Más allá de las urnas y de la indiferencia
En las elecciones intermedias de 1991 hubo 66% de votación, y nada cambió excepto que Salinas activó la crisis que Ernesto Zedillo después incrementara al “regalar” las empresas estatales a unos cuantos capitalistas. Para 1997 el abstencionismo había aumentado a 42% y para el año 2003 se tenía ya una aplastante mayoría de 58% de mexicanos que en su abstención manifestaba el repudio a Fox y a los partidos políticos monopólicos: PRI, PAN y PRD.
Hay que ir a la historia reciente para corroborar que después de múltiples elecciones internas, ni los millones de votos, ni la millonaria abstención ha servido más que para permitir que las “instituciones” y las “empresas” sigan en control de unos cuantos partidos y capitalistas sedientos de poder y dinero.
El próximo 5 de julio, una vez más se tendrán unas costosas elecciones (14 mil millones de pesos) para “elegir” diputados y senadores. Una vez más las calles y los medios de comunicación se llenarán de 23 millones de spots, y millones de basura y fotos maquilladas de candidatos desconocidos y alejados de los problemas cotidianos de los mexicanos.
Una vez más se impondrán por la fuerza las mismas opciones para que elijas “libremente” entre el fascismo y el desempleo generado por el PAN, el cacicazgo y la mentira de más de 75 años del PRI, la podredumbre interna del PRD o el oportunismo de tantos micro-partidos.
Frente a esto, millones de mexicanos comienzan a hartarse de este circo electoral donde el pueblo siempre paga la factura de sus reformas (como la fiscal), de sus leyes (como la de seguridad-represión política), de sus omisiones (como el incendio de corrupción que mató a 47 niños en una guardería del IMSS). Algunos proponen que se anule el voto, otros que no se vote, otros que votes por el menos peor.
Pero resulta que millones de mexicanos están hartos no sólo de las elecciones, sino también de las mentiras de Televisa y TV Azteca. Hartos de la represión sobre los luchadores sociales, de tener hambre, de no tener seguro social, no tener acceso a la educación, del saqueo de los recursos, de la corrupción de los gobiernos: hartos de la situación general de opresión que se vive en México.
Para este hartazgo de nada sirve anular el voto, o abstenerse. De nada sirve quejarse del mal gobierno, pedir milagros, ni mucho menos volverse indiferente (como si el hambre pudiera quitarse con futbol y telenovelas).
Si eres de los que siente este hartazgo, entonces tienes dos opciones: aguantarte y seguir tu sobrevivencia creyendo que nada puedes hacer, lo que significa una actitud pasiva y derrotista ante la situación; o bien, asumir la responsabilidad que tienes ante tu vida, tu familia, tu pueblo y decidirte por construir las opciones en vez de elegir opciones impuestas.
Si eres de los segundos, seguramente te preguntarás ¿Qué puedo hacer? Aquí se presentan algunos pasos necesarios:
1. Que comprendas (mediante la reflexión y el estudio) que la situación de injusticia y pobreza en México puede transformarse política y culturalmente sólo por aquellos que desean y necesitan ese cambio. La independencia de 1810 y la revolución de 1910, son pruebas históricas (aun con sus limitaciones) de que el hartazgo de un pueblo hace temblar la más fuerte muralla. Esto es muy importante para dejar de creer que esos pocos que oprimen al pueblo dejarán de exprimir su riqueza (como Slim) o de reprimir (como Calderón o Peña Nieto) sólo porque se necesita que se haga.
2. Que asumas que los partidos políticos, empresarios transnacionales que hoy gobiernan no dejarán su poder sin antes luchar por él. El PAN hará los fraudes necesarios para mantenerse en el poder, el PRI comprará televisoras para regresar, el PRD se hundirá en la traición para recuperarse; pero todos lucharán para evitar que se les quite de ese estatus de poder y privilegios en que viven. Y es por esto que existe la lucha social: porque el cambio y la transformación se han vuelto ilegales en este país y la prueba de ello es cómo usan la violencia del ejercito y la policía para reprimir todo intento de transformación.
