *** Revoluciones es un proyecto de información alternativa sin fines de lucro, para mantenernos en línea requerimos de tu apoyo. Puedes ayudarnos haciendo un deposito bancario, por mínimo que sea, hazlo en el banco HSBC, al número de cuenta 6271254999 a nombre de Samuel R. García o en transferencia electrónica abonando al número Clabe: 021180062712549990. Gracias.
La vida política de la Nación se hunde cada vez más en un dramatismo peligroso, al aflorar por todo el país no solamente el conflicto por “quítame estas pajas”, sino con exceso de hechos las pruebas de la corrupción.
Esto es, las raterías sobre todo por parte de quienes ocupan cargos en las gubernaturas, presidencias municipales y el aparatoso sistema presidencial, donde se manejan los presupuestos de gastos, el cobro de servicios, la venta de bienes y dinero que se agencian para supuestamente invertirlo en obras de beneficio social.
Fox y su pandilla se aprovecharon de los recursos petroleros, del cobro aduanero y otras pillerías. Los calderonistas no se han quedado atrás, con el resto de los desgobernadores de los tres partidos y la mayoría de los más de 2 mil 480 municipios que, en lugar de células para la democracia y el republicanismo, se han convertido en arsenales para la rapiña.
Zacatecas no es la excepción. El pleito entre la gobernadora Amalia García (que incluye a su hija y a su mamá) y el senador Ricardo Monreal (que incluye a sus dos hermanos) es un agarrón por el botín zacatecano.
Monreal era priista, luego brincó al PRD, siendo con éste, desgobernador de la entidad y ahora militar en el PT, partido por el que su hermano David será candidato para la sucesión de Amalia quien quiere imponer a su heredero.
Llevan tiempo trenzados ya que Monreal es dueño de la mitad de Zacatecas y la gobernadora de la otra mitad. Esta es perredista y comanda a los Amalios, uno de los muchos pe-erre-des que con sus tentáculos manejan desde la capital del país. Y es que Amalia también quiere ser candidata presidencial para el 2012, en abierta competencia con Ebrard y López Obrador.
Amalia y Monreal se han acusado mutuamente, con la simulación aparatosa de Monreal dizque solicitando licencia para separarse de su función legislativa.
Esto con la finalidad, supuestamente de ponerse a disposición de una posible denuncia e investigación, ya que encontraron varias toneladas de marihuana en uno de los ranchos propiedad de los Monreal. Y los monrealistas acusan a los García, encabezados por Amalia, de proteger el narcotráfico y esta corrupción, aseguran, permitió la fuga de 53 narcos de alta peligrosidad de la cárcel de Zacatecas.
Es, pues, un pleito por el botín Zacatecas, como está pasando en cuando menos 30 estados, donde sus desgobernadores del PRI, PAN y PRD tienen las manos metidas por indiferencia, es decir, por otorgar impunidad y protección, y por complicidad, con la delincuencia organizada.
La vida política del país se ha pervertido de tal manera que los narcotraficantes están decidiendo lo que se hace con la ley del cuerno de chivo. Los gobernadores dejaron y dejan que el narcotráfico se apodere del país, en complicidad con los presidentes municipales y estos y aquellos con sus policías. Estamos en manos de una delincuencia política y la delincuencia del narcotráfico. Y lo de Zacatecas es otro episodio de esa desgracia nacional.
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