3. Que comprendas que sólo es posible transformar esta situación en la medida en que los millones de mexicanos que están hartos se organicen para recuperar y transformar las instituciones, las empresas y los espacios que se mantienen con el trabajo de muchos. Y que organizarse significa acercarte al vecino, al compañero, a la comunidad y estar dispuesto a cumplir responsabilidades y ejercer los derechos que se tienen para defender la vida de la mayoría.
4. Si comprendes y asumes lo anterior, entonces estarás dispuesto a poner la lucha social en tu vida cotidiana: dejar de ver las horas que le regalas a la televisión para organizar la defensa de tus derechos; dejar de emborracharte sin sentido para poder repartir un volante con tus compañeros de trabajo, dejar de cotorrear nihilistamente en la escuela o con tus vecinos, para poner un periódico mural, o para crear asambleas populares.
5. Sólo entonces sabrás que hay mucho por hacer. Que la lucha popular apenas empieza a gestarse en este país pero también verás que no empieza de cero. Que hay movimientos donde puedes participar y la invitación constante a que construyas nuevos movimientos.
A manera de conclusión se puede decir que el primer gran paso es vencer el “shock”, decidirse y perseverar en la disciplina de la lucha social. Esto significa que se debe estar preparado para fuertes golpes que hará el Mal Gobierno contra el pueblo, se debe evitar que ese “shock” te paralice y te llene de miedo o de impotencia. La esperanza y las alternativas se construyen y se defienden. No esperes que a que llegue un “héroe de la patria” a defenderte. Tarde que temprano la decisión será tuya.
Recuerda que este 5 de julio no ganará el abstencionismo, ni los votos nulos, ni mucho menos los partidos traidores que gobiernan: ganará el hartazgo. De todos depende que en las elecciones presidenciales del 2012 no sólo gane el hartazgo sino un gran movimiento popular por la transformación de este país que desde hoy empieza a gestarse.
En las elecciones intermedias de 1991 hubo 66% de votación, y nada cambió excepto que Salinas activó la crisis que Ernesto Zedillo después incrementara al “regalar” las empresas estatales a unos cuantos capitalistas. Para 1997 el abstencionismo había aumentado a 42% y para el año 2003 se tenía ya una aplastante mayoría de 58% de mexicanos que en su abstención manifestaba el repudio a Fox y a los partidos políticos monopólicos: PRI, PAN y PRD.
Hay que ir a la historia reciente para corroborar que después de múltiples elecciones internas, ni los millones de votos, ni la millonaria abstención ha servido más que para permitir que las “instituciones” y las “empresas” sigan en control de unos cuantos partidos y capitalistas sedientos de poder y dinero.
El próximo 5 de julio, una vez más se tendrán unas costosas elecciones (14 mil millones de pesos) para “elegir” diputados y senadores. Una vez más las calles y los medios de comunicación se llenarán de 23 millones de spots, y millones de basura y fotos maquilladas de candidatos desconocidos y alejados de los problemas cotidianos de los mexicanos.
Una vez más se impondrán por la fuerza las mismas opciones para que elijas “libremente” entre el fascismo y el desempleo generado por el PAN, el cacicazgo y la mentira de más de 75 años del PRI, la podredumbre interna del PRD o el oportunismo de tantos micro-partidos.
Frente a esto, millones de mexicanos comienzan a hartarse de este circo electoral donde el pueblo siempre paga la factura de sus reformas (como la fiscal), de sus leyes (como la de seguridad-represión política), de sus omisiones (como el incendio de corrupción que mató a 47 niños en una guardería del IMSS). Algunos proponen que se anule el voto, otros que no se vote, otros que votes por el menos peor.
Pero resulta que millones de mexicanos están hartos no sólo de las elecciones, sino también de las mentiras de Televisa y TV Azteca. Hartos de la represión sobre los luchadores sociales, de tener hambre, de no tener seguro social, no tener acceso a la educación, del saqueo de los recursos, de la corrupción de los gobiernos: hartos de la situación general de opresión que se vive en México.
Para este hartazgo de nada sirve anular el voto, o abstenerse. De nada sirve quejarse del mal gobierno, pedir milagros, ni mucho menos volverse indiferente (como si el hambre pudiera quitarse con futbol y telenovelas).
Si eres de los que siente este hartazgo, entonces tienes dos opciones: aguantarte y seguir tu sobrevivencia creyendo que nada puedes hacer, lo que significa una actitud pasiva y derrotista ante la situación; o bien, asumir la responsabilidad que tienes ante tu vida, tu familia, tu pueblo y decidirte por construir las opciones en vez de elegir opciones impuestas.
Si eres de los segundos, seguramente te preguntarás ¿Qué puedo hacer? Aquí se presentan algunos pasos necesarios:
1. Que comprendas (mediante la reflexión y el estudio) que la situación de injusticia y pobreza en México puede transformarse política y culturalmente sólo por aquellos que desean y necesitan ese cambio. La independencia de 1810 y la revolución de 1910, son pruebas históricas (aun con sus limitaciones) de que el hartazgo de un pueblo hace temblar la más fuerte muralla. Esto es muy importante para dejar de creer que esos pocos que oprimen al pueblo dejarán de exprimir su riqueza (como Slim) o de reprimir (como Calderón o Peña Nieto) sólo porque se necesita que se haga.
2. Que asumas que los partidos políticos, empresarios transnacionales que hoy gobiernan no dejarán su poder sin antes luchar por él. El PAN hará los fraudes necesarios para mantenerse en el poder, el PRI comprará televisoras para regresar, el PRD se hundirá en la traición para recuperarse; pero todos lucharán para evitar que se les quite de ese estatus de poder y privilegios en que viven. Y es por esto que existe la lucha social: porque el cambio y la transformación se han vuelto ilegales en este país y la prueba de ello es cómo usan la violencia del ejercito y la policía para reprimir todo intento de transformación.
3. Que comprendas que sólo es posible transformar esta situación en la medida en que los millones de mexicanos que están hartos se organicen para recuperar y transformar las instituciones, las empresas y los espacios que se mantienen con el trabajo de muchos. Y que organizarse significa acercarte al vecino, al compañero, a la comunidad y estar dispuesto a cumplir responsabilidades y ejercer los derechos que se tienen para defender la vida de la mayoría.
4. Si comprendes y asumes lo anterior, entonces estarás dispuesto a poner la lucha social en tu vida cotidiana: dejar de ver las horas que le regalas a la televisión para organizar la defensa de tus derechos; dejar de emborracharte sin sentido para poder repartir un volante con tus compañeros de trabajo, dejar de cotorrear nihilistamente en la escuela o con tus vecinos, para poner un periódico mural, o para crear asambleas populares.
5. Sólo entonces sabrás que hay mucho por hacer. Que la lucha popular apenas empieza a gestarse en este país pero también verás que no empieza de cero. Que hay movimientos donde puedes participar y la invitación constante a que construyas nuevos movimientos.
A manera de conclusión se puede decir que el primer gran paso es vencer el “shock”, decidirse y perseverar en la disciplina de la lucha social. Esto significa que se debe estar preparado para fuertes golpes que hará el Mal Gobierno contra el pueblo, se debe evitar que ese “shock” te paralice y te llene de miedo o de impotencia. La esperanza y las alternativas se construyen y se defienden. No esperes que a que llegue un “héroe de la patria” a defenderte. Tarde que temprano la decisión será tuya.
Recuerda que este 5 de julio no ganará el abstencionismo, ni los votos nulos, ni mucho menos los partidos traidores que gobiernan: ganará el hartazgo. De todos depende que en las elecciones presidenciales del 2012 no sólo gane el hartazgo sino un gran movimiento popular por la transformación de este país que desde hoy empieza a gestarse.
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